Movimiento estudiantil - Fortalecer el combativismo para derrotar el ajuste de Cambiemos

Sábado, 17. Noviembre 2018

Entre las novedades del 2018 figura la irrupción del movimiento estudiantil como factor de peso en la lucha popular.

El comienzo del segundo cuatrimestre encontró a las principales federaciones sindicales de la docencia universitaria sosteniendo el no-inicio de clases. El reclamo salarial frente al miserable 15% ofrecido por el gobierno fue reforzado por el desfinanciamiento del sistema universitario, la paralización de obras de infraestructura y la subejecución de fondos previstos en el presupuesto, un verdadero combo de ajuste sobre la educación superior.

Mientras las autoridades universitarias amagaron con reclamos mediáticos y luego pactaron con Macri, tras dos semanas de expectativa los estudiantes tomaron el problema en sus manos y se sumaron a la pelea protagonizando asambleas, cortes y movilizaciones. El aporte fue notorio: la ocupación de facultades y rectorados le dio profundidad al proceso de lucha, mientras que las movilizaciones llegaron a contar con 500.000 participantes en todo el país.

En este marco tuvieron lugar la pelea de los terciarios contra la UNICABA de Rodríguez Larreta y de la docencia media de la Provincia de Buenos Aires contra el ajuste presupuestario de la gobernadora Vidal.

El levantamiento de la huelga por parte de las principales federaciones de la docencia (Conadu y Fedun, de orientación kirchnerista y peronista) no significó el fin del proceso de lucha: el movimiento estudiantil mantuvo encendida la llama con diversas medidas de fuerza, apuntando fundamentalmente al rechazo de la política de ajuste y al pacto Macri-FMI. El punto más elevado fueron las tomas u ocupaciones por tiempo indeterminado, enfrentando incluso el ataque de patotas y el armado de causas judiciales.

Cabe destacar que el protagonismo no recayó sobre las federaciones, sino sobre los centros de estudiantes combativos o las asambleas y comisiones de base, que jugaron un importante papel en darle forma y vitalidad a la movilización. Por otra parte, la falta de homogeneidad del proceso entre las diferentes universidades y facultades resultó ser un límite para el desarrollo de la lucha, complementado por la ausencia de una dirección unificada a nivel nacional.

La principal conclusión de la rebelión educativa es el resurgimiento del movimiento estudiantil como factor de peso en la lucha de clases. Si bien la juventud universitaria siempre fue parte de las movilizaciones por los derechos humanos, las libertades democráticas, los derechos de las mujeres y la solidaridad con los trabajadores, también es real que venía estancado en su capacidad enfrentar los planes de ajuste sobre la educación superior. 

En segundo lugar, se presenta la posibilidad de fortalecer las perspectivas combativas al interior del movimiento estudiantil, construyendo agrupaciones en condiciones de organizar y movilizar a los estudiantes con una política de enfrentamiento en las aulas y en las calles contra el ajuste de Macri y el FMI.

En tercer lugar, la presentación del Presupuesto 2019 anticipa un panorama de ajuste y penurias para las universidades nacionales, lo que significa una tendencia al incremento de la lucha de docentes y estudiantes. Es necesario impulsar su confluencia con el resto de las luchas hacia una rebelión popular que derrote al proyecto de las clases dominantes e imponga un programa de gobierno bajo la dirección de los trabajadores y el pueblo, comenzando por el no pago de la deuda externa y la nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos estratégicos del país.


David Paz

Publicado en: 
Sábado, Noviembre 17, 2018 - 13:15

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