Una salida popular y revolucionaria

Jueves, 13. Septiembre 2018

El gobierno quemó las naves. Dilapidó en tres meses su apelación al FMI como recurso para contener la cotización del dólar, con el agravante de que las exigencias ahora son más estrictas, el endeudamiento más abultado y la desconfianza en su capacidad de repago es lo que predomina en Wall Street. El sainete en Olivos, con amagos de renuncias y recortes de influencia al jefe de gabinete graficó, hacia adentro y hacia afuera, la crisis y el desconcierto del equipo oficial. La caída de Marcos Peña no fue tal, y la reducción de 22 a 10 ministerios en señal de austeridad reavivó las internas y agregó mayor confusión a la ya existente. El viaje de Dujovne a Washington sirvió en todo caso para escuchar la amonestación de Lagarde por el falso anuncio de Macri, pero no para calmar apuros visto que la decisión se postergó por dos semanas. El apoyo explícito de Trump antes de la reunión al rumbo del presidente argentino se explica también por otras razones, dada la crisis y la situación internacional inestable.
El carácter de “socio estratégico” en el Cono Sur cobra mayor relieve ante la presencia de gobiernos renegociadores (Bolivia, Venezuela y una crisis no resuelta en Brasil) no afines a EEUU, conjuntamente con la necesidad de limitar la influencia China como parte de la guerra comercial declarada. No se descarta, en este plano, la posibilidad de un préstamo directo del Departamento de Estado en auxilio mayor o bien un refuerzo por encima de los 50.000 millones otorgados.
En lo que va del gobierno macrista el dólar subió 240% y aún no tiene techo. El BCRA proyecta $ 43 a diciembre. Mientras exista tal volatilidad el riesgo país anula toda otra posibilidad de financiamiento externo. El crecimiento de PBI será negativo en niveles del 2 al 3%, y la inflación rectificada en tres oportunidades se encamina cerca del 45% (los apuntes de Dujovne consignaban -2,4%PBI y 42% la inflación). Todas las pautas establecidas con el FMI hace dos meses quedaron desbandadas y esa “ayuda” que significó el stand by otorgado será causa de un nuevo ajuste. Por otro lado, al completar Macri los tres años del mandato, el aumento de la deuda externa habrá sumado U$S150.000 millones más.
A esta altura resulta evidente que ha fracasado todo el andamiaje teórico e ideológico pese a la insistencia oficial en descargar culpas, ya sea en la herencia recibida, la corrupción, la sequía, el ‘costo argentino’, la inestabilidad internacional, etc. Sorprende cómo a pesar del apoyo brindado por el capitalismo internacional y del cual hizo gala el gobierno por su integración al mismo, luego de dos años y medio se desconfía de la capacidad oficial y se presiona para un disciplinamiento mayor, bajo una línea de ajuste perpetuo.
No basta con equilibrar las cuentas cuando se ha perdido la confianza política. El tema ha derivado al plano político y así como no se disipan los riesgos del default, este presidente no garantiza tampoco la gobernabilidad. El ex jefe de economía del Banco Mundial y Nobel de Economía Joseph Stiglitz, critica y aconseja al gobierno que avance en una restructuración de la deuda, antes que una crisis mayor arrastre a otras economías vulnerables.

