¡Fuera el imperialismo yanqui y la reacción golpista de Venezuela!
El escenario de las elecciones del domingo 28 de julio revive la saga de los intentos de derrocar al gobierno venezolano en 2002, 2014, 2017 y 2019. Más allá de los resultados, la oposición instaló desde antes de los comicios la idea del fraude y que el único resultado que admitirían era la derrota aplastante del “régimen chavista”. El candidato Edmundo González insiste con pedirle al gobierno que muestre una por una las actas de cada centro electoral, cuando a todos los testigos de los partidos políticos, debidamente acreditados en cada mesa, se les entrega copia de esa acta. O sea, todos los partidos tienen automáticamente las actas, mesa por mesa, de todo el país. Lo grave -y que la oposición de derecha desestima- es la denuncia de un ataque masivo a los sistemas informáticos del Consejo Nacional Electoral que transmite, concentra y totaliza los votos en Caracas.
Tanto Washington como la OEA dan por sentado que hubo fraude y piden a gritos asegurar la transición “democrática” a manos del fascismo, mientras preparan todo tipo de intervención para desestabilizar al gobierno de Maduro.
Esta vez un frente de oposición presentó un candidato de paja, una persona sin ninguna experiencia de gobierno, la careta que utilizó la empresaria María Corina Machado, la preferida tanto por el Departamento de Estado como por la CIA para manejar el poder. Eso significaría apoderarse de las mayores reservas petroleras del mundo. Cinco años atrás, el entonces diputado Juan Guaidó fue la careta con la que EE.UU., su satélite la OEA y sus socios euroccidentales, montaron la farsa de un gobierno paralelo, usado para robar los activos de Venezuela en el exterior y recrudecer el bloqueo criminal todavía vigente.
Pero la cuestión es cómo se resuelve esta situación en la cual el gobierno venezolano y el proceso patriótico, antioligárquico y popular, se encuentran empantanados en la búsqueda de una legitimación dentro de las reglas de la democracia burguesa.
Proceso revolucionario que no avanza, se estanca y se descompone
El comandante Chávez, en su último discurso, autocrítico, más radical y colectivista que nunca, al que llamó «golpe de timón», decía que había que completar el proceso yendo hacia abajo, construyendo el poder comunal asambleario, como base de un nuevo poder obrero y popular. Este paso no se dio. Por el contrario, el poder se fue burocratizando y corporativizando en la búsqueda de su supervivencia y jugando al juego “democrático” con lo peor de la reacción. Mientras el discurso se centraba en el combate contra el enemigo de derecha, la acción pasó al disciplinamiento sobre los sectores obreros y populares por sus reclamos y críticas al rumbo económico y la falta de medidas concretas para aliviar la crisis socioeconómica -que se agravaron por el bloqueo luego de cada intentona golpista- y que no avanzaban con ajustar a multinacionales y grandes empresas que permanecieron intocables en todo el período. Tal es así, que el PSUV se dedicó a poner como centro a todos los críticos, desde las mismas entrañas del movimiento que se reclama chavista y revolucionario y en particular a la izquierda: al encarcelamiento de reconocidos revolucionarios que denunciaron la corrupción en PDVSA y otras empresas, siguieron con la avanzada sobre el movimiento social antimperialista, mediante la cooptación y su incorporación al aparato estatal, luego a los que no se querían sumar al PSUV , con la amenaza de cancelación de sus personerías jurídicas, como el caso de Patria Para Todos y Tupamaros. Incluso intervinieron e ilegalizaron temporalmente al Partido Comunista de Venezuela, que logró zafar por lo burdo de la maniobra y el gran apoyo local e internacional que recibió.
¡Ni un Paso Atrás! ¡Ni golpe, ni elección, Revolución!
El presidente Maduro, ante el incremento de las acciones de bloqueo, sabotaje y boicot combinadas nacional e internacionalmente y el cuestionamiento acusatorio -incluso de cierta “izquierda” regional- ha dicho que “no me va a temblar el pulso de llamar a una Revolución”. Los revolucionarios y antiimperialistas del mundo celebramos que se exprese esta idea, como también lo expresado en la declaración de las Fuerzas Armadas Bolivarianas de apoyo incondicional al proceso hacia una Patria Socialista, y decimos que es momento para que el gobierno y la base popular pongan estas consignas en acción.
Sin embargo, no se debe esperar pasivamente: hay que reclamar la acción consecuente de la dirigencia movilizando al pueblo, a la base chavista civil y miliciana, a los sectores revolucionarios, a dar pasos concretos hacia una verdadera revolución socialista que enfrente y derrote al fascismo. Aplastar en las calles el nuevo golpe de la mano del imperialismo y las derechas -que emergen envalentonadas por el escenario bélico de crisis- y avance con la expropiación de los principales medios de producción, poniéndolos en manos del pueblo. Para empujar este movimiento necesario hacia un cambio radical, es imprescindible redoblar la solidaridad en las calles con el pueblo y la dirigencia consecuente bolivariana, pronunciándose sin dudas contra toda injerencia externa y contra el golpismo criminal que pretende apoderarse de Venezuela, para ponerla en manos del imperialismo guerrerista, los monopolios locales y las multinacionales.
PRML, 4/08/24