México: Toma forma la respuesta popular

Miércoles, 12. Noviembre 2014

El 26 de septiembre, estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa ocupan un colectivo en Iguala para asegurar el traslado de sus compañeros a la Ciudad de México, y participar de la movilización en memoria de la masacre estudiantil de Tlatelolco en 1968. La policía local dispara contra la unidad, matando a seis jóvenes y deteniendo a decenas de ellos, de los cuales más de veinte estaban heridos. Desde esa noche, los 43 estudiantes detenidos continúan desaparecidos.

Desde el mismo momento de la desaparición, los padres, familiares, compañeros y docentes de estos jóvenes plantearon públicamente su condena al accionar policial y su certeza respecto a la responsabilidad estatal en las muertes y desapariciones, descartando los intentos oficiales por desviar la atención hacia disputas entre grupos de sicarios, bandas de narcotraficantes, organizaciones guerrilleras y cualquier chivo expiatorio que sirviera para orientar la indignación popular - que empezaba ya a materializarse - lejos del poder político. En los días subsiguientes, en el marco de las movilizaciones por la aparición con vida de los estudiantes, fue incendiado el Palacio Municipal, apedreada la sede de la gobernación, se han sucedido centenares de marchas y cortes de ruta en varios puntos del estado de Guerrero y el resto del país. Conforme fue desarrollándose la movilización popular, han ido cediendo los eslabones más débiles del poder local y regional. El alcalde local y su esposa, señalados inmediatamente por los allegados a los desaparecidos, no sólo renunciaron a sus cargos sino que huyeron, siendo prófugos de la justicia durante varios días. El alcalde que reemplazó en primera instancia al renunciante, sólo duró unas horas en su cargo y siguió el camino de su antecesor. Acto seguido, la mirada del pueblo en las calles apuntó hacia el gobierno de Guerrero, el gobernador no resistió más que unos días a la presión popular y también presentó su renuncia, buscando descomprimir una situación que no parece haber llegado a su techo. De hecho, las últimas marchas convocadas, cada vez más masivas y extendidas a todo el territorio nacional, han ido sumando a las consignas iniciales de “Con vida los llevaron, con vida los queremos”, y “Fue el Estado”, y ahora también “Fuera Peña!” (Enrique Peña Nieto, presidente de México).
Ubicado al sur de la Ciudad de México, el estado de Guerrero combina la extrema pobreza en localidades rurales e indígenas como Iguala y Ayotzinapa, con la opulencia de Acapulco sobre la costa pacífica. El PRD (Partido de la Revolución Democrática), otrora opción ‘de izquierda’ para el electorado mexicano, gobernaba Guerrero y el municipio de Iguala, apoyado en caciques locales como Ángel Aguirre Rivero (ex-gobernador) y José Luis abarca (ex-alcalde), hasta que fueron barridos por la intervención popular. En todo México se han vuelto frecuentes en los últimos años los asesinatos y desapariciones vinculados al accionar de los cárteles de narcotráfico y a la ‘guerra contra el narco’ que impulsa el estado federal. Desde que el ex-presidente Felipe Calderón orientó el accionar militar contra estos cárteles, son alrededor de 80.000 los mexicanos asesinados y más de 22.000 los desaparecidos. Dado el nivel de penetración de los grupos dedicados al narcotráfico, la diversificación de sus negocios y la permeabilidad de todos los poderes e instituciones del estado, la indefensión de las masas populares es tangible en todos los planos. A todo esto se suma la situación social: según la OCDE, México tiene el salario mínimo más bajo del mundo (4,90 dólares la jornada). El 42% de los trabajadores mexicanos (23 millones de personas) no llegan a la “canasta ampliada”, que incluye alimentos y acceso a servicios básicos (La Nación, 7/9). La unidad programática de los tres partidos gobernantes (PRI -Partido Revolucionario Institucional-, PRD y PAN -Partido de Acción Nacional-), plasmada en el Pacto por México, es una plataforma unificada para una reforma estructural política y económica dictada al oído por el vecino del norte, que está en pleno desarrollo y que incluye entre otras, el fin del monopolio estatal sobre el petróleo. Así, el repudio popular toma como blanco de su accionar, al conjunto del régimen político, identificado con toda justicia, como enemigo del pueblo trabajador.
En momentos en que se suceden escraches a políticos en las calles, crecen los ataques a locales de los tres partidos gobernantes, y aumentan las ocupaciones de edificios públicos, incluido el aeropuerto de Acapulco, el presidente Peña Nieto (PRI) se fue de gira por China y Australia, demostrando el desconcierto en que se encuentran los círculos gobernantes frente al encadenamiento de los acontecimientos. México está entrando en un estado de virtual rebelión popular por la aparición con vida de los estudiantes, aunque el alimento de este alzamiento excede ampliamente este reclamo. Se ha quebrado la poca confianza que quedaba sobre un gobierno y un régimen político y social que está hundiendo en la miseria, la dependencia y el terror de estado a una población que, en grandes proporciones, advierte en esta desaparición masiva, la gota que rebasó el vaso. Está previsto un paro nacional para el 20 y 21 de noviembre, en coincidencia con el Día de la Revolución Mexicana, que podría volcar a las calles un bloque popular donde confluyan en la lucha estudiantes, docentes, obreros, campesinos, indígenas y el conjunto de los oprimidos. Las Milicias Populares de Guerrero, en un reciente comunicado dirigido a todos los mexicanos, llaman a movilizarse masivamente: “Por eso, hoy más que nunca necesitamos responder con todas las formas de lucha, violentas y pacíficas, legales o fuera de esta legalidad sin ética que intentan imponernos los de arriba. Al fin que ellos son los primeros en violar la legalidad, en utilizar los métodos mafiosos para enriquecerse y saquearnos aún más.”
Ante la desconfianza hacia las autoridades, la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) se lanzó a coordinar no sólo las movilizaciones, sino también la búsqueda de los jóvenes. Del mismo modo, se replican en varios puntos de México formas de poder popular que, en algunos planos como la autodefensa de los vecinos y particularmente de los dirigentes populares han empezado a actuar como estados paralelos. A medida que pasan los días la movilización, lejos de atenuarse se acentúa, y va dando lugar a la comprensión de que la falsa democracia que rige la vida de los mexicanos, es probadamente impermeable a las demandas más básicas de las mayorías populares. Frente a esto, es esencial que la justa rebelión avance sobre ese régimen putrefacto, sembrando a su paso el ejercicio de una verdadera democracia popular y revolucionaria, que se oriente a imponer por la vía de la rebelión popular un gobierno de liberación nacional y social. Cualquier avance en esta dirección sería la mayor ayuda que podrían brindar a la búsqueda en común de los pueblos oprimidos de América Latina.

Leo Funes

Publicado en: 
Martes, Noviembre 18, 2014 - 20:15

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