El macrismo no aprende

Martes, 15. Octubre 2024

Avanza una nueva reforma de la educación en CABA, la tercera desde que el macrismo gobierna la Ciudad. A las secundarias que el año próximo serían escuelas piloto -o “pioneras”, como le gusta decir al gobierno- se le suman los anuncios de cambios para la primaria. Inestabilidad laboral, precarización educativa y negocios, el telón de fondo detrás de los documentos y las operaciones de prensa.

El mes pasado, el jefe de gobierno Jorge Macri y la ministra Mercedes Miguel anunciaban la implementación de la tercera reforma en la secundaria desde que gobierna el macrismo: “BA Aprende” continúa la saga de la implementación de la NESC (en consonancia con la resolución del Consejo Federal) en 2014 y de la “Secundaria del Futuro” en 2018, todos planes inconsultos, polémicos en sus fundamentos pedagógicos y promotores de flexibilización laboral. 

Argumentan el nuevo cambio en los malos resultados que arrojan las evaluaciones externas que hace el Ministerio de Educación. En lugar de seguir imponiendo reformas, sería mejor asumir que si hay malos resultados sostenidos en el tiempo, quizás la mayor responsabilidad sea de quienes vienen gobernando el distrito desde hace más de cuatro mandatos. En lugar de ello, mientras en la gestión anterior buscaron culpar a la docencia -recordar los ataques constantes de la ministra Acuña-, los funcionarios actuales son partidarios de las frases pomposas, como “pasar de la enseñanza al aprendizaje”. Cualquiera que haya estudiado un poquito de didáctica sabe que esto es un chamuyo berreta, igual que todos los documentos que elabora el Ministerio, llenos de imprecisiones e incoherencias: no es casual que ningún académico quiera poner su nombre en esos engendros, que solo llevan la firma de la ministra. 

La implementación de la reforma va a causar estragos en el trabajo de la docencia. La concentración de horas por establecimiento que se pretende promover, se va a llevar puestos a docentes interinos e incluso a no pocos titulares. En algunas escuelas se calcula que puede llegar a quedar entre un 30% y un 40% menos de docentes. ¿Adónde van a ir a parar quienes pierdan sus horas? Quienes sean titulares van a migrar hacia las vacantes que se generen en otras escuelas, desplazando colegas interinos que van a intensificar la competencia por los cargos que vayan surgiendo, en la medida en que haya más docentes para menos puestos. Es decir, hasta que el sistema se reacomode, cientos de docentes van a transitar un período de precariedad con la consecuente inestabilidad en los ingresos. En un contexto en el que, aun cobrando todos los meses, la plata apenas alcanza para llegar a fin de mes.

Varias escuelas realizaron movidas de rechazo. Las asambleas, los abrazos, los pronunciamientos, lograron frenar el ingreso a la reforma en el Normal 1, el Normal 7, el Cerámica y el Liceo 5, entre otras. En algunas escuelas la reforma pasó en medio de protestas de docentes y familias, como en el Lengüitas, ratificando el carácter compulsivo, alejado de lo que dice la ministra respecto de la supuesta consulta a la comunidad. Además de que el macrismo pretende avanzar hacia una “educación de calidad” cambiando de acá a marzo del año que viene los planes de estudio de los cinco años de la secundaria en simultáneo, a diferencia de las reformas anteriores que fueron graduales. A tales efectos, en las escuelas piloto las clases se terminan algunas semanas antes para que los docentes discutan cómo reconvierten las materias que vienen dictando en “talleres y laboratorios”. Así, no le preguntan a la docencia qué opina, pero la obligan a realizar en tiempo récord un trabajo que le correspondería hacer al Ministerio.

