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La patria o el patrimonio
En vísperas del paro nacional del 9 de abril las expectativas de la jornada parecían decrecer frente a una dirigencia sindical un tanto ambigua, que llama al paro pero a la vez no tiene dramas de dialogar sobre una reforma laboral antilaburante. Desde dicho llamamiento hasta hoy, las actitudes de las dirigencias fueron siendo más punzantes y distantes frente a cualquier diálogo con Milei: ¿Cuestión de valores?
Las respuestas, en parte, hay que buscarlas en las propias acciones del movimiento obrero. La CGT convocó -con un mes de anticipación- a una jornada nacional en un contexto donde amplios sectores de la actividad industrial y estatal ya venían ampliando planes de lucha que no esperan combatividad de las cúpulas frente a tamaño ajuste, despidos y licuación de los salarios por inflación. Los casos más emblemáticos ratifican el lugar protagónico de la clase obrera en la orientación a seguir, incluso por la propia CGT, dejando ver en el interlineado acciones que clarifican el enemigo en común y elevan las acciones de lucha.
En marzo, los obreros de la UOM comenzaron a realizar jornadas de 24, 48 y 72 horas de cese de actividad ante la falta de acuerdos paritarios que mantienen congelados sus salarios desde noviembre de 2023. El conflicto se centra en la estrategia adoptada por las patronales en este marco de alta inflación: dilatar cualquier acuerdo paritario justo, que le gane a los altos índices inflacionarios o no, va generando por goteo una reducción del costo laboral. En este caso, la especulación puesta en la “falta de presupuestos” no entra: en el mismo tiempo, antes de la caída de la actividad, mantuvieron y aumentaron sus ventas de acero en el exterior, y no olvidemos el cinismo de vender los tubos para el gasoducto NK en dólares y a precio internacional en 2023.
Como otras tantas patronales, la Cámara Argentina de Acero (Terniun/Acindar/Ternaris) no ve pérdidas al dilatar una negociación, más aún si el ministerio devenido en secretaría de Trabajo no regula el conflicto. Es que claro está, mediador no es. La secretaría está dirigida por Julio Cordero, abogado laboralista que se desempeñaba en la UIA y el Grupo Techint de Paolo Rocca, dueño del conglomerado industrial más importante de la Argentina.
Los planes de lucha que se vienen realizando son expresiones de este ataque, destacándose las jornadas del 19 de marzo donde las principales seccionales de UOM (Campana, San Nicolás, Villa Constitución) se manifestaron frente a la planta de la empresa Tenaris (Techint) y luego movilizaron por el centro de Campana. Estas concentraciones y movilizaciones callejeras sumaron rápidamente los cortes de rutas junto a otros sindicatos a sus tácticas, reflejo de cómo las condiciones materiales elevan la conciencia y nos pone a los explotados en la misma vereda con mucha rapidez.
Especial mención para la UOM de Villa Constitución, donde el “Villazo” aun cala en la memoria y del que seguimos exigiendo justicia, pero que también es presente: el intendente de la ciudad, Jorge Berti, sostuvo en mayo que las políticas económicas del gobierno Milei "no ofrecen señales de reactivación tanto en el consumo como en el rubro de la construcción" lo cual reduce la actividad de las grandes metalúrgicas y deriva en la suspensión o cesantía de más de 3.000 obreros. No es menor, ya que implica el desempleo en su mayoría de villenses o afincados en dicha ciudad y con ellos, la caída del consumo y ventas comerciales de la ciudad. Lo mismo planeó Donello de la Seccional Rosario de UOM, expresando la caída de actividad de la línea blanca (electrodomésticos), registrando más de mil despidos entre cesanteados, contratos y despidos voluntarios.
Otro ejemplo es el de los aceiteros que se ubican en el cordón agroindustrial entre Puerto Gral. San Martín y San Lorenzo, a 50 km de Rosario, quienes han comunicado un paro desde el lunes 29 de abril en rechazo a los capítulos laborales de la Ley de Bases, extendiéndolo hasta el 1° de Mayo, donde no solo frenaron la actividad, sino que, como en el caso del norte sojero de Santa Fe, bloquearon el acceso a las cerealeras. Acciones que demuestran la elevación de la lucha por encima de la reivindicación salarial y van demostrando una orientación clara: no hay negociación justa con los monopolios, no hay consenso posible con el plan de Milei, o se cae o nos tiran por la borda.
La masiva jornada del 23A que puso al frente al movimiento estudiantil contra el ajuste presupuestario y las condiciones de vida para enseñar y aprender, la incesante lucha callejera del movimiento piquetero por trabajo digno y en reclamo a la falta de abastecimiento para comedores barriales desde enero y los amplios sectores que comienzan a configurar planes de lucha ante conflictos divergentes con base común en la licuadora de salarios y frente a las patronales que, justificados en el receso de la actividad económica, comienzan a suspender y despedir trabajadores y trabajadoras, son expresiones del presente.
Así se desarrollan las condiciones materiales y así se plantea en la conciencia. Pero aun así, precisan todavía aglutinarse aún más, para dar un golpe certero y contundente que no solo voltee el plan del imperialismo detrás de Milei, sino a Milei también.
Por eso, las expectativas de que este paro nacional sintetizara la fuerza combativa que se viene desplegando, de sectores históricos que nunca dejaron la calle, de otros que vuelven al ruedo luego de años de desmovilización (sea por pandemia, falta de claridad política o un auténtico desapego de los errores del albertismo) y de muchos que comienzan a forjar una mirada clasista ante tanta adversidad, se empantana en la conducta de una dirección que no llama a movilizarse.
Lograron sacar de la Ley de Bases la intervención sobre la caja de afiliaciones, que implican realizar automáticamente el descuento por afiliación sindical sin consentimiento previo del laburante, así como habían logrado cooptar la obra social que les condonó Macri. Como en el pasado, estos intercambios salen muy caros si no se hacen a los ojos de las bases, ayer un atril, mañana quien sabe.
Ahora bien, mientras los principales sectores obreros de la industria y la agroindustria donde circulan las principales generaciones de divisas del país vienen elevando planes de lucha siendo concretos en plantear Milei o nosotros, el solo hecho de llamar a un paro y en el mismo día declarar estar abiertos a la posibilidad de dialogar por la implementación de una caja de fondos por cese de actividad que no es más que una indemnización pagada con los propios ahorros del laburante, no pareciera generar demasiada expectativas.
Por eso, no hay que elegir donde ver, sino ver dónde se puede elegir un camino que genere verdaderos resultados, que impliquen nuevas formas de acciones conjuntas, que toquen los intereses de los que realmente manejan las palancas económicas del país: los monopolios, las trasnacionales y la timba financiera especulativa que sostienen.
Las diferencias del movimiento obrero se discuten desde adentro, siempre estarán y serán parte de la sana democracia de nuevo tipo que se debe forjar, pero aquellas que deslegitimen por su abstracción o generalización las propias acciones más elevadas que de esta suscita, son base de acriticismo, el sectarismo y la descontextualización que nos impide profundizar sobre aquello que aún es expresión de una transformación genuina, de base soberana y patriótica.
Jairo Atucha
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