20 años del 20

Jueves, 16. Diciembre 2021
20 años del 20

Pasaron 38 años de gobiernos constitucionales desde 1983 a esta parte, tras la salida de la última dictadura cívico-militar. De todas las luchas populares que se desarrollaron en ese tiempo, sin dudas el 20 de Diciembre de 2001 marcó un antes y un después. La gran rebelión popular no solo derrotó el plan de ajuste que encabezaba el ministro Cavallo, sino que terminó con el gobierno de De la Rua, electo apenas dos años antes. Abrió un período de inestabilidad en el cual, siguiendo a Lenin, las clases dominantes ya no podían seguir gobernando como antes, y las clases dominadas ya no querían seguir viviendo como antes. Luego de duros choques de clase, cuyo pico más alto fue el Puente Pueyrredón de 2002, la gran burguesía tuvo que “barajar y dar de nuevo” para estabilizar la situación, abriendo el período de concesiones parciales y cooptación encabezado por los Kirchner.
Si bien con los años la situación fue cambiando, el fantasma de Diciembre de 2001 aparece todos los fines de año, como muestra de que la gobernabilidad de las clases dominantes es más frágil de lo que quisieran. En especial en estos momentos de crisis, en donde las consecuencias del ajuste y del pago al FMI van a recaer sobre las condiciones de vida del pueblo trabajador, es bueno recordar las lecciones de Diciembre. Mientras los medios hegemónicos hablan de 2001 resaltando sus aspectos de miseria y degradación social, cuando nosotros afirmamos que hay que luchar “por otro 2001” lo hacemos reivindicando el justo derecho del pueblo a la rebelión, como camino para construir una Argentina de bienestar y soberanía. Por eso la conmemoración de Diciembre de 2001 no es un problema de calendario, sino una intervención para resolver los problemas del presente.
Reproducimos a continuación fragmentos de la nota publicada en no transar del 12/12/01, a días del estallido, en donde se caracteriza la situación explosiva que atravesaba el país, días antes del estallido, estimación esencialmente correcta que trazó los pasos a seguir en los años inmediatamente posteriores.
Un país en quiebra. Tres proyectos en disputa

Lo que muchos olfatean es que esto no va más y que algo nuevo está por suceder. Es que como se acabó el verso y los tiempos han acelerado, todos palpitan que algo está por suceder. Y si la calle dice que esto no va más, hay que prepararse para lo que se viene.
En este sentido cae de maduro que solo hay tres salidas posibles: el continuismo de De la Rúa y Cavallo, su recambio institucional a favor del PJ o la insurrección de los oprimidos.
Es difícil creer que los nuevos ajustes a los salarios, jubilaciones y pensiones estimados en un 20% de los ingresos -más la ola de despidos y la posible quita del aguinaldo- podrán pasar sin provocar una explosión popular en el medio.
A quién se le puede ocurrir que el recorte de los planes asistenciales por un valor de 600 millones de dólares podrá hacerse sin una convulsión social de los piqueteros que diariamente cortan rutas.
Por otra parte, acaso los gobernadores no saben que al firmar el pacto fiscal y aceptar el recorte a la coparticipación federal -apretados por una deuda cercana a los 22.000 millones de dólares- el estado nacional les transfirió una bomba de tiempo que no tardará en estallar.
Pero si a estas dificultades económicas y sociales, se les suma la paliza electoral que sufrió el gobierno el 14 de octubre, cuando casi el 80% del electorado se definió en su contra, es harto difícil pensar que pueden llegar, aunque sea con muletas, al término de su mandato.
Por eso es que el justo reclamo de “que se vayan todos”, es lo que crece.
En la interna del justicialismo todo está por verse. Las disputas entre Duhalde y los tres gobernadores de provincias importantes como Ruckauf, De la Sota y Reutemann, más los representantes de las chicas como Rodríguez Saa o Kirchner, recién empiezan. Para colmo de males, la libertad de Menem promete crearles un nuevo frente de tormenta, razón por la cual varios de ellos habrían preferido verlo preso y no por poco tiempo, porque potencia la posibilidad de una fractura en el PJ y hasta les hace peligrar su retorno al gobierno.
A pesar de esto, la mayor dificultad que encuentra este frente, en el que también se alinean ambas CGT, la UIA y la cúpula de la Iglesia, es que ni tienen un programa, una política y un líder que, al menos en apariencia, no sea más de lo mismo. Una muestra de esto es que cuando Cavallo les robó la propuesta de “reestructuración” de la deuda que levantaron en la campaña electoral, salieron todos a apoyarlo.
En medio de un curso zigzagueante, el fantasma del estallido social dicen algunos, de la rebelión de los humildes según otros, aunque el nombre correcto es la insurrección de los oprimidos, este proyecto se ha ganado su propio espacio.
Por algo será que a menudo se escucha hablar del tema a distintos referentes políticos y sociales, como si se tratara de un fantasma que habría vuelto a sus andadas.
No es para menos, puesto que si nos tendemos solo al período del gobierno de la Alianza, no se puede dejar de constatar que puebladas como las del “Correntinazo” o rebeliones como las de Cutral-co, Tartagal y Mosconi, apuntan en una misma dirección.
Por otra parte el movimiento piquetero no es solo un fenómeno de La Matanza o Florencio Varela, sino que se extiende a Mar del Plata, Rosario, el Chaco, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y el sur del país, como insinuando que una nueva alternativa se está poniendo en pie.
Pero si algo puede garantizar la viabilidad de ese proyecto, ese algo pasa por la ola de conflictos y experiencias que están protagonizando los mineros de Río Turbio, los ceramistas de Neuquén, los lucifuercistas, municipales y mecánicos de Córdoba, los trabajadores estatales y docentes de Capital y el Gran Buenos Aires, etc, que son quienes pueden tomar el timonel de este proceso.
Uno de los fenómenos que en este marco se está reproduciendo es la expansión de las asambleas u organizaciones de bases entre los trabajadores, los desocupados, estudiantes y hasta pequeños productores, que contra las espurias representaciones parlamentarias, los burócratas sindicales y todo tipo de arribistas, vienen ejercitando nuevas y más democráticas formas de soberanía popular.
Pero todavía hay quienes desconfían de que este proyecto pueda levantar cabeza y sorprender a los dueños del poder. En este sentido, a pesar de que no somos electoraleros, decimos que la voz de las urnas fue por demás elocuente. A esta altura del partido, nadie puede negar que el “voto bronca” fue la frutilla del postre electoral, o el veredicto de un pueblo que se hartó de legitimar a sus verdugos. Si esta no es conciencia, la conciencia donde está.
Cometeríamos un grave error si se pusiera el horizonte en las elecciones del 2003 y la acción apuntara solo a ganar posiciones en una futura lista.
La unidad de las fuerzas populares es necesaria, pero urge ponerla en sintonía con la creciente disposición de los trabajadores y el pueblo a tomar en sus manos la solución a esta profunda crisis. Esta unidad debe encarrilar la lucha popular hacia la rebelión de los oprimidos. Cada movilización, cada construcción debe ser puesta en esta dirección.

Jueves, Diciembre 16, 2021 - 00:15

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