La ‘gobernabilidad’ en falsa escuadra

Martes, 14. Marzo 2017

Masivo acto de la CGT con ajuste de cuentas incluido

El origen de la intensa conflictividad del mes de marzo no se puede explicar livianamente por el inicio de la campaña electoral. Razones interesadas se ocultan detrás de esas lecturas que no logran disipar la fuerte preocupación existente en los círculos dominantes. Es que si ya venía averiada la credibilidad presidencial y ahora se suma la de los interlocutores sindicales opositores que actuaban como dique de contención, el interregno hacia adelante deja fuera de escuadra la institucionalidad vigente. De tal forma que hasta el propio veredicto en el mes de octubre corre el riesgo de transformarse tan solo en un hecho formal a los ojos de los trabajadores. Tampoco se puede descalificar o señalar como acción de infiltrados, planificada o no, o ajena al sentimiento del conjunto, la de quienes ese martes 7 al cierre del acto coparon el escenario y obligaron el abandono acelerado de la burocracia de la CGT. Menos aun se pueden ignorar las señales existentes desde el inicio para ponerle fecha al paro, en oposición a los dichos de Pablo Moyano que atribuyó los hechos a las deficiencias en la seguridad y organización del acto y que “bajo la conducción de su padre esto no hubiera pasado”.
Lo determinante es que ese mar de fondo en que se transformaron los reclamos existe y que, independientemente de las direcciones y de la coyuntura convocante, cuando las masas se expresan en la calle en forma tan sostenida, madura un cambio de época y, en correspondencia con ello, debemos intervenir con políticas de punta para elevar la lucha por las demandas obreras y populares, a la vez que facilitar el desborde de las direcciones frenadoras que se han enriquecido atornilladas por décadas en sus puestos junto al poder de turno.

Madura el auge

Hay razones más profundas, que empalman con un sentimiento que se arrastra desde varios años, pero que en particular crece paralelo a la descomposición de las referencias políticas, al deterioro económico y a la degradación social, como contracara de un capital monopólico cada vez más concentrado.
Fueron tres días que arrancaron el lunes 6 con la multitudinaria marcha docente y finalizaron el miércoles 8 con otra igual o aún más numerosa movilización y paro internacional por los derechos de la mujer. Reflejo de un auge cuya maduración puede habilitar una situación distinta o revolucionaria en la medida en que la unificación del activismo militante y la vanguardia natural se proponga y logre encabezar las demandas populares por una salida rebelde a la crisis.
El carácter defensivo de algunas luchas producto del ajuste en curso no debe hacer perder de vista que el deterioro del gobierno nacional es cada vez mayor y el sesgo elitista como la impericia ya devinieron en enfermedad a solo 15 meses de haberse iniciado.
Aquí es donde el problema que atraviesa el macrismo deja de ser propio y se traslada al resto de las fuerzas comprometidas con el régimen vigente, en la medida que las demandas específicas, para resolverse, aparecen encadenadas a la necesidad de un cambio político real antes que a la suerte de algún candidato. Ni oficialismo ni quienes ya fueron gobierno aportan solución a esta crisis estructural provocada y, en ese marco, el empecinamiento por forzar una salida a costa de los trabajadores conlleva riesgos políticos que ponen en juego la propia gobernabilidad y también su continuidad. La insistencia del presidente De la Rúa en perforar la resistencia popular con mayor empobrecimiento y represión devino en el alzamiento del pueblo en 2001, y con ello se abrieron nuevas posibilidades para el desarrollo de políticas revolucionarias en la perspectiva de cambios verdaderos que mejoren la calidad de vida de las masas populares.

