A Macri le cascotean el rancho

Jueves, 11. Agosto 2016

Desbordado por las protestas, crece el desconcierto del oficialismo. El fallo de la Cámara de la Plata que ordena retrotraer la suba en la luz a los valores anteriores fue el segundo gran cachetazo, luego del gas, a la política de los tarifazos implementada por el gobierno. En la noche del jueves 4 los vecinos de numerosas ciudades del país volvían a cortar y expresar su repudio a través del cacerolazo. 

El equipo de gobierno acorralado entre el fracaso de su política antinflacionaria, el traspié judicial y el creciente malestar popular, comienza a agrietarse. El cuadro recesivo se agravó en todos los planos pero, fundamentalmente, se descarga con salvajismo en el aumento del costo de vida, sobre todo en el rubro de los alimentos, de tal forma que una franja cada vez mayor de trabajadores activos han pasado a ser pobres en la medida que sus ingresos se distancian cada vez más del valor de la canasta familiar ya por encima de los $ 16.000. Si al primer trimestre del año los informes de la UCA dieron 34,5% de pobres, los estudios que aporta el Instituto Gino Germani poco después muestran en el Conurbano cifras cercanas al 42% por debajo de la línea de pobreza.

Gobernabilidad y auge de luchas

La insistencia en los medios sobre la permanencia de la credibilidad que aún mantiene el presidente contrasta en los hechos con el día a día. No se trata sólo de cuantificar las variadas expresiones de disconformidad, ni la irrupción callejera como cuestión central en las protestas; también cuenta el ascenso en la conciencia popular que registra, cumplido el octavo mes, un enorme paso adelante en el rechazo a cualquier intento de salir de la crisis sobre la base de estabilizar la pobreza. Tal vez allí están las preocupaciones mayores del régimen político, colisionado en el 2001. Pretender salir de la encrucijada con la mira en la próxima contienda electoral requiere de un conformismo que el gobierno no encuentra, y aunque sigan saltando los hechos de corrupción, descargar sus fracasos en la “herencia recibida” ya tampoco alcanza. De allí que la gobernabilidad ya no es competencia solo del macrismo. Todos los que se abrazan a este régimen averiado, incluidos los que especulan montados en el desgaste, participan precavidos en la idea de poner paños fríos frente a una situación de auge de luchas que se sabe cómo empieza pero nunca cómo termina. Al final de cuentas estamos frente a una situación en donde la legitimidad democrática se consagra en el respeto y la defensa de los intereses de trabajadores y pueblo, pero nunca aferrados  a una institucionalidad cuestionada que se renueva por ciclos pero que siempre responde a los sectores acomodados, a ‘los de arriba’. No habrá república popular democrática mientras exista la vieja república del capital monopólico. Aferrarse a ésta impide que surja aquella.

Anticipos de campaña para sortear la tormenta

El gobierno de Macri puja por zafar -cuando no cooptar- asistiendo económicamente a  gobernadores e intendentes. La oposición peronista en sus tres variantes, Massa por fuera y el FpV fracturado entre la versión del PJ y el kirchnerismo, definen mayorías en las decisiones parlamentarias. Todos miran hacia las elecciones de 2017 y junto con otras fuerzas menores resaltan compromisos institucionales antes que favorecer el protagonismo de la movilización popular. Si algo irritó a la clase política en la conducta de Hebe de Bonafini frente a la indagatoria de un juez, fue su desacato al poder venal, corroído institucionalmente y el consiguiente impacto de ese mensaje en la actual situación de masas movilizadas. Que algunos caretas buscaran oxigenarse detrás de los pañuelos fue puro oportunismo que no cambia lo esencial.

También las tres CGT

Con esa mirada la dirigencia sindical (más empresaria que sindical) marcha hacia un congreso unificador de cúpulas donde además del documento condenatorio a la política oficial pretenden condicionar cualquier formato futuro que los margine de la decisión e integración de la dirección política peronista. Ostentan posibilidades de fuerzas, ya demostrada, como para inclinar el plano de la disputa. Más allá del reconocimiento al presidente Macri por la devolución de fondos de las obras sociales retenidos en el gobierno anterior, su contribución en mar embravecido ya no podrá impedir el desarrollo de la lucha obrera, pero sí tal vez distender o aislar para que la misma no vulnere la institucionalidad cuestionada. Allí están las razones para no definir ni avanzar con un plan de luchas encabezado por los trabajadores. En ese marco tampoco ayudan otros espacios de movilización que anteponen sus propios cálculos políticos en desmedro de la unidad de acción.

Legitimar la rebeldía

Agosto viene cargado de tensiones. Organizaciones piqueteras incrementan filas y movilizaciones frente al hambre y las carencias que recuerdan el colapso de los 90. Docentes y estatales profundizan acciones y protestas en cada lugar. Surgen marchas  federales con sectores diversos unificados por necesidades insatisfechas. Todo en el marco de un trimestre señalado como el más recesivo y en donde se advierte la necesidad de elevar la unidad, contenido y acción para quebrar, tal cual los tarifazos, la política de ajuste. Es el momento en que la consigna “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” encuentra oídos receptivos y empieza a corearse otra vez como una posibilidad cierta, no lineal, pero con la experiencia fresca de aquel 2001 que habilitó la rebelión popular. 


Andrés Zamponi

Publicado en: 
Jueves, Agosto 11, 2016 - 23:30

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