Nueva provocación yanqui contra Venezuela

Lunes, 19. Agosto 2019

El pasado 5 de agosto, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump decretó mediante una orden ejecutiva, un “embargo económico total” contra Venezuela. "He determinado que es necesario bloquear las propiedades del gobierno de Venezuela a la luz de la continua usurpación del poder por parte del régimen ilegítimo de Nicolás Maduro", sostuvo Trump en una carta al congreso, haciéndose del control total de los activos venezolanos en EEUU.

Allí dispone la total prohibición de cualquier transacción económica con el gobierno venezolano y la petrolera estatal PDVSA, junto con sanciones contra quien mantenga relaciones comerciales con ambos. Impone también el embargo a los bienes venezolanos en suelo estadounidense, entre ellos la filial de PDVSA, CITGO. Esta medida de embargo se asemeja a la Ley Helms Burton con la cual se bloquea a Cuba desde hace más de 50 años, o al cúmulo de “sanciones” que pesan sobre Irán y la República Popular Democrática de Corea.

La obsesión de Trump por desalojar al movimiento bolivariano del poder en Venezuela llega a su punto más cruel con la población del país hermano, dando un golpe bajo a la capacidad de contar con el abastecimiento de los rubros más básicos para la vida cotidiana. Alimentos principalmente, cuya provisión a través de los CLAP, queda seriamente comprometida. Medicamentos es otro rubro amenazado de desabastecimiento.

La administración Trump toma esta medida luego de que el intento por arrebatar el poder político con la aventura encabezada por Juan Guaidó fracasara, y mientras se desarrollan conversaciones entre gobierno y oposición, primero en Oslo y luego en Barbados, bajo el auspicio de Noruega. Al mismo tiempo, está en marcha el operativo reelectoral del propio Trump, y una medida de este calibre busca también afianzar a su lado los votos de los exiliados venezolanos que, así como los cubanos, pueblan el estado de Florida. Ambos contingentes ejercen permanentemente una presión en sentido ultra reaccionario, y su fidelidad electoral a los republicanos depende de cuánto se ajuste el torniquete sobre los gobiernos soberanos de sus patrias de origen. 

La situación interna en Venezuela es delicada. El chavismo permanece ejerciendo el poder ejecutivo y el resto de los poderes, excepto el legislativo, que se encuentra en manos de la oposición. En lo económico ha sido incapaz de resolver los temas centrales como el desarrollo de la producción en bienes y servicios y el control de una inflación que no para de castigar a las clases populares. El salario real ha visto caer su poder adquisitivo en términos dramáticos, y quizás el control de las Fuerzas Armadas y la capacidad de movilización política son los aspectos de mayor fortaleza del gobierno. La oposición ha abandonado momentáneamente las calles como escenario principal de confrontación, y el “asalto inmediato al poder” como táctica de lucha política. El refuerzo del embargo por parte del imperialismo yanqui indica un rumbo de desgaste y agobio del pueblo y su gobierno como orientador general de la disputa por el poder.  

Mientras tanto, no hay tiempo que perder para los trabajadores y el pueblo de Venezuela, junto con sus organizaciones antimperialistas y revolucionarias. Si bien es justa y correcta, es necesario advertir que no basta con la denuncia política de un embargo criminal. Está en juego el control de la riqueza nacional: o queda en manos de la voracidad imperialista y sus cómplices locales para el sometimiento absoluto, o en manos del pueblo trabajador para el ejercicio de la soberanía, la defensa de la autodeterminación y la conquista de la independencia. 

Para esto, hay que disputar la fuerza del movimiento obrero y popular orientándolo en dirección a hacerse cargo de la recuperación de la producción, distribución y comercialización de todos los bienes y servicios esenciales. Identificar a los monopolios y multinacionales que conspiran contra el pueblo, especialmente los de capitales yanquis, y avanzar en su confiscación, poniendo a las organizaciones obreras al mando de la producción de acuerdo a un plan nacional de abastecimiento. Obligar al gran empresariado que tiene capitales en el exterior a repatriarlos de inmediato, caso contrario proceder a su expropiación, poniendo estos recursos al servicio de un plan de recuperación del bienestar popular. Poner proa hacia la aplicación de un programa de nacionalización de la banca y de los principales resortes de la economía nacional, asumiendo como recursos estratégicos todos los establecimientos de producción de alimentos, medicamentos y demás artículos de primera necesidad. Control estatal del conjunto del sistema de salud y educación, preparándose para reducir al mínimo los daños del infame bloqueo. Y junto con esto, cárcel a todos los conspiradores, especuladores y corruptos. 

Esta es la perspectiva inmediata que debe ser discutida en la vanguardia del movimiento obrero y popular en Venezuela, para derrotar el bloqueo criminal y avanzar en la profundización del carácter democrático, popular y antiimperialista del proceso bolivariano.

Leo Funes

Publicado en: 
Lunes, Agosto 19, 2019 - 19:15

Notas relacionadas