Una crisis que recién comienza

Miércoles, 13. Julio 2016
Europa tras el ‘Brexit’

El referéndum que aprobó la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea es un acontecimiento de profunda significancia que pone en cuestión la existencia misma de la Comunidad europea, al menos como lo conocíamos hasta hoy y, al mismo tiempo hace manifiesto el impacto de la crisis económica en el viejo continente. 

El ‘brexit’ es una expresión más, que debemos incluir en la larga cadena que se inicia con la crisis en España por el estallido de la burbuja financiera inmobiliaria donde la tasa de desempleo llegó al 26% en 2012, la crisis griega de deuda soberana en 2010, el colapso bancario y la posterior crisis y recesión de Islandia en 2009. Además de incluir a economías como la de Portugal e Italia que se encuentran al borde del abismo financiero. En todos estos escenarios la receta implementada ha salido desde las oficinas de Bruselas y apoyada por las dos potencias económicas de la UE: Alemania y Francia. En todos y cada uno de los estados las medidas que se tomaron, con sus respectivas diferencias, se centraron en el salvataje del sector bancario, bancos que fueron, en gran parte, responsables del estallido. Aplicando furiosos paquetes de leyes económicas que desangraron a los trabajadores y el conjunto del pueblo aprobados por el parlamento europeo bajo la presión directa de los representantes del capital financiero de las burguesía alemana y francesa.

Todo el proceso de pactos y acuerdos que conforman la historia del nacimiento y desarrollo de la Unión Europea realizados entre 1950, con el acuerdo entre Francia y Alemania Occidental sobre la explotación común del acero y el carbón en la cuenca de Ruhr, y 2002, cuando comienza a funcionar la moneda única, el euro, se realizaron a espaldas de los intereses de la clase obrera europea. Bajo la promesa de una paz permanente en el viejo continente y un supuesto crecimiento económico por la internacionalización del capital industrial, comercial y financiero los pueblos de Europa dieron un aval pasivo a la constitución de la unión que hoy se resquebraja con la salida intempestiva de Gran Bretaña.

El proceso de unificación fue el resultado de los esfuerzos de las elites políticas y económicas, los grandes dueños del capital en Europa, que se vieron favorecidos por la implementación del mercado común, la caída de las barreras aduaneras que permitió la libre circulación de mercancías, capitales y mano de obra asalariada sin ninguna traba.

Instituciones como el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Tribunal de Justicia de la UE no desplegaron, como era de esperar, políticas en favor de los más pobres y excluidos cuando se desató la crisis económica en 2008, todo lo contrario, la gestión del Banco Central Europeo fue articular los rescates de la instituciones financieras y de los bancos que estaban a punto de quebrar y amenazaban con arrastrar el euro a una catástrofe inmediata, generando la crisis de deuda pública o soberana en cada uno de los países miembros donde el mismo capital financiero había realizado sus jugosos negocios y se retiraban dejando tierra arrasada. Así los pueblos de España, Grecia, Islandia y Portugal tuvieron que ver como se cargaban sobre sus espaldas los costos de la especulación financiera.El Parlamento Europeo, elegido por voto directo, presentado como la máxima expresión de la democracia supranacional aparece desacoplado de las realidades concretas de cada pueblo: los trabajadores franceses, los estudiantes españoles, las trabajadoras griegas ya se han dado cuenta suficientemente por la dura experiencia acumulada de la crisis que la promesa de la democratización europea es sólo una mentira.

La tesis que sostiene que el proceso de internacionalización del capital, al interrelacionar los diferentes países y regiones, constituye la esperanza que la paz mundial pueda imperar bajo el capitalismo ya fue criticada por Lenin en su libro Imperialismo fase superior del capitalismo: “Los apologistas del imperialismo (plantean que) la dominación del capital financiero atenúa la desigualdad y las contradicciones de la economía mundial, cuando, en realidad, lo que hace es acentuarlas”, “El capital financiero no atenúa, sino que acentúa la diferencia entre el ritmo de crecimiento de los distintos elementos de la economía mundial”, “Las alianzas interimperialistas sea cual fuere su forma sólo pueden ser inevitablemente “treguas” entre las guerras”.

