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Bertolt Brecht, el imprescindible
"Hay quienes luchan un día, y son buenos. Hay quienes luchan un año, y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: esos son los imprescindibles"
Así pensaba el gran poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht sobre los hombres y mujeres que luchaban contra el capitalismo y el imperialismo bajo todas sus formas en la Europa de principios y mediados del siglo XX.
Nacido en Augsburgo (Alemania) en 1898, en el seno de una familia acomodada, el pequeño Bertolt creció en un ambiente extremadamente religioso, con un padre católico y una devota madre protestante, en donde el lema "Dios, Kaiser y Patria" era un dogma incuestionable.
Pronto aprendería el joven Bertolt a interpelar a Dios, odiar al Kaiser y a sostener que la Patria no era ni podía ser otra cosa que la felicidad del pueblo.
Corría el año 1917 cuando comenzó sus estudios de Filosofía y Medicina, mientras estallaba la Revolución Rusa y el grito de “Todo el Poder a los Soviets” terminaba de demoler su vieja, anacrónica y reaccionaria consigna familiar. Ya terminada la Primera Guerra, en 1918, fue llamado a filas, cumpliendo el servicio como enfermero en el Hospital Militar de su ciudad natal.
Sus inicios como poeta se remontan a 1920, momento en el que empieza a frecuentar el ambiente artístico de Münich. Pocos años después lo encontrarán trabajando en Berlín como dramaturgo, a las órdenes de Max Reinhardt, productor teatral y cinematográfico de enorme prestigio internacional. Pero es en 1926 cuando su vida da un giro sorprendente, pues comienza a interesarse por el marxismo. A partir de entonces ya nada será igual, y su obra, tanto la poética como la teatral, estarán imbuidas de una impronta irreversiblemente socialista.
"No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado", decía Brecht. Es entonces cuando su obra teatral La ópera de dos centavos (más conocida en Europa como La ópera de los tres cuartos), una crítica descarnada a la sociedad burguesa, gana una increíble popularidad, constituyéndose en 1928 en la pieza más vista y aplaudida en la República de Weimar.
Pero el monstruo nazi despertó y planeó adueñarse de Alemania primero, de Europa después y más tarde del mundo. Esto y el acercamiento de Brecht al Partido Comunista Alemán en 1930, al cual jamás se afiliaría, marcaron el camino del exilio del escritor. La quema del Parlamento alemán en 1933 fue la gota que rebasó el vaso. Comenzó así el largo y penoso exilio a través de toda Europa, mientras sus libros eran arrojados a la hoguera y sus obras prohibidas por Hitler. Ya en 1935 intervino en el Congreso de Escritores Antifascistas en apoyo a la República Española, para instalarse por un largo período en Estados Unidos, más concretamente en Hollywood, intentando vivir de la venta de guiones cinematográficos, con escaso éxito.
En 1947 se estrena su obra La vida de Galileo Galilei, llevada al cine, la cual le ganó la censura y el llamado a comparecer como sospechoso por parte del Comité de Actividades Antiamericanas, debiendo partir nuevamente al exilio para radicarse definitivamente en Berlín Este con su esposa, Helen Weigel, con quien fundó el Ensamble Berlinés, dedicando el resto de su vida a la producción de sus obras.
Bertolt Brecht murió en Berlín Este el 14 de agosto de 1956. Fue uno de los más grandes dramaturgos del siglo pasado, un poeta e intelectual revolucionario. Algunas de sus obras aún hoy son interpretadas por grandes elencos teatrales en todo el mundo. El círculo de tiza caucasiano, Terror y miseria del Tercer Reich, Madre Coraje y sus hijos, Los fusiles de la señora Carrar, El alma buena de Sezuan, Tambores en la noche, son solo algunos rastros de una muy prolífica producción al servicio de los pueblos trabajadores de la tierra. En uno de sus poemas más conocidos, El analfabeto político, dice Brecht:
El analfabeto político es tan burro/ que se enorgullece e hincha el pecho diciendo/ que odia la política./ No sabe, el imbécil, / que de su ignorancia política/ nace la prostituta,/ el menor abandonado, / y el peor de todos los bandidos, / que es el político trapacero, granuja, corrupto y servil / de las empresas nacionales y multinacionales.
CR
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