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Docentes CABA - Estatuto docente: un nuevo ataque de Larreta y Acuña
El pasado 12 de mayo la Legislatura porteña aprobó la reforma del estatuto docente impulsada por Rodríguez Larreta y su ministra Acuña. El gobierno porteño impuso esta reforma valiéndose de la mayoría automática que detenta a nivel legislativo. Esta aprobación se dio en el marco de un profundo rechazo de la docencia, que junto a estudiantes y otros sectores se convocó a una importante movilización. Al cierre de la votación, la policía de la Ciudad apostada tras el vallado avanzó sobre los manifestantes, arrojando gases lacrimógenos. Así, al igual que con la aprobación de la UniCABA en 2018, el larretismo impone sus proyectos de espaldas a los sectores afectados y reprimiéndolos.
El eje principal de esta reforma es la capacitación docente, en tiempos en que el gobierno porteño acaba de inaugurar su propia universidad, resistida por la gran mayoría de la comunidad educativa. Según la normativa aprobada, el salario podrá quedar atado a la capacitación, a través de la figura de los “estímulos salariales”. Segmentación del salario en función de anotarse en los cursos de Larreta y Acuña, lo cual disparará la dispersión salarial y empujará más hacia abajo el monto del básico.
Como prenda, el gobierno porteño incluyó una disposición transitoria que aprueba una titularización masiva de los docentes de nivel medio en condición interina desde 2013. Este es un logro fruto de la lucha iniciada el año pasado, cuando el gobierno ofrecía solo “protección” de las horas interinas -es decir, interinatos eternos, sosteniendo en el tiempo la situación precaria-. En ese entonces, los sectores más tibios del sindicalismo veían con buenos ojos esta propuesta, en nombre de la “estabilidad laboral en tiempos inestables”. Fue la presión por abajo la que impuso el reclamo de titularización, que de todas formas se logró de manera incompleta: no solo quedaron afuera los interinos a partir de abril de 2020 -es decir, quienes tomaron horas durante la peor parte de la pandemia-, también quedan afuera otros niveles y modalidades, donde hay muchísimos interinos e incluso contratados.
Así las cosas, desde la presentación del proyecto hace dos meses se realizaron movidas de rechazo. A este respecto, hay que señalar que el constante señalamiento de la Legislatura como blanco hizo perder de vista la responsabilidad política del Ministerio de Educación: hubo alrededor de una docena de concentraciones y radios abiertas en el palacio legislativo -avisadas sobre el pucho y por whatsapp, dicho sea de paso-, pero ninguna en la cartera que dirige Acuña.
No se trata de un problema menor. Desde el ingreso del proyecto hasta su tratamiento en el recinto, se sucedieron distintas reuniones de comisión, audiencias, debates; todo para la tribuna, ya que el proyecto fue aprobado sin ninguna modificación. Poner todas las fichas en que la movilización docente pudiera torcer el voto de algún sector de la coalición de gobierno, se demostró como un camino muerto.
La pelea que impulsó la UTE fue cuanto menos tibia, al punto que el plenario de delegados que definió el paro del jueves 12 fue convocado … ¡el martes 9! Esa conducta de esperar a último momento hizo que las iniciativas por escuela recayeran exclusivamente sobre la propia base docente, que en definitiva fue la que impuso el inmenso paro del 12.
Lo que viene
La aprobación de esta reforma es una nueva derrota del movimiento docente, una más que se puede agenciar la conducción kirchnerista del principal gremio de maestros. No se trata de hacer leña del árbol caído, sino de sacar conclusiones para encarar la pelea por lo que viene.
Dada la composición de la Legislatura, el resultado adverso ya estaba cantado. Es de hacer notar que, en sintonía con los debates actuales a nivel nacional, la bancada de Juntos no sumó a su iniciativa a los liberfachos de Milei, que votaron en contra junto al peronismo y al FITU.
A pesar del resultado, la demostración de fuerza del paro fue muy importante. Desde esa fortaleza hay que encarar la pelea por la reapertura de paritarias, en donde el 44% en cuotas firmado a principio de año, si ya en ese momento tenía gusto a poco, a esta altura es directamente una sentencia de pobreza. A este respecto, las asambleas de las escuelas fueron claras: junto al rechazo a la reforma, hay que pelear por aumento de salarios.
Queda también por delante la confluencia con el resto de la comunidad educativa, en especial con los estudiantes, que se vienen organizando para rechazar las pasantías que impusieron Larreta y Acuña para los quintos años. Estas supuestas “prácticas pedagógicas” son en el mejor de los casos una pérdida de horas curriculares en favor de charlas sobre “educación financiera” y otras yerbas que promueve la UniCABA; en el peor de los casos, son lisa y llanamente trabajo gratuito en empresas amigas, como el vocero del oficialismo porteño Infobae, o las contratistas que se agrupan en la Cámara Argentina de Concesionarios de Servicios de Comedores y Refrigerio, beneficiarias del inmenso negocio de la alimentación en escuelas.
Como cuando se evitó el cierre de las nocturnas hace algunos años, la manera de torcerle el brazo al gobierno de Larreta es con la lucha directa y decidida, sin caer en espejismos legislativos ni en roscas que no llevan a ningún lado. Desde esta perspectiva hay que organizar a la docencia, dándole forma desde abajo a una nueva conducción que esté a la altura de las peleas por venir.
Facundo Palacios
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