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Transcurrieron las elecciones en un tercio de las provincias del país. El dato más visible fue la ratificación de los oficialismos, salvo en el caso de Neuquén, en donde la lista ganadora fue una escisión del MPN. Los gobernadores decidieron separar sus elecciones de la presidencial; cuestión por demás atendible en provincias con gobiernos cercanos al presidente Fernández (La Pampa, Tierra del Fuego, San Juan), pero que también incluyó a las abiertamente opositoras como Jujuy y las intermedias como Salta o Misiones. Se jugaron por lo seguro: ninguno quiso poner su capital político al servicio de una elección nacional que viene incierta para todos.
Los ganadores fueron peronistas y radicales de distinto pelaje. En las provincias de la periferia se ratificó una partidocracia bien aceitada. Esto contrasta con la performance del PRO, que hasta acá lo confirma como una fuerza de la CABA y el Conurbano. Otro tanto para las listas de Milei: sus candidatos no hicieron elecciones especialmente malas, pero estuvieron lejísimos del fantasma que se viene inflando alrededor del excéntrico economista liberfacho.
La suspensión de las elecciones de San Juan y de Tucumán dictada por la Corte Suprema fue otro alevoso ejemplo de cómo los cortesanos juegan abiertamente para la oposición macrista. La buena elección legislativa del PJ en San Juan muestra que la maniobra tiene patas cortas y en definitiva no va a pasar de una mojada de oreja. Pero también dejó al desnudo un punto débil del aparato electoral, que tiene que poner a sus caudillos al frente aun al filo de la legalidad, forzando la letra constitucional para perpetuar reelecciones. Síntomas de una crisis política que continúa en desarrollo.
En elecciones de cargos ejecutivos suele haber una mayor participación de votantes que en las que solo son legislativas. No fue lo que pasó en esta oportunidad, en donde votó menos gente, con picos en Misiones (-7,6% en relación a la elección anterior) y en Río Negro (-5,6%). El voto en blanco fue la estrella en Tierra del Fuego, que junto a los votos nulos alcanzó el 23%: no solo quedó en segundo lugar, sino que sacó solo 4 puntos menos que las cuatro listas juntas que quedaron por detrás. También fueron altos los porcentajes de blancos y nulos en Jujuy, Río Negro (9,56% en ambas) y La Pampa (7,41%).
Una participación a la baja con importantes picos de votos blancos y nulos, en medio de una crisis económica que se agudiza todos los meses y con las grandes coaliciones que todavía no ordenaron sus candidaturas. Datos que nos afirman en nuestra táctica electoral de voto bronca: votar en blanco, anular el voto o no ir a votar.
Una rosca infame
En este marco oficialismo y oposición tratan de poner en orden sus papeles. En el Frente de Todos ganó volumen la idea de llevar a Massa como candidato. De confirmarse, terminaría lo que comenzó Alberto Fernández con su renuncia a competir por un nuevo período. La verdadera reelección sería la de Massa, que es quien encabeza de verdad el actual gobierno; con el detalle, claro, de que para este primer mandato no lo votó nadie.
Pero lo más destacado es la debilidad de origen de esta candidatura. Se trata del ministro que prometió bajar una inflación que crece todos los meses. Repasar la proyección presentada en el presupuesto de 60% anual, sería para reírse si no fuera tan dramático para el pueblo trabajador. Y así y todo es el candidato más competitivo: pensar en un De Pedro o en un Rossi, incluso en un Scioli, es apostar por una derrota segura. Por su parte Kicillof no se va a inmolar estando en juego el control de la Provincia de Buenos Aires.
El ministro puso como condición que todo el FdT cierre filas detrás suyo. Inmediatamente salió a cruzarlo Grabois, quien planteó que no se baja de las PASO. También sigue en pie el “operativo clamor” sobre Cristina Kirchner, a pesar de que en sus discursos, en sus actos y ahora también por carta, la vicepresidenta deja en claro que no se va a presentar a nada. Como están las cosas, si la unidad del FdT de cara a las presidenciales es todavía una incógnita, un hipotético triunfo sería asombroso.
