Editorial - Más allá de las elecciones

Jueves, 18. Noviembre 2021
Editorial - Más allá de las elecciones

Volvió a ganar el castigo; la bronca está
En una elección general muy similar a las PASO, el gobierno volvió a perder en prácticamente todo el país, con una diferencia a favor de JxC de 8 puntos en el global. Algunas derrotas, como las de Santa Fe o Santa Cruz, fueron especialmente ruidosas. En Córdoba la lista encabezada por el kirchnerismo quedó tercera lejos, y ni siquiera se pudo matizar con una mejor performance de los candidatos de Schiaretti, a quienes la lista de Juez les sacó un tranco amplio. Quedó para el consuelo retener lo que se había ganado, la remontada en Chaco y haber arrimado un poco en la Provincia de Buenos Aires, principal argumento de su discurso de “perdimos pero ganamos”.
El FIT-u ratificó su elección, con el pico de Jujuy y buenas elecciones en CABA y PBA. Por otro lado el festejo de Milei en CABA, que ya viene mostrando la hilacha con el acercamiento a Macri y Bullrich.
Se volvió a imponer el castigo. JxC fue el principal beneficiario. Se trata de una oposición que todavía no puede explicar el fracaso que capitanearon hasta hace dos años, pero que consolidó a su electorado en base a las patinadas oficiales: en sectores medios, aquellas conductas como las del vacunatorio vip, el cumpleaños en Olivos, las peleas por la inseguridad entre Frederic, Berni y Aníbal, o la jubilación de privilegio de Cristina, impactan más fuerte que las razones ligadas a la pobreza, la entrega y el ajuste.
Con la inmensa presión del gobierno por recuperar votos perdidos, la participación en relación a las PASO aumentó en alrededor de 2 millones y medio de personas. No obstante el 72% de votantes marca uno de los niveles más bajo desde 1983. Dos de las provincias grandes estuvieron por debajo de ese promedio -Córdoba con 68% y Santa Fe con 69,5%-, además de Salta (63%), Corrientes (65%) y Chaco (66%), entre otras.
También se consolidó la franja del voto en blanco y el voto nulo: en Mendoza fue del 8,9% y en Santa Fe del 6%, con picos en La Rioja (14%) y San Luis (9,8%), además de niveles altos en Catamarca (7,5%), Tierra del Fuego (7,2%), Salta (6,1%) y Chubut (6%). Estos números consolidan la expresión electoral de rechazo. Síntoma de que la bronca está, y que en relación a los problemas de fondo, estas elecciones definen menos de lo que sus candidatos quisieran.
La derrota oficial agudiza la crisis y agrega  a los estrechos límites de gestión un alto grado de inestabilidad conjuntamente con las disputas internas y con un descontento popular que crece y se extiende mucho más allá de los resultados. Implica la pérdida del quorum propio y condiciona los proyectos de ley que deberían sostener los próximos dos años, también designaciones que afecten el statu quo en el poder judicial y hasta el propio funcionamiento institucional. Abarca las propias internas del FdT-PJ y abre un interrogante mayor sobre la gobernabilidad, perdiendo así el peronismo la capacidad de contención que el mismo círculo rojo les otorga cada vez que el desborde social aparece como posibilidad concreta. Ya no se trata de ajuste con gradualismo o ajuste en shock como vienen instalando voceros del staff económico. La descomposición del capital monopólico y del régimen político actual los ha dejado sin alternativas, como no ser una nueva vuelta de rosca donde las variables macroeconómicas funcionarían supuestamente con la mitad de la población fuera de mercado. No habrá estabilidad posible porque más allá de las urnas permanece fresca la salida del 2001, y esa tal perspectiva no solo compromete los dos años que faltan sino también al 2023. Hay un malestar subyacente que se expresó en las urnas, pero como las elecciones pasan y las repuestas no llegan, su vigencia se expande en busca de una salida que las instituciones no pueden sostener.
