En todo el país los conflictos obreros marcan la agenda de reclamos

Viernes, 18. Julio 2014
Corte Panamericana

La represión desnuda los beneficiarios del ajuste e incrementa la lucha y solidaridad popular. 
La declinación del gobierno se hizo notoria en las elecciones de octubre pasado. Con las medidas implementadas, luego de un diciembre caliente con rebelión policial, saqueos y piquetes por los cortes de luz, de pura cepa liberal y con brusca devaluación del peso (23%), aumentos de precios y tarifas, suba de intereses, modificación del índice de Indec, acordado con el FMI entre otras, el gobierno pretendía retomar la iniciativa pagando los costos políticos, sociales y económicos que conllevan las mismas en este año, para luego en el 2015 funcionar en mejores condiciones para emprolijar y negociar su retirada. Desde entonces los efectos del ajuste se descargan impiadosamente sobre los que menos tienen con una inflación que proyectada se ubica en el 35 a 40% anual frente a salarios que no superan los $4500 mensuales en casi la mitad de los trabajadores formales del país, los aumentos conseguidos no cubren el desfasaje de arrastre que traen los salarios y en algunos casos puntuales como el transporte, que acumula en estos 6 meses un 100%, la diferencia con el costo de vida es prácticamente inalcanzable. De allí el aumento de la pobreza e inequidad social que aunque no se quiera reconocer se ubica, al mes de mayo, por encima del 37%. Se marcha hacia el decrecimiento en -1,5% del PBI, y ya con tres trimestres en baja los efectos recesivos, luego de 10 meses de caída sostenida en la industria, pueden extenderse mucho más allá de lo previsto con sus secuelas de suspensiones y despidos tal como viene ocurriendo actualmente. 

Se paga deuda, con sudor y sangre del pueblo 

El giro hacia la ortodoxia neoliberal en lo interno debía complementarse con la recomposición de los vínculos financieros externos saldando deudas y recuperando la confianza de la banca imperialista, a efectos de conseguir los dólares necesarios más allá de su costo, para sostener el funcionamiento de la economía en condiciones no traumáticas hasta diciembre de 2015. Si ya la primera señal de capitulación ante las multinacionales lo constituyó en 2012 el acuerdo con Chevron, el encrespamiento de la lucha popular y su expresión callejera y electoral luego, precipitaron aquel giro que se llevó discurso, banderas y progresismo al regazo otra vez de la gran burguesía monopólica. En este marco, el fallo adverso de Estados Unidos respecto al litigio con los fondos buitres es un condicionante más que la rapacidad de la metrópoli financiera pretende frente a un gobierno descompuesto que ya decidió estrechar sus vínculos sobre la base de ser “pagador serial”, tal cual lo ha reconocido la propia presidenta. Si ya pagaron U$S 500 millones al CIADI, luego U$S 6500 millones a Repsol y otros U$S 9700 millones al Club de París, porque no lo van hacer con los U$S 1500 millones del fallo del juez Griesa, aunque detrás de los mismos se enganchen también el resto de bonistas no restructurados con aproximadamente otros U$S 13000 millones. Será otro caso más a resolver con el anticipo de un monto mínimo en efectivo ahora, y el saldo con bonos que pasarán a engordar la ya impagable deuda externa para encadenamiento presente y futuro del pueblo argentino. Se cumple otra vez la consigna, “los gobiernos pasan pero la deuda y la pobreza quedan”. Por otro lado el kirchnerismo ya no tiene otra salida y arreglará con los yanquis pese al discurso y la épica ante su tropa, en acuerdo con socios y banqueros que aún hoy se la llevan con pala, y ante el beneplácito también del grueso de la oposición parlamentaria que aspira una transición sin default y dentro de los tiempos constitucionales. En el mismo sentido empujan los pronunciamientos de los países en la OEA y Mercosur cuya solidaridad presiona al Departamento de Estado en la búsqueda de una salida concertada. Solo queda la secretaría del “pensamiento nacional” para dibujar pagos ilegítimos, usurarios e interesados. Incapaces a su vez de sostener el No pago y enfrentar la presión externa como única forma de cumplir con la deuda interna que consume a nuestro pueblo por décadas. 

