Tras el paro del #25S, ir a más

Miércoles, 10. Octubre 2018
Paro del 25

El paro nacional del 25S, con sus cortes y marchas que lo transformaron en un paro activo, expusieron de manera inequívoca y masivamente la bronca popular con las políticas de ajuste y entrega diseñadas por el FMI y aplicadas por el gobierno macrista y sus cómplices. Políticas de ajuste que, en beneficio de un círculo de banqueros, monopolios y multinacionales, descargan su peso sobre las espaldas de las mayorías populares y continúan con el saqueo a los salarios, jubilaciones y planes sociales, mayores despidos, desocupación e inflación y promueve la entrega de los recursos estratégicos.

En este marco de agravamiento cotidiano de las condiciones materiales de vida de millones de argentinos y argentinas, no resultó extraña la respuesta masiva a la convocatoria al paro nacional, que incluyeron cortes, marchas y ollas populares desplegados a lo largo del país.

La contundencia del paro hizo sentir su efecto con rapidez. El triunvirato de la CGT sufrió la baja de Schmid, y se deshilacha sin pausa la conducta ‘negociadora’ que encubre su rol de contención de la lucha. Tanto es así que, adelantándose a los hechos y por las dudas, un sector de gremios industriales marchó al ministerio de Producción y Trabajo para reclamar políticas ‘a favor de la industria y el empleo’, mientras otras burocracias (como la de UTA) piden la reapertura de paritarias y Ferroviarios tras amenazar con un paro acordó un miserable 10% extra más un bono. Esto muestra que,  sin abandonar su bloqueo a la confrontación, para detener su crisis intentan alejarse de los costos de bancar las políticas de ajuste. Sin descartar además el realineamiento político ante el debilitamiento de Macri y el inicio de la diferenciación de los proyectos al interior del peronismo. 

Sin embargo, a la vista del resultado del paro, cerrado con la convocatoria de la propia cúpula de la CGT, habla de la doble condición de esta burocracia sindical, de su papel frenador y de su poder de convocatoria al mismo tiempo.

Resulta claro que es necesario forjar una nueva dirección de los trabajadores, pero no alcanza con señalar la complicidad o la omisión, también cómplice, de la cúpula cegetista ni inventariar las agachadas que protagonizan y, luego, terminar exigiéndoles la convocatoria al paro. Ni siquiera alcanza con la delimitación política a rajatablas, aunque sea por demás necesaria. 

Se trata de construir una confluencia sindical combativa, popular y antiimperialista, en cuyo interior participen las corrientes por el clasismo que, junto a las mayorías trabajadoras, empuje y coordine las luchas y las unifique bajo un programa inmediato en defensa del bienestar popular, la reapertura de paritarias y un aumento de emergencia para salarios, jubilaciones y planes sociales, basta de despidos y suspensiones, parte de un programa mayor que, entre otros objetivos, se pronuncie por el no pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca, del comercio exterior y de los recursos energéticos y estratégicos. 

Hoy, a lo largo y ancho del país, los trabajadores protagonizan innumerables luchas y, más allá de la suerte corrida en ellas, ninguna conquista o derecho atropellado pasa sin su respuesta. El apoyo popular al paro nacional del 25S, los cortes y marchas antes y durante el mismo, manifiestan que es posible un plan de lucha escalonado coronado con la huelga por tiempo indeterminado que quiebre el ajuste y abra paso a un gobierno provisorio de obreros, estudiantes y fuerzas populares, dando un paso de avance respecto de la experiencia de diciembre del 2001.

Ricardo Jufré

Publicado en: 
Miércoles, Octubre 10, 2018 - 19:00

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