Junto al pueblo venezolano contra el golpismo oligárquico y pro imperialista

Miércoles, 16. Noviembre 2016
Junto al pueblo venezolano contra  el golpismo oligárquico y pro imperialista

En una declaración de fines de octubre, con motivo de la última iniciativa de la oposición de derecha al gobierno venezolano por desalojarlo a éste del poder político, sosteníamos que desde que el chavismo llegó al poder político, la oposición ha ensayado y puesto en práctica todas las formas posibles de tumbar al gobierno de Chávez en su momento y de Maduro después, para devolver el poder a la fracción más pro-imperialista de la burguesía local. El golpe de estado fallido de 2002 fue el intento más cercano de desalojar al gobierno legítimo de Venezuela, pero el pueblo en las calles hizo retroceder al golpismo, aunque sólo temporalmente.

Los argumentos esgrimidos por la MUD (Mesa de Unidad Democrática) para impulsar un ilegal juicio político al presidente Maduro, iban desde la “ruptura del orden constitucional y la existencia de un golpe de estado por el régimen de Nicolás Maduro en contra de la Constitución y el pueblo de Venezuela”, por haber suspendido la convocatoria a un referendo revocatorio debido a la falsificación de un alto porcentaje de las firmas presentadas, hasta la ‘acusación’ al presidente de ser colombiano y no venezolano, e inclusive de haber hecho ‘abandono del cargo’ durante el último viaje que realizó a medio oriente.

En su convocatoria a un alzamiento cívico-militar, los representantes legislativos de la oposición hacían un llamamiento abierto a la insubordinación de las FFAA, pedían la intervención de la comunidad internacional, y llamaban al pueblo venezolano a movilizarse en las calles contra el gobierno. Decíamos que si bien a simple vista la situación podía ser similar a la de los casos de golpes parlamentarios en Brasil, Paraguay y Honduras, el escenario venezolano distaba mucho de aquellos. “Primero, porque la oposición está lejos de constituir un bloque homogéneo y con una cabeza única. La acumulación de frustraciones en los intentos anteriores por ganarse al pueblo para tumbar al gobierno hace que convivan en la MUD diversas ideas del rumbo a tomar. Segundo, a pesar de la crisis económica y social que soporta el pueblo venezolano -por razones de orden internacional y por las serias limitaciones programáticas del ‘socialismo del S XXI’, que en 17 años en el poder no ha tocado la matriz petro-dependiente que ahorca la economía nacional-; no cayó nunca en las trampas tendidas por la burguesía reaccionaria nucleada en la MUD. Tercero, el clima social que atraviesa Venezuela y buena parte de la región, hace que el fantasma de la rebelión popular, sea lo suficientemente creíble como para que quienes tienen algo que perder, piensen dos veces antes de seguir jugando con fuego.

El primero en advertir este cuadro es Bergoglio, un viejo conocedor de la región y con suficiente olfato para advertir que una aventura golpista en Venezuela tendría consecuencias impredecibles para el país y la región. Si algo no necesitan el Vaticano, las clases dominantes en América Latina y el propio imperialismo yanqui, es un incendio antimperialista en la región. De allí su apuesta al diálogo y la ‘cultura del encuentro’”.

Pero también advertíamos que la falsa alternativa ‘golpe vs diálogo’ buscaba bloquear la intervención política propia de la clase trabajadora y el pueblo venezolanos.

Mientras duró la iniciativa golpista, fue el propio pueblo movilizado quien irrumpió en plena Asamblea Nacional para advertirle a los golpistas en la cara lo que les esperaba si avanzaban en su intento destituyente. Dos días después, mientras Maduro anunciaba en su discurso la decisión de convocar la mesa de diálogo para ‘darles otra oportunidad’ a los golpistas, el pueblo en la calle coreaba ‘disuelve la Asamblea, el pueblo se restea’1. Así, quedaba a la vista un camino claro para recorrer: si se pretende utilizar las instituciones vigentes para atentar contra las libertades democráticas y las conquistas sociales, deben ser barridas por la intervención popular”. 

Las semanas transcurridas desde aquel momento están ratificando nuestro punto de vista, y muestran la recuperación de la iniciativa oficialista a través de la consumación de la Mesa de Diálogo. Ciertamente, el diálogo no es el terreno más cómodo para la coalición opositora MUD. El solo planteo de la apertura de la mesa donde conviven Unasur, UE y el Vaticano, provocó una nueva crisis en el seno de los antichavistas. Han forjado una base militante mucho más entrenada en la confrontación callejera que en el debate político, y cuando, como ahora, las circunstancias obligan a su dirección a sentarse en una mesa para negociar, la unidad opositora cruje en todas sus articulaciones. El grupo interno de la MUD, conformado por Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular, fue el impulsor de la negativa a participar de la mesa de diálogo con el gobierno, y a éstos se le sumó una decena de grupos más. La presión internacional (especialmente la presencia de un delegado del Vaticano), doblegó esta posición y forzó a todas estas formaciones políticas a sentarse en la mesa. Esta ‘concesión al chavismo’, es tomada por la base de estos grupos casi como una traición, con lo cual sus dirigentes se comportan en la mesa de la manera más temeraria, chantajista y amenazante posible, buscando hacer equilibrio en una situación por demás incómoda. Tan es así, que la declaración conjunta “Vivir en paz” difundida este domingo, que anuncia la inminente “liberación de personas detenidas” en alusión a un número indeterminado de golpistas presos, no alcanzó para apaciguar los ánimos de la reacción más radicalizada. Tampoco la decisión oficial de modificar la composición del Consejo Nacional Electoral, sacando a dos representantes del oficialismo, para reemplazarlos por una personalidad de confianza de la oposición y otra “neutral”, con lo que el CNE quedaría equiparado entre ambas corrientes. Otro tanto con el punto que acuerda acciones conjuntas entre el gobierno y la MUD para contrarrestar el sabotaje al abastecimiento de medicamentos y alimentos a la población.

Sin embargo, la discordia en las filas de los reaccionarios no es sinónimo de avance para los trabajadores y el pueblo venezolano. Particularmente cuando la manija del proceso la tiene un sector de la burguesía que históricamente se ha mostrado propenso a la negociación con los golpistas y no a su liquidación. El antecedente del ‘perdón’ a los golpistas de 2002 tiene que ser suficiente alerta en las clases populares venezolanas y sus organizaciones revolucionarias, para evitar volver a caer en la misma trampa. La salida obrera y popular no es un pacto de gobernabilidad con los sectores pro-imperialistas, porque esto conlleva el germen de la entrega de las conquistas populares en todos estos años de lucha. El camino hacia una Venezuela efectivamente liberada y rumbo al socialismo está en la derrota sin concesiones del golpismo entreguista y pro-imperialista y la profundización de las transformaciones sociales y políticas ya iniciadas, la aplicación de un programa antimonopolista y antimperialista, con la clase obrera y el conjunto del pueblo a la cabeza.

Leo Funes

Nota

1Se juega el resto, se juega todo.

Publicado en: 
Miércoles, Noviembre 16, 2016 - 19:30

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