El abajo que se mueve

Los efectos del ajuste tanto como los derivados del pago de la deuda externa, encuentran su mayor obstáculo en el desarrollo del auge popular que se mantiene desde hace varios años y que por momentos alcanza nuevas alturas tal como lo expresado en la jornada del 10 de abril pasado. Un sinfín de luchas y reclamos se expresan intermitentemente en el país y la tendencia se profundizará en lo que resta del año. Al cierre ya de la mayor parte de las paritarias y cuando los ‘efectos’ del mundial de fútbol se extingan, el reclamo por la recomposición salarial y fundamentalmente contra los despidos y suspensiones se colocarán como ejes centrales sobre los cuales pivotear para ganar en amplitud y profundización de las medidas de lucha. Así lo están expresando los obreros de Gestamp, de Paty, Donnelley, Emfer, Tatsa y actualmente autopartes Lear, cuya lucha viene tensando el cordón industrial de zona norte y es un llamado a su vez para el resto de trabajadores del conurbano y otros lugares del país. La complicidad abierta de burócratas sindicales, como Pignanelli del Smata, con las grandes patronales y con el gobierno que aporta su tropa uniformada, revela claramente el sentido antipopular de las decisiones políticas en el sentido de quién debe pagar los platos rotos en esta crisis. Pueden ocasionar derrotas parciales en la medida que no se logre restituir a los obreros en sus puestos de trabajo pero lo que no pueden impedir es que la lucha se desarrolle, gane en combatividad, solidaridad y organización, como paso previo para nuevas y mejores batallas.

De allí que bregamos por la unificación de las mismas desde el combativismo la izquierda y los que luchan en primer lugar, con jornadas unificadas y focalizadas en los puntos de mayor conflictividad como el realizado en Panamericana el día del paro general y en especial este 8 de julio contra los despidos. Esperar que se defina desde otros ámbitos (CGT o CTA opositoras) delega la iniciativa, distiende la combatividad y apuesta a un camino de derrota. El surgimiento del Encuentro Sindical Combativo (Atlanta) abrió esa posibilidad inicial y hoy debe ponerse a la altura de los acontecimientos, sin oportunismo, para tratar de frenar concentradamente y por diversos caminos, la ola de despidos en curso. Lo cual no supone abandonar la política de confluencia o unidad en la acción con otros sectores en lucha y también con programas más amplios. La decisión y contundencia, con tomas de fábricas, bloqueos, paros y cortes completos se manifiestan útiles en estos tiempos para torcer voluntades. En ese armado de un espacio propio y convocante también hay otros sectores que fogonean el auge y deben ser considerados al momento de unir para enfrentar el plan de ajuste y la reacción. Dos casos a destacar: 

A) La confluencia en lucha, durante el mes de junio, de diversas corrientes piqueteras coope¬rativistas y precarizados, para enfrentar los intentos por parte del Sciolismo (provincia de Buenos Aires) de quitar los alimentos destinados a comedores y organizaciones populares. La masividad y decisión en el plan aplicado con cortes de autopista y puente primero y acampe en el centro luego, determinaron la marcha atrás del gobierno y apertura para el cumplimiento de otros reclamos pendientes. El realineamiento de fuerzas y la generación de nuevos espacios piqueteros para enfrentar la desocupación y la pobreza es una posibilidad que madura en la medida que el plan de ajuste y el costo de vida agravan las condiciones de vida en los barrios. 

B) La provincia de Chaco viene siendo la caja de resonancia y testimonio a su vez de las necesidades que afectan el interior del país. Es que allí los reclamos, casi terminales en algunos casos, han fructificado en la generación de un espacio Multisectorial donde convergen trabajadores estatales, precarizados, cooperativas, originarios, estudiantes, fuerzas políticas y sociales. Instituciones legislativas como el Parlamento o sectoriales como la CGT se han demostrado inútiles para resolver los problemas mínimos de vida y por lo tanto es la acción directa y la fuerza de dicho espacio Multisectorial lo que sostiene las demandas y permite enfrentar la política represiva y provocadora que aplica el gobernador interino Ivanoff. Para quebrar el ajuste y su contracara represiva, la unidad en la lucha y la combatividad sin zancadillas, son el camino. Allí es donde crece la conciencia política y su desarrollo no puede depender de tiempos electorales como tampoco pretender elevarla o embanderarse para ponerla al servicio de una candidatura. La unidad de la izquierda, el combativismo y los que luchan es un espacio en construcción y son las distintas experiencias en curso, encabezadas por los trabajadores, las que deben prosperar.

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Viernes, Julio 18, 2014 - 14:45

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