Fin de año sin tregua

Se cumple un año de la asunción al gobierno de Mauricio Macri y como era previsible la situación de los trabajadores ocupados y desocupados empeoró. Las suspensiones y despidos en fábricas, comercio, estatales y servicios ascienden diariamente, las nuevas tarifas de gas, luz y agua duplican lo abonado en facturas anteriores, el aumento en el precio de los alimentos no tiene freno, los medicamentos en muchos casos triplicaron su precio, miles de personas están en situación de calle debido a los altos valores de alquileres y servicios, como consecuencia de falta de un plan de viviendas que contemplen estos casos. Los jubilados apenas llegan a cubrir las primeras semanas del mes con el miserable cobro de los haberes mínimos.

Si las medidas de asistencia -que constan de alimentos y subsidios a los desocupados- se cumplieron aunque sea parcialmente por parte de Desarrollo Social, fue debido a que las organizaciones estuvieron en la calle permanentemente en reclamo de lo conquistado a lo largo de muchos años de lucha. Los aumentos en los montos por  contraprestación a los beneficiarios de los PAT (Plan Argentina Trabaja), el pase del programa Barrios Bonaerenses a la órbita de la Nación y la entrega de alimentos para comedores, merenderos y bolsones a familias de las barriadas donde funcionan las organizaciones, siguen siendo producto del plan lucha que durante el año se realizó en todo el país exigiendo pan y trabajo genuino.

El gobierno entró en diciembre privilegiando cerrar el año “en orden”, es decir, evitando que la situación social se desborde por los reclamos. Es una necesidad política de cara a poder pensar en las elecciones de 2017. En este marco hay que entender la firma de acuerdos en donde puso como cláusula, a cambio de entregar ayuda social, que los firmantes se abstuvieran de realizar reclamos de manera indefinida.

La satisfacción de justas demandas populares arrancadas a los gobiernos en el marco de una negociación es incuestionable, pero firmar una garantía de “paz social” es caer en un chantaje inaceptable para las organizaciones del pueblo, haciéndole un favor inestimable al gobierno. Es garantizarle a Cambiemos que los firmantes van a trabajar para que no haya desborde de los de abajo contra los planes de ajuste. Es retirarse con algunas reivindicaciones asegurando que los de arriba puedan seguir dirimiendo sus planes en contra del pueblo en un marco de tranquilidad institucional. Este es el punto central para entender el acuerdo firmado: por eso la comparación con una paritaria gremial está fuera de lugar. Que después alguna organización signataria salga a hacer un acto como muestra de que “seguimos en la calle” es una manera poco eficaz de eludir el centro del debate.

La tarea de las organizaciones combativas que pelean por los reclamos de los desocupados, entendiéndolos como una parte de la lucha más general por derrotar el proyecto político del ajuste, es profundizar los reclamos en la calle de cara a un diciembre en donde sigue habiendo necesidades sin respuesta. 

Desde CUBa-MTR vamos en reclamo del aguinaldo y un bono de fin de año de 2000 pesos que permita a los compañeros desocupados contar con una mesa navideña digna, mientras seguimos exigiendo trabajo genuino, apertura del programa PAT y nuevos programas en todo el país, cumplimiento de los acuerdos sobre entrega de alimentos, no la criminalización de la pobreza y la protesta, por la anulación de las condenas y procesamientos a los luchadores populares.

Oscar Kuperman