Sobre el salario básico

Lunes, 18. Julio 2022
Sobre el salario básico

Una de las tantas cuestiones que parecen abrir más grietas en el ya resquebrajado y maltrecho Frente de Todos, es la del “Salario Básico Universal”. Entre sus principales impulsores está Juan Grabois, líder de la UTEP, quien por estos días ha lanzado sus ataques ala flamante ministra de Economía Silvina Batakis, acusándola de ser obediente con el FMI, de avanzar en un plan de ajuste y ser la “Domingo Cavallo” de estos tiempos. Batakis por su parte, y haciéndose cargo en su accionar de las acusaciones de Grabois, ha afirmado que es inviable implementar un salario universal en estas circunstancias. Y en eso Cristina, como de costumbre, juega a dos puntas: por un lado a alienta a Grabois, para quebrar a la UTEP separándolo de Pérsico y Navarro; y por otro, calla frente a los anuncios de ajuste fiscal de Batakis. 

Ahora bien, ¿en qué consiste concretamente el proyecto del Salario Básico Universal?  En principio el proyecto plantea que este “salario” debería cubrir la canasta básica alimentaria de un adulto. Es decir, debería asegurar un piso de subsistencia; por otra parte, este “salario” no sería compatible con otros planes sociales y tampoco los suplantaría. Este ingreso llegaría a 7 millones y medio de personas, y alcanzaría el 1,8 del PBI. Entre las propuestas de financiamiento que proponen sus impulsores, están los recursos de la segmentación de los subsidios energéticos y de la renta inesperada; más a fondo una reasignación desde otras áreas o lograr un régimen tributario más progresivo.

Por nuestra parte es claro que es necesario y urgente un ingreso que garantice de mínimo los alimentos para millones de argentinos que padecen hambre. Pero no estamos de acuerdo en llamar a este ingreso de emergencia “salario”: en este sentido no estamos hablando solo de una diferencia de términos, sino más bien una diferencia de horizontes políticos. Para Grabois y compañía, la desocupación o subocupación es inevitable en la actual sociedad capitalista con el avance de la robotización y automatización de la producción. Desde esta perspectiva la solución estaría en la intervención del Estado para garantizar condiciones mínimas de vida a través de este “salario básico universal” al cual se complementarían los ingresos generados en el ámbito de la “economía popular”. Este sería para Grabois y los dirigentes de la UTEP el destino de los trabajadores que padecen la precarización y desocupación laboral. Esto mientras el sector financiero y los monopolios que controlan las principales ramas de la producción nacional, pueden seguir apropiándose de las riquezas socialmente producidas con ganancias millonarias en dólares. 

Por otra parte, y volviendo a la polémica en torno al término salario, desde el punto de vista científico, es decir de la economía política, se puede afirmar que este ingreso es un equivalente en dinero al valor los medios de vida necesarios para la recomposición y reproducción de la fuerza de trabajo que el trabajador gastó en el proceso productivo. Dicha suma dineraria además se fija en función de unos parámetros culturales que hacen a las condiciones de vida alcanzados por una sociedad determinada; es decir por las condiciones materiales de vida según el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Por supuesto que en este punto también se debe agregar como factor determinante del salario el grado de organización de los trabajadores que hace a la correlación de fuerzas en la lucha económica. 

En suma, lo que Grabois llama salario, no es más que una limosna, sobre todo si tenemos en cuenta que Argentina, por sus condiciones naturales es un país que tiene la capacidad de producir materias primas para alimentar a centenares de millones de personas. 

Otro aspecto a tener en cuenta es que la instauración de este “salario básico universal” significaría en efecto, la perpetuación de la división entre trabajadores formalizados o de “primera”, los cuales están insertos en el mercado de trabajo con los derechos laborales y condiciones de trabajo que eso implica, y trabajadores informales o de “segunda”, que seguirían en la informalidad y la precarización laboral. El mantenimiento de estos trabajadores precarizados, asistidos por el Estado para no morir de inanición, implicaría además el reforzamiento de los salarios a la baja de aquellos trabajadores que están insertos en el proceso productivo. Lo cual beneficiaría en última instancia a los grandes capitales que monopolizan los principales medios de la producción de nuestra economía. 

Para concluir debemos señalar que en esta coyuntura dramática de crisis que arroja a millones de trabajadores a niveles de subsistencia o por debajo de la subsistencia, es urgente que el Estado intervenga para garantizar la alimentación para todos los trabajadores. Pero urge que los trabajadores se organicen y discutan la necesidad de nacionalizar y poner bajo su control los medios fundamentales de la producción para romper de una vez con la dependencia financiera y sus crisis cíclicas. 

Diego Maldonado

Lunes, Julio 18, 2022 - 21:15

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