Es que sobre esta base de precariedad laboral se monta el aspecto pedagógico. Salvo Lengua, Matemática y segunda lengua (Inglés), el resto de las materias pierde especificidad, diluyéndose en una suerte de “ejes temáticos”, algunos de cursada obligatoria y otros optativos. Se jerarquizan las “habilidades” por sobre los contenidos curriculares, con excepción de aquellos de las mencionadas materias troncales, que pasarían a ser “contenidos fundacionales” (sic). E invocando la inclusión, se pone en primer plano a las “trayectorias” de los estudiantes. A diferencia de la escuela como dispositivo de masas que buscaba nivelar para arriba las diferencias que se traían de fuera de la escuela -aspecto progresivo de la escuela del siglo XIX que se viene perdiendo a pasos agigantados-, ahora se resalta que cada trayectoria es individual y única. La escuela se transforma así en una gran clase particular, en donde cada uno llega hasta donde puede, en la medida en que sepa leer, haga cálculos matemáticos básicos y pronuncie unas cuantas palabras en inglés: así de burdas son las “habilidades del siglo XXI”. 

Esto empalma con la reforma que se anunció para la escuela primaria que, según los anuncios oficiales, pondría el acento en la lectura. Detrás de ese objetivo del que nadie estaría en contra, viene la letra chica de las “habilidades”. Acá aparece la “educación socioemocional”, definida como “la capacidad de reflexionar y autorregularse; de introspección, gestión de las emociones y autocontrol de impulsos negativos”. El aumento en los índices de padecimientos psíquicos que presentan nuestros pibes en las escuelas pretende ser abordado con un paradigma propio de libros de autoayuda, mutilando a los jóvenes respecto de su entorno social. Otro tanto se puede decir de la “educación financiera para la vida”, en donde se inculcará cómo recoger alguna migaja de la exorbitante timba financiera en curso, aprendiendo por ejemplo a usar billeteras virtuales. Estos “contenidos transversales” tienen un fuerte lobby de fundaciones ligadas a escuelas privadas y a grandes empresas tecnológicas; además de difundir sus puntos de vista, se dedican a vender paquetes tecnológicos y diferentes diseños para educación. Acá hay una pista de por qué cada pocos años tenemos una reforma nueva.

Frente a esta avanzada, la conducta de los sindicatos fue dispar. Algunos como UDA celebraron la reforma sin condiciones: la misma actitud colaboracionista que mantiene a nivel nacional la cúpula de la CGT de la cual son parte. UTE se limitó a exigir que se protegieran lo más posible los puestos de trabajo. Diciendo poco y nada sobre las consecuencias pedagógicas, su conducción promovió la protección de interinatos, es decir, patear el problema de la estabilidad para dentro de uno o dos años, cuando va a volver a estallar. Parten de una caracterización derrotista de que a este gobierno no se le puede ganar, entonces lo mejor es no quedar fuera de las negociaciones y agarrar lo que se pueda. Con ese punto de vista vienen manifestando en comunicados -prácticamente lo único que hacen, comunicados- su “preocupación” por las paritarias a la baja que todos los meses hacen que el salario pierda contra la inflación. No fueron pocos los delegados de base que se cortaron solos e impulsaron asambleas. Ademys tuvo un rol activo en ayudar a las escuelas a organizarse y oponerse a la reforma, a veces pecando de sectarismo al sumar al peronismo a la denuncia, ampliando así el blanco hacia el cual dirigir el golpe. 

El gobierno de la Ciudad está decidido a avanzar con su plan, pero nada dice que tenga el camino allanado. A quienes plantean que tarde o temprano esta reforma se instalará en todo el distrito, hay que recordarle lo conflictiva y desigual que fue la aplicación de la Ley Federal en los ’90, que tuvo a la Ciudad en el centro de la polémica. Hay que continuar la organización por escuelas, haciéndole pagar sus vacilaciones a las direcciones claudicantes, apoyados en la asamblea y los delegados combativos, para confluir con familias y estudiantes en un movimiento que ponga como centro la defensa de la educación pública contra los avances de un gobierno que avanza en su destrucción.

Facundo Palacios

Martes, Octubre 15, 2024 - 21:45

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