Mucho viaje y pocas nueces

Jueves, 8. Febrero 2018

La gira de Macri por Europa a fines de enero estuvo lejos de las expectativas comerciales y de inversiones que el propio gobierno genera cada vez que participa de algún foro de negocios. La dilatadísima ‘lluvia de inversiones’ sigue siendo un espejismo y, a su regreso, los funcionarios sólo trajeron promesas en sus bolsillos.

La recorrida por Rusia, Suiza y Francia tenía como principal argumento la participación en el Foro de Davos, pero perseguía un propósito bastante más acuciante: despejar los nubarrones que se ciernen sobre una economía que no despega, no convence a los inversores internacionales y dista mucho de generar confianza entre los grandes capitales en un contexto global de incertidumbre.
El inicio del viaje por la Federación Rusa implica, antes que nada una certificación que el pragmatismo es hijo de la miseria en términos de socios de peso en la agenda internacional. La reunión de Macri con Putin es fruto de la dificultad para asegurarse un trato preferencial en la Casa Blanca, como esperaba el gobierno en sus primeros meses. Si bien Rusia es uno de las pocas grandes economías con las que Argentina tiene un saldo comercial superavitario, los embarques de carne, frutas y granos son el 50% de lo que fueron en 2008, y del total de inversiones prometidas desde enero de 2016, Rusia ocupa el 0,09% de lo anunciado. Luego de reuniones con empresarios de rubros como petróleo, biotecnología, energía, finanzas, ferrocarriles y fertilizantes, lo único concreto es el acuerdo de constituir una Consejería Agroindustrial en Moscú para facilitar el ingreso de alimentos locales, y la firma de un memorando de entendimiento con la compañía rusa Uranium One Group para explorar y explotar la cuenca San Jorge en Chubut, en busca de uranio.
De su paso por Davos quedan las fotos de un desfile de CEO’s de firmas globales que pasaron a escuchar las ofertas del gobierno argentino, pero los resultados tangibles brillan por su ausencia. Entre los directivos y empresarios argentinos que acompañaron la comitiva oficial están Eduardo Elsztain (IRSA), Marcos Bulgheroni (PAE), Sebastián Bagó (h), y Martín Eurnekian (AA2000). Sólo se contabiliza el anuncio de la minera canadiense Goldcorp de desembolsar 750 millones de dólares en el yacimiento de oro y plata de Cerro Negro que ya se encuentra explotando en Santa Cruz.
La visita a Francia tenía un objetivo central: avanzar en la firma del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Este acuerdo, que empezó a anunciarse hace más de 15 años, y cuya firma fracasó en la frustrada cumbre de la OMC en Buenos Aires, sigue sin resolverse y, más allá de los recurrentes anuncios del macrismo, ningún funcionario europeo, ni empresario involucrado en las negociaciones se anima a afirmar que vaya a establecerse en algún momento. El principal obstáculo para su firma es precisamente Francia, más particularmente su sector agroganadero, que ve a los productos primarios de Sudamérica como una amenaza para su mercado.
“Para vender hay que comprar” dijo recientemente Etchevehere, Ministro de Agroindustria, interpretando fielmente las palabras del presidente francés Emmanuel Macron que, tras cumplir con los elogios de rigor al hipotético acuerdo, dejó en claro que la condición es que se respeten las “líneas rojas”. Esto es, además de abrir las fronteras del Mercosur a todo lo que necesita vender Europa, especialmente Francia, limitar estrictamente las compras europeas a productos primarios y con cupos de ingreso que por ejemplo, en el caso de la carne vacuna, están cientos de miles de toneladas por detrás de la expectativa de los exportadores locales. Para que avance este acuerdo, las pyme industriales ya advierten que serán una de las monedas de cambio con los europeos, para dejar lugar a la exportación de manufacturas agropecuarias, donde los biocombustibles ocuparían un lugar destacado.
Así, a contrapelo de las crónicas oficiales, los frutos de la gira presidencial fueron desalentadores para el propio gobierno. Y como si no bastara con esta nueva decepción, al regresar de Europa se hicieron escuchar los bancos y fondos de inversión -sobre todo de origen estadounidense, como Barclays, Bank of America y J.P. Morgan Chase-, que manifestaron al ministro Dujovne su preocupación por la marcha de la economía argentina. Sintéticamente: no confían en que el gobierno cumpla con los objetivos trazados para este año, tanto en lo que hace a las metas de inflación (la calculan en el orden del 20%), como de crecimiento del PIB (no creen que pueda llegar al 3,5% previsto). Esto provoca desconfianza sobre la sustentabilidad fiscal y a su vez, el riesgo de que si la economía no crece lo suficiente no habrá divisas con las que hacer frente a la deuda que se viene acumulando cuantiosamente.
La reacción inmediata fue improvisar un gesto que complazca a los señores de las finanzas, y rápidamente salió el anuncio de recortes en el “gasto político” (reducción de cargos en el ejecutivo, congelamiento de salarios para los funcionarios nombrados por esta gestión). El “ahorro” anunciado no llega al 0,03% del presupuesto 2018. La zanahoria de la “confianza de los mercados” va en dirección a recortes más sustanciales como en los hospitales, INTI, Correo Argentino, FAdeA, etc. Y cuando esto esté concretado seguirán los subsidios, los salarios, las jubilaciones, etc., etc., etc.
La lluvia de inversiones, tal como la revolución de la alegría y cinismos por el estilo, que se encargaron de inflar el gobierno en sus primeros tiempos, ya no alcanzan para disfrazar una situación de suma fragilidad en el terreno económico, y los primeros en advertirla son los emblemas globales de la oligarquía financiera.

Leo Funes

Publicado en: 
Jueves, Febrero 8, 2018 - 07:30

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