La corroboración fáctica la encontramos en los ejemplos español, griego e islandés. Que las economías nacionales pobres (Portugal, Islandia, Grecia, Chipre) pudieran alcanzar en pocos años a los gigantes desarrollados (Alemania, Francia) gracias a la liberalización de las relaciones económicas interestatales se ha revelado como nada más que una vieja mentira del capital.

La injerencia del Banco Central Europeo sobre la economía política de los países miembros de la eurozona nunca fue de agrado al corazón financiero del Reino Unido (la City). Si bien el referéndum británico dividió aguas con respecto al voto de permanecer o dejar la UE y la mayoría de los analistas de la burguesía lo ven como un triunfo de la derecha conservadora, cosa que en parte es cierta, tampoco podemos ver en la UE el paraíso de la clase trabajadora. Y para muestra vale la lucha llevada adelante por los trabajadores y la juventud francesa en contra de la ley jubilatoria que pretende imponer Sarkozy. 

Si tomamos como válida que la opción por el ‘brexit’ fue la carta que jugaron los conservadores británicos entonces es difícil entender cómo los que se alinearon por la campaña del ‘remain’ (permanecer en la UE) contaron con el apoyo del FMI, el Banco de Inglaterra, el 80% de los miembros de la organización patronal Confederation of British Industry, los bancos JP Morgan, Goldman Sachs y el HSBC. Y la principal de estos últimos es preservar el corazón financiero del reino Unido, otra vez, la City. Si bien las posturas son contradictorias, obedecen al panorama incierto que se abrió tras los efectos de la crisis económica en el continente europeo: abandonar la UE para proteger a los bancos/permanecer en el UE para sostener el acceso a los mercados europeos. En lo que si están de acuerdo los banqueros y dueños de fondos de capitales de inversión financieros es en que hay que preservar al capital financiero y tomar medidas que desregulen el mercado y aceleren la liberalización de la economía de la Gran Bretaña.

Uno de los “argumentos” de los conservadores británicos es que deben volver a tomar las riendas en la defensa de sus fronteras con respecto a la ola inmigratoria que inunda el continente europeo. Tratando de confundir a los trabajadores con respecto a cuáles son sus verdaderos enemigos de clase, hacen correr la falsa tesis que la llegada de los inmigrantes haría descender el salario y pondría bajo presión el sistema nacional de salud, ocultan que es el mismo gobierno de Cameron el que se dedicó a reducir su financiamiento y destruir la capacidad  de negociación de los asalariados. A la vez que el Financial Times señala que la llegada de mano de obra barata extranjera fue provechosa para las empresas de la isla.

El ‘brexit’ señala el fracaso tanto de la socialdemocracia europea y los conservadores y, abre una época de turbulencias en el viejo continente. Buena parte de los trabajadores británicos expresaron con su apoyo al ‘brexit’ su rechazo a las políticas de ajuste y austeridad promovidos por la troika de la Comisión Europea, el BCE y el FMI, y que ya ejecutaba el conservador Cameron.

Si bien es temprano para decir que la UE está herida de muerte, si lo es que comienza a desangrarse. Pero los que se ponen a la orden del día son los jóvenes insurrectos, las masas de trabajadores que van a la huelga, y todos aquellos que se levantan contra las imposiciones del “club del capitalismo financiero” que hundió a Europa y al mundo en la peor crisis económica desde el crack de 1929. Gran Bretaña trata de tomar distancia, acaso busca conjurar la rebelión interna de la juventud desposeída, los trabajadores desocupados y los sectores más empobrecidos. Las llamas de los sucesos de 2011 iniciados en los barrios bajos Tottenham, que luego se extendieron por todo el país, no se han disipado del todo.


Roberto Craviotto

Publicado en: 
Miércoles, Julio 13, 2016 - 23:15

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