El rostro del ajuste

El adelanto del préstamo y la libre disponibilidad de las reservas para intervenir en el mercado del dólar, llevan como contrapartida el compromiso de reducir en 2019 el déficit, del 1,3% comprometido inicialmente, a cero. En lugar de $300.000 ahora serían $482.000 millones a reducir. Monumental ajuste que hasta en los mismos ámbitos del FMI se duda sobre sus posibilidades de cumplimiento. Allí es donde aparecieron los “malos impuestos” o los “no deseados”, definidos así por el presidente a efectos de justificar ante parte de su electorado rural y sojero, el retorno de las retenciones agrarias, mineras e industriales. El acuerdo alrededor del presupuesto 2019 con los gobernadores es condición previa antes de su tratamiento en Diputados. Es el presupuesto del hambre. El gobierno necesita la foto que muestre ante los centros financieros el camino de la “unidad política”. Que no ocurra lo que pasó en diciembre con la ley previsional. En definitiva, lo que se discute es la distribución de la plata, y detrás de eso están las elecciones.
El déficit fiscal cero constituye un feroz ataque a la clase trabajadora. De ninguna manera implica, en estas condiciones, normalización alguna. Se lo presenta contablemente como reducción de gastos por un lado, pero se esconde que aumentan gastos de intereses y pago de deuda por el otro. De tal forma que mientras se achica la cuenta fiscal, se agranda la financiera: es un camino sin salida. Los millones que se pagan por intereses de la deuda son los mismos que se ajustan a trabajadores y jubilados. No salen del crecimiento sino de la explotación salarial, la pérdida de derechos conquistados y la entrega de recursos estratégicos.
De la misma forma que la pauta salarial de 8% frente a una inflación de 25% estimada el próximo año, la degradación de los ministerios de Salud, de Trabajo y de Ciencia a simples secretarías, anuncia intenciones de avanzar sobre reparticiones del estado, regímenes jubilatorios especiales, derechos laborales adquiridos, expulsión de personal contratado y suspensión de la obra pública.

Licuación salarial en favor de la gran empresa

La suba del dólar ha provocado una devaluación del peso, en estos meses, por encima del 50%. La inflación -próxima al 4% en agosto y de casi 6% en setiembre- es el ajuste principal que licúa salarios, ingresos y activos. La remarcación de precios no tiene límites y, en la medida en que las tarifas de nafta, gas, transporte, etc, están atadas internacionalmente al dólar, la incidencia en los precios será cada vez mayor. Se agudiza la recesión con su ola de despidos y aumentan la pobreza y la desocupación. El Banco Central ha fijado tasas de 60% hasta diciembre con lo cual se torna insostenible el funcionamiento de las pymes, el crédito para viviendas o los emprendimientos.
En la visita del presidente al congreso anual de la UIA fue recibido por Luis Betnaza, directivo de Techint y arrepentido colaborador denunciado por coimas en la obra pública. Agradeció a los presentes por su colaboración con la gobernabilidad y resaltó las ventajas de un dólar competitivo, sin ninguna referencia a la corrupción ni a la patria contratista. Una semana antes, la visita a la firma Tecpetrol en Vaca Muerta, del emporio Rocca, anticipaba un acuerdo mayor por encima de las retenciones “no deseadas” y de la corrupción empresaria.
Macri agotó sus chances. Ya no le creen y es el culpable de lo que pasó. Pretenderá recuperar la confianza en este último intento: déficit cero y acuerdo político. Ello incluye mano dura ante el conflicto social. De allí los pertrechos y el decreto de intervención militar en la seguridad interna. Si antes fue el narcotráfico ahora son los saqueos el argumento principal para confundir, reprimir y judicializar la protesta. Las masas ganaron la calle y el incremento de la represión tenderá a generar mayor reacción y solidaridad popular. En ese sentido la designación del nuevo presidente de la Corte Suprema Rosenkrantz (autor del 2x1 a los genocidas) viene para reforzar la interpretación jurídica del saqueo institucional en que ha derivado el macrismo. Ahora tienen uno propio.

