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Choferes de UTA-Córdoba - Ajustadores y cómplices al desnudo

El paro de los choferes de UTA Córdoba puso blanco sobre negro respecto a la realidad que afrontan la gran mayoría de los trabajadores a la hora de hacerle frente al ajuste y a los ajustadores.
Ante el prolongado reclamo salarial y por condiciones de trabajo que sostuvieron los choferes y sus delegados durante meses sin tomar medidas de lucha, la respuesta de los empresarios, la municipalidad y los interventores del gremio fue nula. El silencio en los medios de comunicación también fue absoluto durante todo el tiempo que precedió a la tormenta. Agotadas las instancias formales y confirmada reiteradas veces la indiferencia de todos los actores intervinientes, la paciencia de los trabajadores del transporte tocó su techo y empezó la etapa más conocida de la lucha: las asambleas y el paro.
Contra el deterioro constante de las condiciones laborales y del servicio para los usuarios, por la incorporación al básico del porcentaje acordado en la paritaria nacional y contra la intervención del gremio, junto con el derecho a elegir a su propia representación gremial, fueron las justas banderas que unificaron al conjunto de los y las trabajadores del volante. Por más elementales que fueran estos planteos, fueron suficientes para despertar la reacción en bloque de empresarios del sector, funcionarios del estado municipal y provincial, dirigentes sindicales de la UTA y periodistas a sueldo de los principales medios de comunicación.
Durante los nueve días ininterrumpidos que duró la medida de fuerza, todos estos personajes vomitaron odio de clase sobre los huelguistas y sobre la ciudadanía cordobesa en su conjunto, fomentando la carnereada del paro entre los choferes menos convencidos, sembrando dudas e internas ficticias, militarizando la ciudad, amenazando por todas las vías posibles, acusando de “privilegiados” a los laburantes, asumiendo los funcionarios públicos el rol de empresarios, etc, etc, etc. El bloque de los responsables del estado desastroso del transporte público en la ciudad (tanto para los trabajadores como para los usuarios), supo defender los intereses monopólicos prácticamente sin fisuras durante el conflicto, y puso todos sus recursos al servicio de quebrar el justo reclamo de los laburantes. La revancha por haber desafiado a la mafia multimillonaria de funcionarios, empresarios y burócratas asociados, son los cientos de despidos y el intento por represaliar a los delegados que se animaron a representar fielmente a sus compañeros.
En contraste, la ausencia de un respaldo concreto, no sólo de los traidores que dirigen la UTA nacional y que intervienen la regional, sino de los demás gremios y centrales sindicales que se fueron en amagues con un paro provincial que nunca se materializó, fue una de las claves por las que esta lucha heroica no logró triunfar. En momentos en que la clase trabajadora cordobesa (como en todo el país) se encuentra presionada por un techo salarial que no se acerca ni remotamente a la inflación real, amenazada por una nueva oleada de despidos y suspensiones, y encima sometida por la nueva ley de “servicios esenciales”, es vergonzoso que a la dirigencia sindical en su conjunto le siga temblando la pera a la hora de tomar una medida de lucha unitaria para defender los derechos más elementales de los asalariados.
Pero así como las traiciones y la indiferencia no se olvidan, tampoco se borran los ejemplos como el de la dignidad de los choferes y sus cuerpos de delegados para salir a enfrentar el ajuste respetando a rajatabla los mandatos de base y sin achicarse ante nadie, aún teniendo viento en contra. La muestra está en que, a diferencia de las alturas gremiales, por abajo, la solidaridad de trabajadores, estudiantes, militancia popular y usuarios se hizo presente desde el primer día, y fue una de las razones por las que este conflicto se mantuve en pié contra todo pronóstico. El método democrático y transparente de deliberación y toma de decisiones en asambleas, sobre la base de la voluntad combativa, caracterizaron este proceso, y deben mantenerse intactos para encarar la etapa que sigue.
En lo inmediato, es necesaria la más férrea unidad entre los que sostuvieron esta lucha en torno al reclamo de reincorporación de todos los despedidos. No ceder frente al chantaje de la UTA que propone entregar la cabeza de los delegados como prenda de negociación por los despidos. Organizarse para echar a patadas a la intervención del gremio y poner la herramienta gremial en manos de sus verdaderos dueños: los trabajadores y trabajadoras. Trabajar en dirección a tirar abajo la asociación ilícita entre el Estado, los monopolios del transporte y la UTA nacional, por un transporte público estatal bajo control de los trabajadores y usuarios.
PRML Córdoba
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