Un muerto de mierda

(…)”Hurra
murió el cretino
vamos a festejarlo
a no llorar de vicio
que lloren sus iguales
y se traguen sus lágrimas
se acabó el monstruo prócer
se acabó para siempre
vamos a festejarlo
a no ponernos tibios
a no creer que éste
es un muerto cualquiera
vamos a festejarlo
a no volvernos flojos
a no olvidar que éste
es un muerto de mierda".

Mario Benedetti

Hoy, 27 de febrero de 2018, murió el genocida Luciano Benjamín Menéndez. Este asesino, torturador y responsable de la desaparición de numerosos compañeros y compañeras durante la última dictadura cívico-militar, murió a los 90 años en el Hospital Militar de Córdoba, gozando del beneficio de prisión domiciliaria a pesar de las 12 condenas a cadena perpetua que pesaban en su contra. Es más, de haber seguido vivo, para fines de este año, al cumplirse 20 años de “prisión”, hubiera estado en condiciones de pedir la libertad condicional.

Entre 1975 y 1979, “el cachorro” fue comandante del III Cuerpo del Ejército con sede en Córdoba, y tuvo a su cargo la represión en diez provincias durante el gobierno de Isabel Perón y la posterior dictadura. Fue encontrado responsable de al menos 282 desapariciones de personas perpetradas en el campo de concentración La Perla-Campo de La Ribera y D2, además de 52 homicidios, 260 secuestros, 656 casos de torturas y numerosos casos de robos de bebés y fue el militar con mayor cantidad de condenas a cadena perpetua en la historia. Entre otras causas fue responsable de la Masacre de Palomitas en la provincia de Salta, del asesinato del obispo de La Rioja Enrique Angelelli y tuvo a su cargo el CCD La Perla, donde fueron secuestrados, torturados y asesinados cientos de compañeros y compañeras.

El indulto de Menem primero, y la justicia cómplice luego (Tribunal Oral Federal 1 de Córdoba), aliviaron las sentencias en su contra. El tiempo que este asesino pasó tras las rejas fue fruto de la inquebrantable movilización popular, que durante décadas arrinconó a los sucesivos gobiernos y tribunales con el reclamo de cárcel a los genocidas, ni olvido, ni perdón, ni reconciliación. En momentos en que proliferan las prisiones domiciliarias para genocidas, la condena popular en forma de movilización callejera -tal como hizo nuestra organización en septiembre de 2016 escrachando al genocida en su domicilio- seguirá siendo la mejor garantía de justicia contra la impunidad que ofrecen los cómplices civiles de la dictadura.

Cárcel común, perpetua y efectiva a todos los genocidas.

¡30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, Presente