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El abrazo del Oso | Siguiendo los pasos de su padre, Mauricio Macri cambia de socio
Parece sorprendente, pero la visita de Mauricio Macri por Oriente dejó al desnudo que éste erró por partida doble:
Primero, al creer que mostrando simpatías por los derrotados líderes del Partido Demócrata, Hillary Clinton y Barack Obama, lograría ser parte del club de amigos de los Estados Unidos. Segundo, al suponer que la recomposición con el vencedor, Donald Trump, traería finalmente el tsunami de inversiones que prometió durante la campaña electoral, pago a los fondos buitres mediante, perdiendo de vista que la primera economía mundial no estaba para tirar manteca al techo, sino, por el contrario, para abroquelarse en su propio Brexit o salida de la globalización.
Por eso, luego del “exitoso” acuerdo de venta de limones tucumanos a los Estados Unidos y sin atraer ninguna inversión, a Macri no le quedó más remedio que seguir los pasos su padre, alguien con más vuelo empresarial, sin lugar a dudas, y recalar en China.
Como se recordará, luego de desestimar la candidatura de su hijo Mauricio para las presidenciales de 2011, Franco Macri cerró una serie de acuerdos entre China y Argentina (es decir de Estado a Estado, como embajador empresarial de Cristina) que le dejó una jugosa comisión del 4% sobre los 10 mil millones de dólares de inversiones chinas para las obras del Belgrano Cargas (parte fundamental del actual Plan Belgrano). Así, con este telón de fondo y la venia de Cristina Fernández, se creó el Consejo Empresarial Binacional de Integración e Inversiones con Franco Macri a la cabeza.
Hoy Franco –que vive 6 meses por año en China- es consejero senior para inversiones chinas en América Latina nombrado por la Asociación para la Promoción de la República de China en el Mundo (CAPID) y hasta ostenta el título de Ciudadano Ilustre de Xianxi: un reconocimiento por sus gestiones –que ya llevan más de dos décadas- entre Asia y América Latina, sin olvidar que él fue uno de los principales promotores de la creación de la Cámara de la Industria y Comercio Argentino-China. Sin lugar a dudas, todo un espaldarazo para el gobierno actual.
Por eso, no es de extrañar que en este contexto la canciller Susana Malcorra admitiera que el acuerdo con los chinos para la construcción de dos centrales nucleares fuera la “confirmación” del que se había hecho con el anterior gobierno.
Lo cierto es que en el último día de visita Mauricio Macri firmó con su par chino Xi Jinping acuerdos para construir dos nuevas centrales nucleares, una planta de energía fotovoltaica y la primera etapa del ferrocarril Belgrano Cargas y, además, promesas de inversiones por 17 mil millones de dólares. Sin embargo, quedó en veremos el acuerdo para la construcción de las represas hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, firmado en 2015, por los eventuales problemas legales ligados al acuerdo anterior, algo que los chinos pretenden esté despejado antes de avanzar con los negocios.
Con este acuerdo, China, que ahora dirige su propia Globalización (planificada), avanza en su proyecto de refundación del Camino de la Seda más allá del Asia Central, apuntando directamente al patio trasero de los Estados Unidos y a convertirse no solo en la potencia dominante en materia económica, sino, fundamentalmente, política y militar.
El último plan quinquenal trazado por el PCCh (del cual llevan transcurridos 18 meses) avanza en dirección a reconvertir toda la fuerza industrial china mediante la robotización de la misma, elevar los salarios para dar vigor a su propio mercado interno (destino de la producción manufacturera), corresponder en su cerrazón a Trump devolviéndole sus empresas y firmas previsiblemente obsoletas y, eventualmente, ejecutar las acreencias de deudas sobre Estados Unidos. Mientras tanto, y para disipar cualquier duda, China hace punta en el desarrollo de su industria bélica, garantía de su actual proceso de expansión imperialista.
Queda claro que frente a tal pretensión Argentina es un engranaje menor -algo que Macri sabe perfectamente-, y que esto traerá más de un dolor de cabeza a la gran burguesía local tal como se evidenció, por ejemplo, con el grupo Techint a la hora de aportar tubos sin costura para las redes de gas, donde tubos chinos resultaron de mejor calidad y menor precio que los producidos localmente.
De esta forma, como saldo de este “inevitable” acercamiento, el acuerdo con el gigante asiático podría significar un verdadero abrazo de oso ya que precisamente lejos está esta China de ser el país socialista que Mao alguna vez soñó.
Macri así escribe otro capítulo en la historia de la entrega.
Jorge Díaz
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