El gobierno apela a la oposición para sostener la gobernabilidad

Macri decidió sostener a Marcos Peña como eje de una línea donde prima el núcleo puro duranbarbista, de sesgo antiperonista. Desde allí explora mantener, en unidad con la oposición, la gobernabilidad acotada en primera instancia a los acuerdos alrededor del presupuesto 2019. Especula con las internas del peronismo, apostando fundamentalmente al ala encabezada por Schiaretti y Urtubey. Si bien estos priorizan el control provincial, no dejan de observar las dificultades crecientes del macrismo. Forman parte del llamado peronismo racional, integrado por Massa, Pichetto, el PJ y otros, que aspira a volver en 2019. Por otro lado, con una oscilación entre oposición más directa y contención del desborde, se perfila el cristinismo, cuyas dificultades para unificar al conjunto se acentuaron a partir de la causa de los cuadernos de la corrupción y sus derivaciones. Poseedora de un núcleo duro, sobre todo en el conurbano, pugna por preservar su capacidad de fuego frente a la incertidumbre general y propia. Una oposición conjunta es prácticamente imposible. Está sujeta a los vaivenes de los meses venideros, incluyendo la variable judicial, y a las posibilidades de otras rupturas que habilita la crisis. Más allá del escenario actual, el peronismo en su conjunto está incapacitado política e ideológicamente para encontrar una salida eficaz a la crisis que arrastra el régimen democrático burgués. Por historia y por presente.
Importa su caracterización a partir de la influencia ideológica que mantiene sobre el movimiento de masas, pero también porque detrás de esa divisoria se alinea el mundo sindical: los colaboradores del triunvirato de la CGT, Barrionuevo y gran parte de los Gordos, por un lado, y por otro la CTA Yasky, Moyano, la Corriente Federal y una franja aún no configurada desde Micheli hasta Pignanelli del Smata. La CTA de Godoy -afectada en gran parte por la incidencia del ajuste en las esferas del estado- como el nuevo espacio conformado por los Cayetanos, buscan destino entre socialcristianos, demócratas y corrientes burguesas nacionales sin lograr coherencia en un proyecto de salida más frontal en defensa de los trabajadores. Tampoco se puede descartar en estos espacios nuevos realineamientos tironeados por el frentismo electoral.

Ante los vientos de rebelión, una salida revolucionaria

Envuelto en un tembladeral económico y financiero el país se hunde en medio de una crisis política cuya salida no puede dilatarse. No hay solución de la mano de quienes la provocaron ni de aquellos que colaboran para intentar un recambio en 2019. La aparición intensa de la lucha obrera, estudiantil y popular abrió un panorama distinto e inmediato. Dijimos oportunamente que: “la irrupción de las demandas populares y la bronca ante el ajuste permanente y sus consecuencias de pobreza, despidos, entrega y represión, abren una instancia distinta y también la oportunidad para quebrar e ir por la derrota de esta política y del propio gobierno que la instrumenta”. El protagonismo de masas y la altura en algunos casos, con tomas, paros, ocupaciones, abrazos y cortes en número muy superior a la de años anteriores, registran una posibilidad concreta de ir por más. Hacer realidad el “que se vayan…”, tiene como base sustancial la masividad pero sin elevar la lucha difícilmente se pueda forjar un salto cualitativo. El gobierno, a su vez, siempre intenta y encuentra interlocutores válidos en la burocracia sindical y política, como para que las exigencias no se desmadren. Hay una necesidad política de arrancar victorias concretas frente a tantos conflictos valiosos pero con resultados efímeros. Aportan en tal sentido casos como el del Cruce Varela, Astillero Río Santiago, subte, y la tenaz y prolongada resistencia de Télam. Nuestra opinión es que toda lucha hay que darla y contribuye, más allá del resultado concreto, a la acumulación política. Justamente las grandes movilizaciones que se vienen realizando tienen ejes concretos y como marco cuestiones de fondo como el ajuste, el FMI, el presupuesto, etc. Son las razones que pusieron marcha atrás al gobierno, sobre todo cuando se combina la protesta de calle con la inflación, la corrida cambiaria, etc. Allí están las condiciones, visto la intensidad del ajuste en estos meses, para que los métodos vayan más allá, en correspondencia con el reclamo para “que se vayan…”. En su reemplazo, un gobierno provisorio de trabajadores y fuerzas populares encargado de aplicar el programa de 4 puntos que destacamos más adelante. No se puede esperar a octubre de 2019 porque la urgencia de las necesidades en plena recesión y destrucción de fuerzas productivas requiere un cambio de gobierno ya. De hecho hemos entrado en un período de disputa política donde la revolución debe pelear por ocupar un lugar en el marco de ese gobierno provisorio y popular, integrado también por otros sectores. Es nuestro intento de orientar una salida superadora a la de 2001, apoyado en la suma de rebeliones que se vienen produciendo, obreras, educativas, de la mujer, de la pobreza, etc., con gran participación, en todas, de la juventud movilizada a la que el capitalismo monopólico y su régimen político ya no puede dar respuesta. Hay una contradicción a resolver entre esta juventud que se moviliza y las direcciones de los sindicatos que se repiten por décadas. Si bien es un tema político y no generacional, para recuperar la confianza es necesario mayor presencia y ofensiva de las ideas revolucionarias, bien diferenciadas de quienes pugnan por volver a propuestas o gobiernos anteriores.