Cuentan con la ayuda de JxC, a quienes no les va mucho mejor. Anoticiados de que en el interior del país son marginales, los referentes del PRO le bajaron el tono a la interna y se disponen a lotearse las candidaturas en PBA y CABA entre los referentes que responden a Larreta y a Bullrich. No sea cosa que en los únicos distritos en que no juegan de prestado pierdan contra los candidatos del radicalismo, partido sin el cual no pueden ni soñar en la presidencia. No es un tema menor, ya que todavía no está resuelta la candidatura nacional, la más importante de todas. A la par de todo esto, hicieron públicos algunos “acuerdos de gobierno”. Si esta alianza gana, va a por los regímenes jubilatorios especiales y por las cajas previsionales de las provincias, además de impulsar una modificación de los juicios laborales que atentaría contra los derechos de los trabajadores. Eliminar “los privilegios” y “la industria del juicio” son los eufemismos que utilizan. No sorprende que la fuerza amarilla quiera avanzar en esa dirección. Sí es más sorprendente que alguien crea que si sigue el peronismo va a tomar otro tipo de medidas, teniendo en cuenta cómo viene gobernando.
Se trata de una rosca ajena a las necesidades y a las aspiraciones del pueblo. Son espacios y referentes que no solo están lejísimos, sino que están en contra de tomar las medidas de bienestar y soberanía que el pueblo y el país necesitan. El verdadero debate que se propone por arriba es quién va a profundizar el ajuste para seguir pagándole al FMI y en qué plazos. Y sobre todo, qué fracción del gran empresariado saldrá más favorecida: se trata del principal punto de discordia. Los desacuerdos políticos no se explican por la infamia de los personajes en danza, sino por la profundidad de la crisis en curso y las contradicciones que genera dentro de la gran burguesía.
Por el paro activo y piquetero
Con los matices del caso, lo que viene es un ajuste leonino que significará un golpe brutal sobre las ya castigadas condiciones de vida de las amplias mayorías. Lo único que puede ponerle un freno a esto, abriendo una perspectiva diferente, es una decidida intervención popular con los trabajadores a la cabeza.
Una intervención que tiene su fundamento principal en la bronca que se acumula por abajo, y que mayormente tiene expresiones inorgánicas. Pero que también se expresa en los lugares de trabajo, en donde las experiencias antiburocráticas y combativas se abren paso a las dificultades propias de la intransigencia patronal y del colaboracionismo de la burocracia.
Si bien todavía pesa la dispersión, la confluencia de las luchas se va imponiendo como dato objetivo. Por caso, el miércoles 17, mientras los trabajadores del subte realizaban paros rotativos en las cinco líneas, confluyeron en el centro porteño los paros con movilización de docentes y estatales y la marcha federal del Frente de Lucha Piquetero, con acampe incluido para confluir en la movilización conjunta entre la Unidad Piquetera y la UTEP del jueves 18. Que los movimientos oficialistas se movilicen con el piqueterismo combativo es favorable al curso de la pelea popular. Esto más allá de que su conducta en parte se explique por las internas en el Ministerio de Desarrollo Social, o de que algunos de sus referentes el bajen el tono a una movida en la que se enfrentaron al gobierno del cual forman parte. Se trata de una contradicción que hay que explotar para ensanchar la base de la lucha de los de abajo.
Así las cosas, hay que redoblar el esfuerzo para unificar la intervención de los de abajo. En esa dirección, nuestro partido trabaja en las instancias de lucha y de deliberación popular con su propuesta de realización de nuevas reuniones del Encuentro Nacional de los Trabajadores y el Pueblo (ENTyP), con dos objetivos centrales. Por un lado, afirmar un programa de bienestar y soberanía, con eje en cuatro puntos principales: suspensión de los pagos al FMI, nacionalización de la banca, del comercio exterior y de los recursos naturales y estratégicos. Por otro lado, avanzar hacia el paro activo y piquetero, que ponga en las fábricas y lugares de trabajo, en los barrios, en las universidades y lugares de estudio, y sobre todo en las calles y rutas, a la fuerza social que enfrente el ajuste hasta derrotar a sus beneficiarios: monopolios, multinacionales y banqueros, y todas las expresiones políticas que los representan.
Agustín Damaso
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