El gobierno ha defraudado las expectativas populares. La profundidad de la crisis política acentúa su derrape e indirectamente favorece a quienes ofrecen un capitalismo mas aggiornado a las... Ver más
El modelo expone su vulnerabilidad
En ocho meses el gobierno desaprovechó la oportunidad para afianzar su gestión, abierta con el 52% de los votos del balotaje. Los efectos de aquellas primeras medidas concebidas por el establishment como exitosas, tales como el pago a los buitres, la eliminación del cepo, la devaluación y el realineamiento incondicional con el mundo de Wall Street, sin contraprestación hasta hoy, terminaron agravando el estancamiento heredado. Pero fue fundamentalmente con el feroz ajuste definido y con los aumentos tarifarios donde mayor rechazo recibió y a su vez donde mayor impericia demostró. Un verdadero fracaso que puso en evidencia la vulnerabilidad política del proyecto.
Con la eliminación de retenciones, devolución del IVA, cambios en Ganancias, Bienes Personales y otras medidas, el gobierno resignó $219.000 millones en los ingresos fiscales, o sea 2,3 % del PBI. Debían ser compensados con el 12% que de hecho significó la pérdida de salario real y jubilaciones frente al descontrol inflacionario, además de los $70.000 millones que inicialmente pretendían rescatar con la disminución de los subsidios en las tarifas. El diferencial luego del paso atrás será englobado, como tantos otros, dentro de ese gran bolsón en que se transformó el déficit fiscal, que tiende claramente a superar el del último año de Cristina Kirchner.
Más allá del replanteo oficial, las medidas implementadas produjeron de hecho una cuantiosa transferencia de ingresos de los asalariados, jubilados y consumidores hacia sectores mayormente de grandes empresas, que acentuó el cuadro recesivo y dejó en claro, para los aduladores del manual, que la corriente inversora del gran capital amigo aún no llegó y que sus posibilidades, ya bastante menguadas, dependen ahora de los “éxitos” del blanqueo de capitales mal habidos. Aquí es donde la ‘nueva política’ del ‘equipo’ del ingeniero Macri aparece envejecida y ya conocida, y ante los riesgos de un derrape mayor visto la intensa participación popular que se coló en el escenario anticipadamente.
La pobreza no espera
Vendrán ahora la superficialidad de los debates entre técnicos y asesores sobre el descenso de la inflación, o si ya tocó fondo la recesión y se produce el rebote, o en qué condiciones y cuándo llegan inversiones genuinas, etc. Lo cierto es que se espera una caída del PBI cercana al 2% al cierre de año, y en el mejor de los casos, un crecimiento de 4% en 2017. Es decir apenas un diferencial de 2% de crecimiento en el bienio, casi nada frente a las necesidades insatisfechas que se arrastran desde hace años y que se han agravado en este último período. El crecimiento de la pobreza según el Observatorio Social de la UCA alcanza un 45% en los menores a 17 años; es decir que casi 6 millones de chicos sobreviven en hogares cuyos ingresos no completan una canasta básica de bienes y servicios. O bien los registros, al mes de junio en CABA, que determinan que el 50% de los asalariados gana por debajo de $10.000 cuando la canasta básica completa sin incluir alquiler llega a los $12.000. Se entenderá entonces por qué no se puede esperar ningún día, menos meses ni años los resultados prometidos, como tampoco abrigar esperanzas en quienes, ya desatada la campaña, se perfilan como “renovadores” en vista al 2017, y menos aún en aquellos que hasta hace poco formaban parte del anterior gobierno. Hablar de “pobreza cero” como dice el presidente es mentira, es hipócrita e hiriente, en un país donde el 20% de los niños arrastra problemas de nutrición o inseguridad alimentaria, se pierde el trabajo y crece el mercado informal a la par del crecimiento del narcotráfico con todas sus implicancias. Al respecto, también en este plano afloran las internas en el macrismo antes de lo pensado, como se pudo apreciar en la súbita aparición de efedrina en depósitos de la Aduana y los entretelones entre la ministra Bullrich y el depuesto jefe aduanero Gómez Centurión en una oscura asociación entre la “nueva” política, los servicios de espionaje y el narcotráfico.
