Las concesiones de Syriza

Jueves, 12. Marzo 2015
Grecia

En su primer mes de gobierno, las nuevas autoridades griegas han empezado a responder al interrogante que despertaron entre el pueblo griego y fronteras afuera. Luego de años repitiendo que no iba a sentarse a negociar con la troika, que se imponía una reducción drástica de la deuda, que se debía rechazar el “rescate” de aquellos organismos, y así revertir las políticas de austeridad para el pueblo griego, en sólo un mes de gobierno aquellos planteos han quedado en el olvido.

Tsipras, al frente de las negociaciones con los representantes de los banqueros europeos, se comprometió a mantener a Grecia dentro de los carriles de los gobiernos anteriores, a aceptar la supervisión del FMI, la UE y el BCE sobre los pasos a seguir en los próximos cuatro meses, que distan hasta la próxima ronda de negociaciones. Eso sí, en un gesto de soberanía semántica, resolvió que de aquí en adelante ya no se hablará de “troika” sino de “instituciones” para referirse a los organismos que tutelan la marcha de su gobierno.
Para conseguir la prórroga de cuatro meses y asegurarse fondos para el corto plazo, Syriza ha hecho concesiones tales como reconocer la totalidad de la deuda; prometer abstenerse de tomar cualquier “medida unilateral” que impacte en el presupuesto o que amenace la “estabilidad financiera”; y aceptar la supervisión de las ahora llamadas “instituciones”. Un juramento de fidelidad a la oligarquía financiera.
Complementando esta línea, y mientras se desarrollaban las negociaciones, el gobierno de Syriza propuso para la presidencia de la república a un miembro del partido Nueva Democracia, que venía de ser gobierno, derrotado en las elecciones del mes pasado y emblema de la austeridad que Syriza venía a combatir. Esto se suma a la alianza con el grupo de derecha ANEL y la cesión del ministerio de Defensa a manos de su principal referente.
Ante tan contundente señal de capitulación, se desató una crisis dentro de la formación de gobierno. El 27 de febrero, en una votación indicativa, casi un tercio de los parlamentarios de Syriza se opusieron al acuerdo. Un histórico dirigente de Syriza y héroe de la resistencia griega antifascista, Manolis Glezos, fue claro en sus conclusiones: “El pueblo votó lo que Syriza había prometido. La anulación del statu quo de la austeridad, que no es sólo la estrategia de la oligarquía alemana y de los prestamistas europeos, sino también de la oligarquía griega. La anulación del memorándum y la troika, así como todas las leyes de la austeridad. (…) Por mi parte, PIDO DISCULPAS al pueblo griego, por haber contribuido a crear esta ilusión. Sin embargo, antes de que el mal avance más de la cuenta, antes de que sea demasiado tarde, contraataquemos”.
La rebelión en sus entrañas, que ensombrece cualquier aspiración de gobernar a través de la propia fuerza en el congreso, empuja a Tsipras a un pacto de gobernabilidad junto a los partidos del ajuste, recientemente derrotados. Los trabajadores y el pueblo que, en su mayoría votaron por Syriza o por otras expresiones de izquierda, y ahora ven esfumarse las expectativas por un gobierno que ya en sus primeros pasos ha resuelto darle la espalda, se han convertido en el principal frente de tormenta del nuevo gobierno.
La pelota vuelve a quedar picando en el campo de los revolucionarios.
Se impone entonces reforzar el trabajo de la izquierda revolucionaria entre los trabajadores y el resto del pueblo, debatiendo las conclusiones que este proceso va arrojando, con el punto de vista de combatir cualquier signo de desánimo frente al accionar del nuevo gobierno y reforzando la importancia que adquiere en los meses que siguen el protagonismo callejero de las masas trabajadoras. Este trabajo no empieza de cero. En los últimos años, al calor de la crisis y las revueltas recurrentes en las calles griegas, se ha ido consolidando una tendencia rebelde y combativa entre las masas trabajadoras del país. Esa tendencia en alza es la que permitió a Syriza llegar al poder por la vía de las elecciones. Pero, tal como decíamos en la edición anterior, ese apoyo distaba mucho de ser un cheque en blanco, y la tarea inmediata de los antimperialistas consecuentes, los revolucionarios, es la de orientar el previsible desencanto hacia posiciones de mayor compromiso con la lucha por un verdadero poder popular en Grecia.

Leo Funes

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Jueves, Marzo 12, 2015 - 00:15

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