El 14 de junio sesionará el Congreso de la Federación Universitaria de Buenos Aires, con previos paneles y comisiones de debate, impulsado por la conducción de la FUBA (PO - Mella).
... Ver másEducación - Camino a la nueva LES: algunos primeros esbozos
En marzo pasado, Alberto Fernández hizo el llamado a discutir una nueva ley de educación superior. Esto, si bien no vino acompañado con un proyecto de ley oficial, marcó el inicio de los debates en la comisión de educación de la Cámara de Diputados y el armado de comisiones en el Consejo Interuniversitario Nacional y el Consejo de Rectores de Universidades Privadas. A la par, el Ministerio de Educación comenzó a poner en marcha una serie de iniciativas que marcan el rumbo de la agenda universitaria.
Es de señalar que la Ley de Educación Superior regula tanto a las universidades nacionales, como a las universidades privadas e institutos terciarios. La LES vigente fue sancionada durante el menemismo, con dos modificaciones realizadas a finales del mandato de Cristina Kirchner en 2015: la concepción de la educación como un derecho y no como un servicio y la consagración del ingreso irrestricto. Ambas modificaciones, realizadas como un manotazo electoral, tuvieron más carácter declarativo que otra cosa. En los hechos los ingresos continúan teniendo cupo en facultades como las de Medicina o contienen grandes filtros como el CBC en la UBA, mientras que el arancelamiento continúa en marcha.
En general, lo que el gobierno nacional plantea es un acuerdo federal educativo con tres ejes centrales: la reforma en la educación superior, en la formación docente y en el financiamiento educativo. Estos ejes, que implicarían tres proyectos de ley distintos, a grandes rasgos apuntan a la misma dirección y siguen los lineamientos formulados por la UNESCO para la región. La hibridación del sistema educativo apuntalando la formación a distancia, la flexibilización de la enseñanza y la preparación para los “empleos del futuro”. Lo que en palabras coloquiales implica la sintonización de la educación de todos los niveles con las necesidades del mercado laboral. Formación de mano de obra poco calificada y barata, que pueda ocupar e incluso inventarse -como la llamada economía popular- puestos de trabajos precarizados, informales y poco remunerados. Paradoja la del sistema en el que estamos inmersos en donde, la educación del futuro que venden como “innovadora”, es la reducción de la formación académica a talleres de oficio. Ahora lo central en el área educativa pasa por el desarrollo de las llamadas “habilidades blandas” de cada estudiante, que no son más que un cúmulo de aptitudes que califican las grandes empresas como positivas a la hora de seleccionar trabajadores.
Con respecto a las universidades nacionales, las posturas que se vienen sosteniendo entre los rectores y el propio secretario de Políticas Universitarias, son los mismas que marcó el Banco Mundial en 2017 cuando planteaba los cambios a realizar en materia de educación superior en los países de América Latina y en particular en nuestro país: flexibilizar las carreras de grado, apuntando a la formación de trayectos más cortos, reemplazando así las carreras de grado por “bachilleres universitarios” a través de los créditos académicos; la flexibilización de la división de las áreas de enseñanzas, apuntalando a la formación de consorcios de universidades; y la profundización de la educación a distancia propiciando la hibridación definitiva del sistema de enseñanza. La consecuencia directa de esto es el traslado de contenidos que actualmente son parte de las carreras de grado, a la formación especializada que está arancelada.
En síntesis, una reforma educativa que viene a profundizar el modelo planteado por la LES menemista, inspirada en el acuerdo de Bolonia. De hecho, parte de estas reformas ya fueron puestas en marcha durante el gobierno de Macri y Argentina se comprometió a adoptarlas en la CRES del 2018. La sanción de una posible ley que plasme legalmente el proceso en marcha y apuntale a su continuidad en el futuro, es un guiño a los organismos internacionales de crédito en el marco de la renegociación de la deuda externa. Si vemos el caso de Ecuador puede servir para pensar la propia coyuntura nacional, más allá de las grandes diferencias entre los sistemas educativos. El gobierno de Lasso, siguiendo lo pactado con FMI al reestructurar la deuda, dentro del paquete de reformas que está impulsando, lanzó un proyecto de reforma de la ley de educación superior que ya viene siendo foco de movilización entre docentes y estudiantes del país.
