El Bonaparte no se cierra

Miércoles, 16. Octubre 2024
El Bonaparte no se cierra

La política de desfinanciamiento del gobierno de Milei es manifiesta: no intenta ocultarla ni en el ámbito de la salud ni en el educativo o en el sector de ciencia y técnica. La única alternativa que tenemos los trabajadores y el pueblo es mantenernos en estado de alerta y movilización para intentar frenar los embates de un gobierno que (cada día más) claramente no vino a ajustar a la casta sino a beneficiarla en perjuicio de las condiciones de vida populares. 

Un ejemplo de cómo plantarse ante el avasallamiento de los derechos que el gobierno nacional impulsa fue la rápida reacción de trabajadores, pacientes y comunidad en general alrededor del intento de cierre del Hospital Nacional en Red “Lic. Laura Bonaparte”, un centro de salud de referencia nacional, especializado en salud mental. Tiene servicio de internación, de hospital de día y de consultas externas. Su capacidad de acompañamiento del paciente con trastornos de la salud mental es, por lo tanto, de gran amplitud. Si además agregamos la calidad profesional y humana de sus laburantes, se magnifica su valor. Por eso fue tan disruptivo el anuncio de desfinanciamiento del hospital de parte del gobierno nacional, a cuya jurisdicción pertenece. Es que no tiene nada que ver con la casta pagando el ajuste. Este es un centro de salud de funcionamiento a bajo costo, por el hecho de no tener quirófanos (que suelen representar un alto presupuesto) y que además -como debiera ser del gusto del gobierno- genera sus propios recursos mediante el cobro a obras sociales por servicios prestados.

El mecanismo, entre los trabajadores de la salud, ya es conocido. Primero anuncian una disminución en actividades, como cancelación de nuevas internaciones y atención por guardia, lo que pone al centro a trabajar a media máquina. De ahí, la quita progresiva de tareas es el allanamiento del camino hacia el cierre. Ante esta primera alarma, el jueves 3/10 los trabajadores del hospital decidieron un plan de lucha en asamblea y al día siguiente pararon y concentraron en la puerta. Rápidamente organizaron vías de comunicación y obtuvieron una repercusión positiva del resto del sector sanitario y de la comunidad en general. Esto se plasmó en el acompañamiento que durante esta última semana recibieron: cientos de personas poniéndole el cuerpo a la causa. La ocupación durante ese primer fin de semana, garantizando la atención de los y las pacientes, junto a la visibilización que se le dio por parte de vastos sectores de la sociedad y los medios de comunicación, provocó que el inminente anuncio de cierre que se esperaba para el lunes 7 no sucediera. En cambio, el anuncio fue de reestructuración, algo que no quita las señales de inquietud, pero que en principio da más margen para seguir peleando.

Frente a un nuevo ataque de un gobierno que no para de hacer daño, las y los laburantes dieron una respuesta a la altura, sin dejarse amedrentar por la motosierra. Por eso, la toma es un ejemplo para el conjunto de los trabajadores sobre cómo enfrentar a Milei. No debe haber sido casualidad que en la semana posterior, varias facultades del país hayan sido tomadas para luchar contra el veto: en ese sentido, la lucha del Bonaparte aporta a canalizar y orientar una bronca que se viene gestando hace meses. A su vez, dejó en orsai a la burocracia. Durante los días más álgidos del conflicto, sólo ATE hizo un aporte. Desde UPCN planteaban que había que esperar a que anunciaran efectivamente el cierre para tomar medidas; de Médicos Municipales no hubo ni noticias. El desborde por abajo marca un camino para vencer al colaboracionismo sindical. 

Para el gobierno nacional esto fue una derrota. Primero, presionaron a la dirección del hospital para que desactivara el paro. El antecedente reciente de la limpieza de la dirección del Hospital Garrahan luego del bono de 500.000 pesos para sus trabajadores marcaba la pauta. Ante la imposibilidad de vencer la lucha, se vieron obligados sentarse a dialogar. Hasta ahora, tuvieron que salir a anunciar que el hospital no se cierra. Sin embargo, la lucha continúa. No hay garantías de financiamiento, como tampoco de que no se intente pasar el hospital a jurisdicción de CABA, recordando esto al proceso de descentralización de la década del ‘90 que redundó en desarticulación y desfinanciamiento de la salud pública. La lucha de las y los trabajadores junto a la solidaridad popular es la mejor reserva contra ese proyecto nefasto, en defensa de la salud pública.

Valeria Casas

Miércoles, Octubre 16, 2024 - 14:30

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