Inflación de Guerra

Martes, 20. Septiembre 2022
Inflación de Guerra

El mayor imperio de territorios contiguos conocido fue el mongol (1206-1368). En su época de apogeo llegó a cubrir una superficie que se extendió desde Corea a Europa Oriental implicando territorios de China, India, Asia Central, Rusia y Medio Oriente. Gran parte del éxito expansivo de este imperio se basó en la destreza militar de sus jinetes, el genocidio y el saqueo; sin embargo, fue la fuerza del papel moneda la que hizo posible la cohesión social, especialmente en los territorios de Mongolia y China, directamente gobernados por el emperador.

Kublai Kan, quinto y último Gran Kan, tuvo la original idea de apropiarse de todas las riquezas movilizadas por el comercio de la ruta de la seda (oro, plata, perlas y piedras preciosas) y entregar a cambio de ellas billetes de papel conteniendo una serie de firmas además del sello imperial para, de esta forma, establecer el monopolio estatal del papel moneda.

Además del respaldo metálico del papel, el Estado imperial fijó la pena de muerte para quienes emplearan monedas de oro y plata en sus transacciones comerciales, y también para quienes falsificaran los billetes de papel de curso legal.

A decir de Marco Polo, el Kan habría logrado en Oriente lo que los alquimistas nunca pudieron en Occidente: “convertir algo banal como el papel nada menos que en oro”.

Sin embargo, la combinación exitosa de la guerra de conquista con la emisión de papel moneda tuvo su techo durante la invasión mongola a Vietnam, momento en el cual la inflación provocada por la emisión exponencial de billetes sin respaldo para costear los gastos de guerra, tuvo su tiro de gracia con la presencia insospechada de estacas de madera ancladas por los vietnamitas al lecho del río Bach Dang, donde la flota conquistadora quedó literalmente ensartada.

Casi siete siglos después, esta vez otro imperio, el yanqui, sobrepasado también por la inflación de la guerra y la consecuente derrota en Vietnam, se vio obligado al igual que el imperio mongol a abandonar el patrón oro de respaldo al dólar e imponer una moneda fiduciaria, es decir, de libre emisión, sin respaldo, basada en la fuerza militar, la cual inundó las transacciones comerciales a lo largo y ancho del planeta y dinamizó una crisis financiera sin precedentes, que por estos días podría estar llegando a su fin.

Un nuevo patrón monetario

Recientemente, las principales economías occidentales reunidas en el G7, decidieron imponer un techo al precio internacional del petróleo ruso en un intento por golpear económicamente a Putin, a lo cual éste respondió que no les vendería petróleo a los países que adhirieran a dicho techo. Acto seguido Rusia suspendió el envío de gas a Europa hasta tanto ésta no suspendiera su política de sanciones patrocinada por los Estado Unidos.

Casi al unísono, los países nucleados en la Organización de Países Exportadores de Petróleo anunciaron un recorte a la producción futura de petróleo, precisamente en la antesala de un invierno que, tal vez, termine definiendo el destino de Rusia y Europa (tal como ocurriera con los inviernos que echaron la suerte de Napoleón y de Hitler frente al país eslavo).

Rusia provee el 45% del gas que importa la Unión Europea donde, por supuesto, hay países más y menos dependientes. En el caso de Finlandia y Suecia el 100% del gas de es de origen ruso, la cifra llega al 60% en Alemania, al 50% en Polonia, República Checa, Eslovaquia y Austria y al 10% en España; es decir, desciende a medida que nos proyectamos al sur europeo donde el frío invernal es menos intenso.

Pero el punto es que antes de que Rusia anunciara el cierre del grifo ya Alemania, siguiendo las órdenes de Estados Unidos, había decidido no autorizar la llegada de gas por el Gasoducto Nord Stream 2 y luego trabar el cumplimiento de los compromisos de reparación y mantenimiento del Gasoducto Nord Stream 1 por parte de la empresa alemana Siemens, motivo por el cual este gasoducto también salió de servicio. Recientemente, Polonia hizo lo propio desconectando a Europa del Gasoducto Yamal. Todo en un intento de privar a Rusia de divisas provenientes de la venta del gas y apostar a la caída financiera y militar de este país en conjunción con los interminables paquetes de sanciones, entre ellas, el robo de las reservas internacionales rusas, el bloqueo al acceso al sistema de comunicaciones internacionales financieras Swift y el respaldo a Estados Unidos en la guerra de Ucrania.

Como era previsible Rusia buscó caminos alternativos en acuerdos de exportación a China y otros mercados, como los recientemente avanzados durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, al tiempo que el bloqueo europeo derivó en una escalada de precios energéticos en Europa y una crisis de liquidez en las transacciones de derivados financieros energéticos (nueva burbuja), es decir, productos financieros cuyo valor se basa en los precios de los combustibles.

En este contexto se conoció que las corporaciones energéticas europeas tenían deudas financieras por 1,5 billones de dólares en el mercado de derivados del petróleo y que enfrentaban una severa crisis de liquidez para financiarla, obligando a la Comisión Europea no ya a aprobar nuevas sanciones contra Rusia sino un paquete de medidas de “sálvese quien pueda”. Abriendo el paraguas, un informe reciente de Goldman Sachs estimó que los servicios eléctricos insumirán, en promedio, el 20% del ingreso disponible de las familias y el 15% del PBI europeo, lo que además de un invierno polar asegurará protestas sociales y conflictos en diferentes países, alimentados por la inflación de guerra.

Sin quererlo, sin buscarlo o tal vez por elaboración de quien por dominar el arte del ajedrez logra anticipar varias jugadas, el “ahogo” de Rusia en el marco de la actual crisis energética y la guerra ha llevado a este país y a otros en la mira de Estados Unidos, como China, Irán, etc., no sólo a establecer reglas de comercio con base en el reconocimiento e intercambio con sus propias monedas, saliendo del patrón de transacciones monopolizadas por el dólar, sino a anclar el respaldo del rublo en los commodities que Rusia exporta. Algo que la alquimia de la Reserva Federal, no pueden obtener.

Jorge Díaz

Martes, Septiembre 20, 2022 - 15:45

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