Campeones morales
Más allá de las fantasías de querer celebrar victorias que no fueron, se disipó por lo menos en lo inmediato el fantasma de una ruptura total dentro del FdT. Curado en salud respecto a la improvisación en las PASO, cambió de actitud ante la previsible derrota y esta vez alumbraron los acuerdos. Previo al comicio el mismo Fernández anudó compromisos con multinacionales (Unilever, Toyota, Accenture y Syngenta) donde ratificó los avances con el FMI, sostener a Guzmán y bajar subsidios. Consolidó con gobernadores e intendentes gestiones de Manzur respecto al presupuesto y al control de la política social. Comprometió mayor espacio en decisiones político-laborales con los jerarcas de la CGT que realizan el acto del 17 en su apoyo. Acentuó la prédica de diálogo con la oposición, entre otras iniciativas. Todo lo que se hizo y se haga después en el sentido de reafirmar la autoridad y sostener al FdT tiene el visto bueno de la vicepresidenta, porque de última es un fracaso compartido. No habrá radicalizaciones ni pateo de mesa en este período. Nunca tan bajo el 33% de votos que sumaron subidos todos al mismo barco.
Por otra parte, pretender buscar fortaleza en una derrota no deja de ser más bien precario. En tal sentido, el discurso grabado de Alberto Fernández que se transmitió el domingo a la noche planteó dos ideas centrales: el gobierno se juega todo a un acuerdo con el FMI -con Guzmán ratificado y beneplácito de Cristina- que pretende convalidar con la oposición. El “plan plurianual” que se presentará al Congreso se anticipa así como un acuerdo de los grandes bloques contra el pueblo trabajador. Seguramente tendrán escollos para superar frente a una oposición entonada por los resultados, pero la principal traba deberá salir sin dudas de la movilización popular, de la unidad de los sectores democráticos, antiimperialistas y combativos con el objetivo de derrotar dicha maniobra.
Derrota compartida

Siendo que las diferencias internas expresan la descomposición del capitalismo de los monopolios, la derrota es responsabilidad del conjunto y así como la mayoría los consagró en 2019, predominó la decepción y el castigo en esta oportunidad. Cada vez son más los trabajadores que toman distancia de un peronismo ajustador. Tiene que ver con las políticas generales instrumentadas de acuerdos con los bonistas, ninguna recuperación de soberanía ni castigo por negociados financieros, vocación de pago en la estafa de la deuda, descenso del salario y jubilaciones, desalojos, descontrol inflacionario, pobreza y desocupación. Pretender resolver en última instancia con más plata en el bolsillo no solo fue una ilusión incumplida sino el reflejo de una subestimación al movimiento de masas que no se corresponde con el hartazgo hoy existente.
Hay una búsqueda del movimiento de masas de mayor protagonismo en la vida concreta donde la aspiración al mejor vivir del conjunto supone confrontar con la clase beneficiaria del régimen actual. Volver a recordar en todo caso que poco después de la derrota en las legislativas de octubre de 2001 del gobierno De la Rúa y cuando ya todos los megacanjes financieros estaban desmadrados y los bancos incautaron ahorros de los jubilados, la irrupción de los trabajadores en la crisis abrió e instaló un camino distinto aquel 19 y 20 de diciembre. Esa es la perspectiva que está planteada en la medida en que siga la timba financiera, los precios descontrolados y las devaluaciones intencionadas; en la medida en que se rompa, también, con la contención y con la política distributiva de pobreza. Queda claro que sin dejar de pagar la deuda ni cambiar la matriz productiva, sin salarios justos y trabajo para todos, insistir en el rumbo que los llevó a la derrota para sostener un achique con represión y/o judicializando la protesta, no hace más que “cosechar tempestades”.
Escenario conflictivo
Acorralado por una situación económica que no da margen, el gobierno debe encarar una etapa de mayores ataques al movimiento de masas desde la debilidad de haber sido derrotado electoralmente. Un mayor ajuste sobre las actuales condiciones de vida del pueblo es un polvorín que puede estallar en cualquier momento. En este sentido, el oficialismo tuvo un guiño cómplice de la Justicia a la que tanto ataca. El TOF n°3 condenó a penas de prisión efectiva a Daniel Ruiz (PSTU) y César Arakaki (PO) por haber participado de la gran pelea contra la reforma laboral macrista en diciembre de 2017. Un fallo político que pretende ser advertencia para las luchas por venir. Y un desafío para la movilización democrática, que debe ligarse a la actividad que se viene desarrollando contra el saqueo -que encabeza la Autoconvocatoria por la suspensión de los pagos y la investigación de la deuda- y con la pelea antimonopólica.