Las aulas híbridas
Hace unas semanas el ministro Trotta, en el marco del plan de Virtualización de la Educación Superior, anunció el impulso de las aulas híbridas, un sistema bimodal de enseñanza que alterna la virtualidad y la presencialidad en las universidades nacionales. Este proyecto, que se propone sostenerse más allá de la pandemia, viene en sintonía con las decisiones individuales de varias universidades en el último tiempo. El consejo superior de la Universidad Nacional de Rosario, por ejemplo, aprobó en junio un proyecto que regula -postpandemia- la posibilidad que cada cátedra opte por dar clases e incluso tomar parciales de manera presencial o virtual. Más allá de los debates pedagógicos en torno a la virtualidad, el problema sigue siendo el mismo que hace un año: se anuncia que la virtualidad llegó para quedarse, pero se sigue sin plantear una solución al problema material de acceso digital.
Esto es un tema central si tomamos en cuenta que -con o sin virtualidad- los datos sobre la deserción universitaria son demoledores. Según el presidente de la CoNEAU, Néstor Pan, solo en el conurbano bonaerense la tasa de deserción ronda entre el 50% y el 60% en el primer año. Mientras que a nivel nacional solo el 22% de los/as estudiantes logran egresarse. Esta situación, preexistente pero agravada con la pandemia requiere de medidas concretas para garantizar la permanencia.
En este último punto hay un debate. Para el CIN y el Ministerio de Educación el problema de la permanencia es un problema de rigidez, que se soluciona con la mera flexibilización y certificación de los conocimientos adquiridos. Esta línea de pensamiento queda más clara con el objetivo planteado por el rector de la UNC Hugo Juri: “la universidad tiene que competir con los cursos digitales de seis meses que hace Google o Amazon que valen lo mismo que un egresado de una carrera de grado”. O sea, las carreras de grado del futuro son lo que hoy conocemos como cursos de oficio. En esta dirección apuntan la formación por parte de la UNC de las llamadas “universidades populares” y la construcción del Campus Norte en el interior de Córdoba.
Mientras tanto se desconoce el rol del presupuesto educativo para garantizar la permanencia y el egreso. Si tenemos en cuenta que la gran mayoría de quienes acceden a la formación universitaria son jóvenes y que justamente es la juventud uno de los sectores más afectados por la crisis económica, la deserción es un hecho. Allí tienen que estar un cúmulo de políticas públicas que hoy lejos están de alcanzarse. Desde dispositivos y conexión gratuita, hasta un Progresar con un monto que no sea miserable y no tenga restricciones, como así también garantizar insumos básicos para poder estudiar. Todo esto, en el marco de un plan que también garantice salarios acordes a los y las trabajadoras, que durante este año y medio solo vieron pisotearse sus derechos laborales.
Educación superior ¿para quién?
El problema de la educación superior sigue siendo su orientación. Hoy la producción del conocimiento científico, en su gran mayoría, apunta a incrementar las ganancias de monopolios y multinacionales. Por eso el lobby es la característica central del sistema universitario argentino. Las reformas hasta ahora planteadas vienen a profundizar el saqueo y la entrega de nuestro país. Entonces, discutir una nueva ley de educación superior, no es solamente una cuestión de financiamiento. Implica discutir el proyecto de país y la necesidad inmediata de un cambio revolucionario. En ese marco, es menester no perder de vista los planes educativos de la actual gestión y su relación con la crisis en marcha. No se trata solamente de defender la educación pública, sino también de ponerla en tensión y discutir su orientación.
Martina Bas
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