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Monopolios y precios en la Argentina
El comercio exterior se transformó en el factor determinante de la producción, comercialización y provisión de, entre otras cosas, los alimentos.
Veamos, por ejemplo, el problema de la carne. En el año 2019 se produjeron en el país 3.122.000 toneladas de carne vacuna, consignándose al mercado interno 2.290.000 toneladas -esto representa una merma del 8,5% con respecto del año anterior- y exportándose 832.000 toneladas. Si bien la producción de carne subió un 47,9% en 2019, el consumo del producto en nuestro país bajó un 9,4%, debido a los altos precios y los bajos salarios. Veinte grandes frigoríficos concentran el 55% de las exportaciones, entre ellos Gorina, Minerva, Arre Beef, Compañía Bernal, Compañía Central Pampeana (China), Friar (Vicentin), Marfrig, Exportadora de la Patagonia (Grupo Anónima, Marcos Peña Braun), Coto, Quickfood (Brasileña), y diez más. En el año 2018, estos frigoríficos facturaron U$S 3.104,5 millones por exportación de carnes. Otro tanto ocurre con las grandes exportadoras de cereales. En el 2019 la producción de granos, legumbres, harinas y aceites vegetales ascendió a 97,6 millones de toneladas, siendo exportados 66,6 millones de trigo, maíz, sorgo, soja, girasol, arroz, maní, más sus harinas y aceites derivados, junto con algunas legumbres. Ese año fue cosecha récord, y las cerealeras acumularon una ganancia neta de U$S 23.719,5 millones (17,3% más que el año anterior). Las primeras en el ránking son: Cofco (China), Cargill, ADM, Bunge, Aceitera General Deheza (AGD), Vicentín, Oleaginosa Moreno, Louis DreyfusCia, Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), Molinos Agro, Amaggi, CHS Argentina, YPF, Molca y Maltería Pampa. El mismo año, Cofco, Bunge y Cargill, las tres multinacionales, lideraron la venta de trigo al exterior.
Todas estas empresas, frigoríficos y cerealeras, son formadoras de precios en el mercado interno, ya que la competencia -piedra basal del capitalismo primitivo- ha sido aplastada por el monopolio. Tomemos el ejemplo de Molinos Río De La Plata. Esta empresa fue comprada al grupo Bunge y Born (hoy Bunge en Argentina) por el no menos poderoso holding PerezCompanc. La empresa produce y es líder en el mercado, las siguientes marcas de aceites, rebozadores, fideos y harinas: Granja del sol, Exquisita, Lucchetti, Matarazo, Preferido, Vitina, Cocinero, Lira, Blancaflor, Don Vicente, Minerva, Gallo, Arlistán, Nieto Senetiner, y la yerba Nobleza Gaucha. Otro tanto ocurre con la leche. Hay 15.000 tambos en el país, pero el grupo Mastellone concentra más del 60% de las ventas de leche fresca. Y ni hablar de las gaseosas, aguas saborizadas y frutales. Dos empresas, Coca Cola y Pepsi, se sacan los ojos por controlar el mercado, pero entre las dos concentran el 98,3% de las ventas. Coca Cola marcha levemente a la cabeza, con sus productos altamente diversificados. Coca Cola, Powerade, Sprite, Acuarius, Crush, Bonaqua, Fanta, Cepita, Ades, Kin, Hi-C y Schweppes; integran la primera línea en la batalla por el control del mercado de gaseosas.
Veamos a continuación el siguiente cuadro:
Aceites 3 90,5%
Gaseosas 2 98,3%
Aguas Minerales 3 100%
Jugos en polvo 2 89,6%
Azúcar 3 100%
Cerveza 2 98,2%
Leche 1 69,5%
Yogures 1 80%
Embutidos 1 83%
Harinas 2 82,1%
Fideos 1 79,4%
Mayonesas 2 97,8%
Caldos 1 90,6%
Dentífricos 1 84,7%
Desodorantes 1 84,5%
Jabones 1 82,7%
Pañales 2 95,6%
A esto debemos agregar que seis cadenas de supermercados (Carrefour, Cencosud, Coto, La armonía, NexusPartners, Wallmart y Casino) concentran el 89% de las ventas de alimentos (cuatro son extranjeras).
Todos estos grupos son los grandes responsables de la suba desmedida de los precios de la canasta familiar; y solo su confiscación y estatización (de frigoríficos, cerealeras y supermercados), a lo cual debe agregarse la confiscación del latifundio, sobre todo extranjero, podrán detener el proceso inflacionario. Fijando cupos de exportación que privilegien el abastecimiento del mercado interno, regulado por el Estado, en su proceso de soberanía alimentaria que proteja el ecosistema y garantice una adecuada alimentación para nuestro pueblo, incorporando a los millones que hoy pasan hambre o están mal alimentados.
En un país que fabrica alimentos para cuatrocientos millones, un solo niño con hambre, una sola familia revolviendo la basura, es un crimen de lesa humanidad que debe ser castigado.
Solo una nueva democracia, surgida de un poder popular, podrá llevar adelante las grandes tareas que la realidad impone y nuestro pueblo necesita.
Claudio Gallo
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