Las cosas como son

Pelear por posicionarse en la vanguardia no significa ignorar los límites hoy presentes en el movimiento de masas, educado en décadas de una falsa democracia, edulcorada y de resignación. En las zonas más pobres, el ajuste expuso las miserias del capitalismo en sentido regresivo como la quita de pensiones a discapacitados o el retorno de enfermedades erradicadas como la tuberculosis o la falta de vacunas anti-meningitis. La precariedad en el funcionamiento de las escuelas, transformadas en comedores, en zonas urbanas quedó expuesta con la explosión de la escuela 49 de Moreno. Cuestiones como la de los chicos pobres y la persecución policial con su estigmatización social, vuelve a reinstalarse con el tema de los saqueos, con el asesinato de Ismael Ramírez, niño qom de 13 años, en Chaco. Más allá de la instrumentación oficial y el retorno de la doctrina Chocobar, es un debate en el pueblo que corresponde orientar para evitar la pelea entre pobres. En primer lugar no condenar los saqueos, y asumirlos como un método surgido de la lucha de clases para conseguir alimentos ante el hambre de aquellos lugares donde están concentrados. En segundo lugar, orientar en el sentido del programa revolucionario hacia las grandes concentraciones, responsables entre otros, del hambre.
En vísperas de rebelión todo el fuego debe concentrarse en los blancos históricos del pueblo argentino, y debates como estos dividen el campo popular. Hay otros planteos políticos ‘considerados’ que reclaman “adelanto institucional de las elecciones”, o democratistas como el FIT que pide “asamblea constituyente”, que son más nocivos aún, porque en aparente progresismo, apuntan a dilatar o castrar el espíritu rebelde cada vez que las masas maduran o radicalizan sus posiciones. Reivindicar jornadas históricas como el Cordobazo, el levantamiento de 2001 y hasta la misma resistencia peronista tras el 55, sin asumir ni proyectar el presente, es pura charlatanería.
Frente a la crisis política social provocada por el gobierno y el FMI corresponde una línea de rebelión popular que abra un curso desde abajo, como en 2001, para levantar un programa de: No pago de la deuda, nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos energéticos y estratégicos del país, bajo un gobierno provisorio de trabajadores, estudiantes y fuerzas populares, promotoras del mismo. Bajo estas consideraciones llamamos a ocupar calles y rutas en una política de confluencia activa con el conjunto de las fuerzas progresistas, populares y revolucionarias del país. Para que se vayan Macri, el FMI y sus cómplices. Vamos por el paro activo de 36 horas a partir del mediodía del 24, en jornadas de cortes y confluyendo con escuelas y hospitales zonales en todo el país, para sumar luego a las convocatorias y movilizaciones centrales. Paro total el 25 con ollas populares y cortes interbarriales junto a trabajadores, vecinos, multisectoriales y coordinadoras en general.

Andrés Zamponi

Publicado en: 
Jueves, Septiembre 13, 2018 - 07:15

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