Más allá del ajuste
La política de ajuste es un nuevo intento de acumulación altamente regresivo por parte de viejos y nuevos grupos del capital monopólico. No hay salida a la crisis capitalista sin profundizar esa misma crisis. El proyecto no se monta exactamente sobre una corriente inversora sino sobre una política de verdadera confiscación a la fuerza de trabajo y saqueo de los recursos naturales. La movilización popular se anticipa como un condicionante político a la vez que se abren interrogantes en el bloque dominante sobre la capacidad del gobierno para cumplir su tarea. De allí hasta que se consolide el grupo hegemónico no habrá plan ni estabilidad en el modelo. Mantener altas tasas como definió Sturzenegger -presidente del Banco Central- hasta que baje la inflación, y absorber a la vez el circulante mediante las Lebacs para premiar al capital bancario con intereses de 28%, profundiza la recesión. Una suerte de tierra arrasada atravesada por la bicicleta y el capital financiero, en donde las multinacionales cuentan con las puertas abiertas.
Macri al borde del éxtasis
En el clímax de su naturaleza entreguista el gobierno de Macri, con el objetivo de atraer inversiones extranjeras al país, organizó el Foro de Inversión y Negocios, el llamado “Mini Davos”, que será, en definitiva, una vidriera para vender la Argentina a precio de remate. Para ello reunirá a 1900 empresarios y altos ejecutivos de empresas de primera línea, incluyendo más de 100 CEO, parte de la crema de multinacionales, monopolios nativos y el gran capital financiero que depredan el mundo.
La movilización popular condiciona el futuro del plan
Desde la perspectiva de la clase obrera y el pueblo no hay mayores dificultades para definir el carácter reaccionario del gobierno de Macri. La conducta de miles de trabajadores volcados a la calle lo certifica. El tropiezo frente al tema tarifario, de mayor implicancia política antes que económica, puso rápidamente en debate la cuestión de la gobernabilidad. La última marcha de las dos CTA, precedidas por otras tantas movilizaciones y paros de estatales, organizaciones sociales, barriales, estudiantiles, de la salud y multisectoriales, dejan sin margen a la burocracia de la CGT para seguir postergando medidas de mayor volumen. Quedó expuesto el paso atrás del gobierno en los intentos por recuperar iniciativa y recomponer el diálogo con la oposición política, empresarios, iglesia y sindicalistas, incluidos gobernadores e intendentes. Todo está permitido en el debate, encrespado por momentos y cargado de oportunismo, menos favorecer el desborde institucional. Allí radican los verdaderos temores frente a una oleada de luchas y cuando aún permanecen frescos en la memoria del pueblo los sucesos de 2001.
En tal sentido venimos trabajando, junto a otras organizaciones, por la construcción del paro nacional desde abajo y con movilizaciones, según lo determine la agenda del campo popular y no una dirigencia política distraída y de escasa representatividad. Lo que viene es la convocatoria a movilizarse el próximo 16 a la audiencia por las tarifas de gas para rechazar y deslegitimar todo aumento al respecto. Ese mismo día marcha la juventud en todo el país ante un nuevo aniversario de la Noche de los Lápices. El 18 se realizan marchas y actos al cumplirse los 10 años de la segunda desaparición de Julio López. Cierra septiembre con jornadas o marchas multisectoriales obreras y piqueteras en distintas provincias por trabajo, reapertura de paritarias y contra las cesantías de los 17 trabajadores estatales en Tierra del Fuego. Vamos en octubre por las II Jornadas Antimperialistas Revolucionarias (JAR) en Rosario y hacia actos por el Che el 8/10 ante un nuevo aniversario de su caída en combate. Y en esa misma ciudad habrá activa participación y masiva concurrencia al XXXI Encuentro Nacional de Mujeres. Una agenda cargada de razones a la que deben agregarse las cientos de marchas y protestas que surgen espontáneamente como parte de una Argentina rebelde que se va configurando desde abajo, sin ataduras ni tiempos electorales, con el acento puesto en organizar y elevar la lucha más allá de los frenos institucionales y de una dirigencia deslegitimada.
Andrés Zamponi
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