Venezuela I Un atentado con autores conocidos

Jueves, 16. Agosto 2018

“¿Quieren que les compre un dron más? ¡Avisen!”. Con estas palabras, el “periodista” peruano y ciudadano ilustre de la ciudad de Miami Jaime Bayly, saludó en su programa de TV en Estados Unidos el atentado terrorista contra el presidente venezolano. Tras revelar públicamente que se había reunido con los organizadores de la tentativa de magnicidio y que los había alentado a realizarlo con aquella expresión, los describió como “gente bastante competente” y reclamó el derecho a la revancha: “Maduro ya se llevó un primer susto, van a venir más”. Ese es el nivel de impunidad con que cuenta en su cueva favorita la gusanería continental.

El 4 de agosto por la tarde en Caracas, mientras se desarrollaba un desfile militar en homenaje al 81 aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana, la custodia de Nicolás Maduro frustró un intento de magnicidio contra su persona, y contra toda la primera plana política y militar de Venezuela, que se encontraba en ese momento en el mismo escenario. El atentado fallido (hubo 7 militares heridos fuera del escenario principal), fue llevado adelante por medio de al menos dos drones DJIM600, cargados con 50 kilos de explosivo plástico tipo C4. Estos drones son de uso habitual por parte de las fuerzas militares de EE.UU. y de la OTAN.

La inmediata denuncia de Nicolás Maduro y de la primera plana de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, apunta a la ultraderecha venezolana y al presidente saliente de Colombia, Juan Manuel Santos, operando bajo el paraguas ofrecido por conspiradores residentes en suelo norteamericano.

Conviene recordar que los atentados no son una novedad para la reacción local que, moviéndose al amparo de sus socios mayores en EE.UU., ha promovido toda clase de ataques al pueblo y al gobierno venezolanos, aunque nunca apuntando tan alto como esta vez. La referencia a Santos está directamente vinculada con sus dichos recientes y con su historial de provocaciones. Apenas cinco días antes del atentado, Santos había declarado que veía "cerca la caída del régimen de Maduro en Venezuela", y que "ojalá mañana mismo terminara su gobierno". Bajo su mandato se aplicaron las sanciones indicadas por Washington, cerrando la exportación de medicamentos a Venezuela y forzándolo así a importar medicinas desde la India. Colombia, que aloja en su territorio siete bases militares norteamericanas, no solo es el principal aliado del imperialismo yanqui en América Latina, sino también de la OTAN, cuya condición de “socio global” de la alianza atlántica fue firmada por el propio Santos.

Sobre la participación estadounidense, no hay nada que sorprenda. Desde el minuto 0 de gobierno chavista, Venezuela ha sido blanco de las agresiones e injerencias yanquis. Partiendo del golpe de estado fallido en 2002, son 16 años ininterrumpidos de amenazas, presiones, conspiraciones e intervenciones directas en los asuntos internos del país caribeño. Se destacan en el último tiempo el decreto de Obama en 2015 que declara a Venezuela como una "amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE.UU.", y la orden de Trump de prorrogar la “Emergencia Nacional” contra el país de Bolívar. Hace tan solo un año el presidente de EE.UU. mencionó la posibilidad de intervención militar: "tenemos nuestras tropas en todo el mundo, en lugares muy lejanos, y Venezuela no está lejos".

La cruzada del imperialismo estadounidense contra lo que queda del “eje bolivariano” pasa por la búsqueda de la desestabilización de los gobiernos díscolos que siguen en pie. El caso de Venezuela es emblemático, pero también están en la mira los gobiernos de Ortega en Nicaragua y quizás el hueso más duro de roer que es el de Morales en Bolivia, además de la persistencia de la Revolución Cubana. La recuperación del control sobre la región para poder manejarla a rienda corta es el objetivo político que sigue resultándole sumamente esquivo. La gira actual del Secretario de Defensa de EE.UU. James Mattis por Brasil, Argentina, Chile y Colombia buscando afianzar lazos de cooperación militar, en el que el gobierno yanqui considera “el año de las Américas”, precede al despliegue de la fase Caribe del Comando Sur de Estados Unidos para los ejercicios militares conjuntos “Unitas”, esta vez coordinados por las Fuerzas Armadas Colombianas. Casi simultáneamente, las Fuerzas Armadas Venezolanas tienen previsto un ejercicio militar combinado con participación de Rusia y China.

Otro gusano consagrado, el periodista cubano residente también en Miami, Carlos Alberto Montaner, sostenía el mismo día del atentado en Caracas que el deber de EE.UU. es "acabar con las satrapías cubana, venezolana, nicaragüense y boliviana". Las enormes limitaciones de las oposiciones locales a los gobiernos que más se distancian de los dictados del imperialismo estadounidense, llevan al camino desesperado de recurrir, como en el caso reciente de Venezuela, a la acción terrorista como atajo frente a la imposibilidad de capitalizar políticamente en su provecho el enorme descontento social. Este malestar crece a la sombra de la inconsistencia de un proyecto como el de Maduro para volcar en favor de las mayorías obreras y populares los frutos de una economía devastada, en gran medida por su propia mala praxis.

En el marco de una creciente disputa entre bloques imperialistas por el control de regiones estratégicas, los manotazos desesperados de una burguesía entreguista desalojada del poder como la venezolana, vuelven aún más inestable el tablero regional. Resta constatar si en Venezuela y en la región hay una corriente política capaz de echar raíces en la voluntad de lucha del pueblo trabajador para, haciendo ejercicio de la más férrea unidad antimperialista, avanzar en dirección a la revolución, la liberación nacional y abrir paso al socialismo.

 

 Leo Funes

Publicado en: 
Jueves, Agosto 16, 2018 - 21:30

Notas relacionadas