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La reforma laboral es la gota que colmó el vaso
La ola de puebladas que sacude a Europa, desde los países del Este hasta los de la ribera del Mediterráneo, comenzó a hacer sentir sus efectos en los Estados centrales. Esta vez, lejos de tratarse de una crisis exclusivamente migratoria o ligada a actos terroristas, el terremoto social se vincula directamente con el ajuste que ha puesto a la clase trabajadora como depositaria del mismo.
Lejos han quedado los festejos de unificación jurídica y monetaria que lograron los dos pesos pesados de la Unión Europea: Alemania y Francia. El patio trasero conformado por los países más pobres de Europa no sólo se ha agotado como mercado “interno”, sino, además, ya no soporta más ajustes, como atestiguan España o Grecia. Por eso ahora llego el turno del ajuste entre los ajustadores.
En tal sentido, la reforma laboral del presidente François Hollande es el epílogo de más de una década de trastabilleos sin visos de solución, salvo el ajuste de un lado y la lucha del pueblo del otro.
Por eso, desde comienzos de marzo cientos de miles de trabajadores y estudiantes se han volcado a las calles para protestar contra una política que pretende “afrontar la crisis de desempleo” (que actualmente se sitúa en el 10%, según datos oficiales) con desconocimiento de derechos y conquistas laborales.
En una seguidilla de protestas cientos de miles de franceses han ganado las calles de París y otras 200 ciudades para denunciar la reforma considerada como una medida liberal que perjudica a la clase obrera, terminando en choques directos contra las fuerzas policiales que recurrieron a gases lacrimógenos y balas de goma para intentar contener a los manifestantes.
Y es que la medida pretende ajustar la jornada laboral de 35 horas introducida en Francia en el año 2000 por los socialistas (hoy en el poder), con el fin de reducir el desempleo a condición de maximizar la flexibilización laboral.
La nueva legislación laboral plantea, entre otras cosas, que se mantenga la jornada de 35 horas laborales a la semana, pero que las empresas organicen calendarios alternativos en temporada alta, para ampliar los turnos a 48 horas semanales y 12 horas al día, sin el pago de horas extras, sino que se otorguen más horas de descanso al trabajador cuando la patronal lo crea conveniente.
Tras un mes de protestas que tienen al país paralizado la principal concesión del Gobierno ha sido renunciar a establecer un tope a las indemnizaciones por despido improcedente, pero a cambio sustituirlo por “un baremo indicativo” que servirá de referencia para los jueces del fuero laboral.
Como era de esperar, al igual que ocurriera en Grecia, la medida ha generado división entre la izquierda francesa alineada con el gobierno, de modo tal que se ha precipitado la fractura del bloque oficialista coincidente con el creciente repudio a Hollande.
El 31 de marzo, fecha de ingreso del proyecto al Parlamento, que finalmente saliera por decretazo, las manifestaciones en toda Francia reunieron a 1,2 millones de personas.
Desde ese día, cientos de jóvenes junto a intelectuales, artistas, jubilados y trabajadores se instalaron en la emblemática Plaza de la República para debatir sobre la situación, preocupados por no reeditar la suerte de Syriza en Grecia, ni Podemos en España. Es decir, una salida electoral que no hizo más que agravar la situación.
Jorge Díaz
FE DE ERRATAS: En la versión impresa y formato PDF en la última oración donde dice "Cambiemos", debería decir "Podemos"
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