FORMOSA: DARLE CURSO A UNA SALIDA POPULAR

Con el 40% de la población sumergida en la pobreza, una inflación que en los dos primeros meses del año acumula 7% -siendo más altas las subas en alimentos- y con los ingresos populares que cada vez rinden menos; con una pandemia por coronavirus que se sigue traduciendo en despidos y salarios a la baja, con una gestión sanitaria errática y un acuerdo de pago de la deuda externa ilegítima; la situación del pueblo se recalienta cada semana que pasa.

Este es el marco en el cual estalló la olla a presión en Formosa, provincia que además tiene sus condimentos locales. Con un Gildo Insfrán atornillado a la gobernación desde 1995, aliado de cuanto oficialismo hubo en el país, los indicadores de pobreza están a la par de los números nacionales, pero agravándose en el interior, en donde las comunidades originarias viven en la miseria extrema. Con la represión como principal política de contención social, que se vio en toda su magnitud en la gestión de la pandemia con la policía provincial como principal agente sanitario.

En este contexto, la vuelta a “fase 1” de cuarentena, sin ninguna medida económica para hacer frente a la situación social, es un verdadero “sálvese quien pueda” para el pueblo trabajador. Más allá de la discusión por la pertinencia de las medidas sanitarias, lo que se expresó en las calles de Formosa fue la bronca contra una política de hambre y represión que se mantiene hace 25 años, con movilizaciones heterogéneas, que incluyeron a trabajadores, cuentapropistas, pequeños comerciantes y numerosos jóvenes.

No es de extrañar que la derecha en la oposición quiera aprovechar la voleada para debilitar al peronismo de cara a las elecciones de este año. Quienes vienen de gobernar el país sumergiéndolo en el endeudamiento más escandaloso no son parte de la solución, sino del problema. Patricia Bullrich, con su prontuario como ministra de Seguridad, no tiene altura moral para criticar la represión de nadie.

En medio de una “grieta” en la que se expresan distintos proyectos de los monopolios y las multinacionales, la movilización popular debe abrir un curso independiente que ponga por delante las necesidades de los de abajo y un programa de tareas antimperialistas y democráticas para un verdadero ejercicio de la soberanía popular. Por el acceso a la salud para todos, contra el hambre y la represión, volcando el conjunto de los recursos al bienestar popular y no a los intereses de los grandes capitales, recorriendo un camino que, por medio de la lucha callejera, abra un nuevo rumbo con los trabajadores y el pueblo a la cabeza.

PRML 09/03/2021