Grecia | Lo que el Fondo se llevó

Jueves, 13. Septiembre 2018

El 20 de agosto último, tras más de ocho años de sometimiento a los dictados financieros, la troika integrada por el FMI, el Banco Central Europeo y la Unión Europea, decidió suspender el financiamiento de la crisis de Grecia, aunque el país deberá continuar afrontando el pago de los intereses de diferentes préstamos por más de 60 años.

La crisis de la deuda soberana en Grecia se inició a fines de 2009 como una de las primeras cuatro crisis en la zona del Euro, la cual se inició tempranamente tras los acuerdos de Maastricht según los cuales los diferentes países a incorporarse a la Unión Europea y con ello, a tener como único signo monetario al Euro, deberían adecuar sus economías a fin de equilibrar las diferencias de valores monetarios frente al Marco alemán, por entonces la moneda más poderosa. Es decir, los países más pobres de Europa, como Grecia, Portugal, Irlanda, etc., debieron realizar fuertes ajustes para integrar la futura alianza lo cual, a la postre, significó sufrir el abrazo de un oso.
A partir de aquí estos países pasaron a formar el patio trasero de Europa, a la cola de Francia y Alemania, y verse obligados a absorber los excedentes manufactureros y financieros a cambio de comodities y fuerza de trabajo destinada a los grandes grupos monopólicos.
Dada la compulsión, el gobierno griego buscó apoyo en Goldman Sachs quien a cambio de un jugoso negocio financiero ocultó el paupérrimo estado financiero del país, derivando el ajuste al futuro. Como contrapartida, Mario Draghi, cabeza de dicho banco, fue premiado y elevado a la presidencia del Banco Central de Europa, pasando de cómplice del endeudamiento griego a futuro a acreedor de dicha deuda monumental.
Con esto, resultó evidente que la debacle de Grecia no fue casual, sino el resultado de una brutal bicicleta financiera, similar a la que por estos días llevan adelante Macri, la banca extranjera y el FMI.
En el caso griego, el crecimiento de la deuda pública desde los años ochenta se debió al pago de tipos de interés muy altos a los acreedores, la recapitalización estatal de los bancos privados y los diferentes desequilibrios surgidos en el diseño de la eurozona, cuando los principales bancos privados europeos y los bancos griegos fueron expuestos a un aumento drástico de la deuda privada en Grecia, luego de la adopción del Euro.
La incertidumbre sobre la capacidad de Grecia para cumplir sus obligaciones de deuda (potencial default), se incrementó luego de revelarse que los datos sobre los niveles de deuda pública y déficit presupuestario se habían declarado de modo inexacto por el gobierno griego desde el año 2000 —antes de ingresar a la zona euro en 2001— con la complicidad de Goldman Sachs, quien promovió que el gobierno ocultara miles de millones de euros en deuda a las autoridades europeas, lo cual, luego de conocido el escándalo, generó el desplome de la Bolsa de Atenas.
En abril de 2010, en medio de fuertes caídas de las principales bolsas europeas, una agencia de calificación de riesgo valoró la deuda soberana griega como «bonos basura», dejando al país sin acceso a inversiones hecho que facilitó la entrada en escena del FMI y sus socios europeos.
A partir de ahí el gobierno de Grecia solicitó un «rescate financiero» y se convirtió en el primer país en la eurozona en recibir un plan de ayuda internacional, por un monto de 110.000 millones de euros.
Seguidamente se sucedieron una serie de ajustes exigidos por los financistas implicando recortes en el gasto y el empleo del sector público, desregulación del sector privado, aumento de impuestos, privatizaciones y cambios estructurales.
Como contrapartida Grecia pasó de ser un país pobre de Europa a un país de fisonomía africana, con villas de emergencia, personas viviendo en la calle, caída de las pensiones y jubilaciones, progresivo aumento del desempleo y la prostitución infantil y ausencia de toda perspectiva de cambio, en particular luego de que el “progre” Alexis Tsipras traicionara el plebiscito a favor del no pago de la deuda y terminara concediendo todas y cada una de las exigencias de la troika.
Hoy, Grecia es uno de los mejores modelos para entender lo que está pasando en Argentina y cuál puede ser el devenir, sobre todo si Macri y la oposición parlamentaria cómplice profundizan las recetas de los bancos y el FMI.

Jorge Díaz

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Jueves, Septiembre 13, 2018 - 07:15

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