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Motines en medio de la cuarentena
A pocos días de comenzada la cuarentena, el 23 de marzo en las tres cárceles principales de la provincia de Santa Fe los internos de los penales de Coronda, Piñero y Las Flores, realizaron motines reclamando condiciones sanitarias acordes a la situación.
Las denuncias de los presos iban desde la falta de higiene en los baños y el hacinamiento hasta la presencia en el penal de personal penitenciario que estaba rompiendo la cuarentena obligatoria, ya que volvían de vacaciones en el extranjero.
En Coronda, donde un detenido fue asesinado de un disparo de arma de fuego, los detenidos ganaron los techos para desde allí exhibir banderas improvisadas donde escribieron sus reclamos. Horas más tarde la policía los hizo bajar a balazos. La madre de Alen Montenegro de 23 años dice verlo en uno de los videos subido en los techos del penal, luego el informe del servicio penitenciario dice que murió de una bala calibre 22 antes de iniciada la represión.
En Piñero el levantamiento fue rápidamente detectado y neutralizado, mientras que en Las Flores el motín llegó a tomar el penal donde cuatro internos fueron asesinados, dos de ellos incinerados en el patio y otros dos mientras se los trasladaba al hospital. En el operativo policial para retomar el control hubo varios internos que perdieron un ojo producto de la represión al ser impactados por perdigones de goma.
Las condiciones de hacinamiento en las cárceles son insostenibles. En pocos años la población carcelaria se triplicó. Hay un 15% de presos por encima de la capacidad de los penales (más de 900 reclusos), la inmensa mayoría sin condena firme. Por estas horas la solución de emergencia sería dar la prisión domiciliaria a unos 350 reclusos con una tobillera electrónica.
Mientras los funcionarios analizan las causas más variadas, esta “suba en la productividad” de presos evidencia el sinsentido de la sociedad que los fabrica. Y como siempre la “conmoción social” termina por ser la cortina de humo que invisibiliza el maltrato, la tortura y el estado de abandono al que son sometidos las víctimas dobles de este aparato siniestro.
Es evidente que nadie quiere llevarse la peor parte de la crisis sanitaria, y eso también incluye a los presos. Si bien las condiciones de las cárceles son particularmente extremas, hay que tomar nota de que bajo ciertos contextos de pauperización social, la respuesta a la crisis puede ser virulenta.
Carlos Quiroga
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