Discurso a contramano de los hechos

Esto sucede poco después del discurso presidencial en la inauguración de las sesiones del Congreso. Vacío de contenido, con muchas promesas generales y despistado en la valoración del humor popular. Macri insistió en la transparencia como carta diferencial con Cristina, pero a su vez amontona causas como los Panamá Papers, la del jefe de espías Arribas coimeado por la empresa Odebrecht, la del Correo y últimamente la de Avianca que vuelve a conectarlo con los negociados familiares. Rescató la educación como cuestión esencial y prometió mejoras, cuando ya la docencia manifestaba su disconformidad con el techo salarial definido y lista a concretar poco después el paro y la contundente movilización inicial. Y volvió con el remanido tema del crecimiento económico cuando, más allá de las cifras o tendencias desplegadas, en la calle lo que se advierte son desmejoras e incertidumbre.
En el plano económico es justamente donde surgen las mayores dificultades dado el empeoramiento de las condiciones de vida, la continuidad de la recesión y los desacuerdos internos, que empujan en sentido favorable a la protesta. La contradicción entre el desmesurado aumento de los precios que afectan el consumo y las cifras estadísticas del INDEC vuelve a poner en sospecha su manipulación, a la vez que contamina la discusión salarial. Tal es el caso con la medición de febrero, mes donde confluyeron los aumentos tarifarios con la suba de precios de productos escolares y de alimentos y, sin embargo, la inflación determinada por el organismo fue solo del 2,5%. Pretender contener los salarios cuando no se contienen los precios a la vez que se liberan tarifas para reducir subsidios en aras de bajar el déficit fiscal, es una lógica inaceptable e impracticable frente a la revuelta social en ciernes.
También el tema de los despidos que se acrecientan en la industria textil, del calzado y frigoríficos, adquirió resonancia con los cierres de Atanor, Banghó y Canale, pero fundamentalmente con el despliegue provocado por los trabajadores de AGR. Las suspensiones se extendieron en petroleros en el sur y luego a la industria automotriz, a lo que suma ahora la liquidación en marcha de Sancor con sus 4.000 operarios. Constituyen parte de una realidad que no se puede tapar con la generación de los nuevos empleos como sostiene el ministro Triaca y menos aun cuando el propio empresariado reconoce una capacidad ociosa del 40%.
En este marco, el gobierno jugó sus recursos políticos apostando a torcerles la mano a los docentes. La gobernadora Vidal creyó que con el 18% y la presión social podían iniciar el ciclo. Amenazó con el descuento de los días de huelga y la suspensión de la personería jurídica de los gremios. Concentró el ataque en Baradel especulando con el cuestionamiento de bases que registra y con su filiación al kirchnerismo, para deslegitimar y desconocer las decisiones asamblearias como práctica de la lucha docente. Perdió en todos los planos. Ahora la perspectiva resulta más complicada, porque junto al mejoramiento de la propuesta salarial deberá lidiar por recomponer una autoridad política debilitada.

El impacto de la acción
callejera

Es el momento en que la calle pone condiciones y desdibuja el rol parlamentario, a la vez que el golpe recibido por la conducción de la CGT dificulta su papel mediador ante el gobierno conjuntamente con el estallido de las internas en el PJ. De allí que la candidatura de Randazzo con el beneplácito de un sector de los gordos que fueron corridos del escenario puede favorecer objetivamente al oficialismo, porque divide aguas en el peronismo y golpea el espacio del medio que construye Massa. Pero también medidas de lucha nacionales pueden abrir la exclusa de contención al movimiento de masas. La definición del paro nacional como prenda de reparación e integración de los jerarcas gremiales es irreversible, como también lo es la ruptura que se produjo entre dicha dirigencia y el cuestionamiento creciente de las bases trabajadoras. Al respecto un párrafo de la resolución política de nuestro XIII Congreso a fines de febrero dice que: “Todo está permitido en el debate encrespado por momentos y cargado de oportunismo, menos favorecer el derrape institucional. Los compromisos de la burocracia con la gobernabilidad impiden por ahora una repuesta más contundente, pero desnudan a su vez los límites de ese consenso cuya contracara, en la medida que las condiciones se agravan, genera mayores posibilidades para el desarrollo de políticas confrontativas. La burocracia busca descomprimir tensiones y posterga medidas de acción directa que fueron siempre más efectivas para defender las conquistas, pero cuyas consecuencias temen puede quedar fuera de su control ante el surgimiento de una joven y combativa vanguardia obrera que se proyecta y madura desde las propias bases. Con una mirada más fina, la contradicción entre el movimiento de masas y su dirección es el problema histórico a resolver, a la vez que el estado de ánimo de las masas movilizadas constituye el mejor condimento para elevar la lucha de clases a un estadio superior y favorecer un cambio de situación conjuntamente con un cambio en la conciencia del proletariado...”
Por ello, se impone apoyar la huelga docente y de estatales en marcha al paro nacional activo y piquetero, en el marco de una acción conjunta del combativismo, la izquierda y los que luchan, para encauzar el auge de masas en la perspectiva de quebrar el plan de ajuste y posibilitar la apertura de una situación nueva que tire abajo el régimen político y esta democracia trucha. En ese camino trabajar para que este 24 de Marzo sea una contundente movilización por los reclamos históricos y, en particular, contra el genocidio y quienes lo niegan o ningunean desde la función pública.
La lucha por una verdadera democracia popular se inscribe en la demanda general para frenar y derrotar las políticas de hambre, entrega, corrupción y represión cualquiera sea su origen.

Andrés Zamponi

Publicado en: 
Martes, Marzo 14, 2017 - 17:45

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