Así y todo, les resultará difícil sacar de la calle a los trabajadores, principalmente los desocupados que no se resignan al hambre ni la pobreza. Permanentemente se realizan reclamos a los gobiernos locales y de provincias, atentos a definir jornadas nacionales que pongan como centro el cumplimiento por parte del gobierno de los compromisos asumidos. Las fiestas de fin de año son un momento muy sentido por nuestro pueblo y la movilización por los alimentos pasa a ser un problema de primer orden.
La situación de los trabajadores sigue empeorando. Producto de la disparada en los precios, la participación del trabajo en el ingreso global cayó del 49,8% al 40%. Por otro lado el empresariado creció el 50,9% cuando un año atrás era del 47%. Ningún argumento puede justificar esta caída, menos aun cuando hay tantos desocupados, precarizados y jóvenes reclamando trabajo con salarios justos desde hace años. La lucha de los trabajadores y su actitud beligerante es determinante al momento de frenar arbitrariedades, recuperar conquistas e ir por sus propios intereses, independientemente del gobierno que se trate. Si hay justamente una clase social que puede abrir una situación distinta frente a la crisis ininterrumpida que arrastra el país, son los trabajadores como eje del campo popular. La rebelión popular es una repuesta política desde abajo frente al fracaso constante por arriba. Es importante educar a las nuevas generaciones en el rol histórico de los trabajadores, desde la Semana Trágica de 1919, la huelga general de 1936 en la Década Infame, el mismo 17 de Octubre, la Resistencia peronista del 60', el Cordobazo, el Porteñazo de 2001, como componentes de una conducta revolucionaria que forma parte de la historia propia y debe servir para la intervención en el presente, cuestión que no podrá ser ninguneada eternamente por la burocracia sindical entreguista y traidora.
 
Intervenir para marcar un quiebre
El gobierno hace lo posible por renovar las promesas del 2019, cuando ganó la presidencial. Pero por más apelaciones al futuro con optimismo que hagan, la suerte del FdT ya está echada: no están en condiciones de darle al pueblo “la vida que queremos”. Primó el defensismo en la conducción global del gobierno peronista, más allá de las presiones y/o discursos de Cristina para introducir relevos de funcionarios, o de las medidas para controlar los precios algunas semanas. Irremediablemente, sin aplicar un nuevo proyecto en la búsqueda de generar recursos propios o disponer palancas productivas, el peronismo y sus pretensiones desarrollistas ha derivado en un híbrido donde sólo las políticas reguladoras parecen ser la diferencia con el liberalismo que tanto condena. Expresiones ortodoxamente liberales como Milei, Espert y López Murphy han tenido espacio para entusiasmar transitoriamente en sus propuestas ahistóricas. La super concentración monopólica, producto de la liberación del mercado capitalista que tanto predican, responde aquí y en el mundo a la aplicación centenaria de tales políticas destructivas. En nuestro país, desde hace 11 años se extiende el estancamiento con inflación, reflejando tanto el fracaso de la ortodoxia como del keynesianismo. No hay posibilidad de volver al capitalismo de bienestar basados en la tercera posición visto la actual etapa del capitalismo globalizado: más extranjerización, mayor apropiación de plusvalía y convivir con la pobreza es lo que resta. En todo caso deberá explicar la vicepresidenta qué quiso decir, vista la situación actual, con aquello de que “el capitalismo es el sistema más eficiente”.
La crisis no se resolverá por mayoría de votos, ni mejorando el funcionamiento institucional, ni apelando a una concertación nacional. Si se agota el peronismo se podrán generar expresiones como las que surgen en el mundo, con perfiles más progresistas o conservadores; pero la salida de fondo sólo vendrá de la mano del proletariado y del socialismo. En este como en otros países, el salto para el progreso de la humanidad depende de la insurgencia de los pueblos y del aplastamiento inevitable del capitalismo imperialista.
En vísperas del 20 aniversario de aquel 2001, frente a tantas necesidades alimentarias y laborales, cuando la necesidad de suspender el pago de la deuda al FMI se va introduciendo en el debate y otros tantos puntos como nacionalizaciones, modelo productivo o defensa del medio ambiente se imponen como ejes de la pelea; se hace cada vez más necesario fortalecer la confluencia para terciar en la crisis, en dirección a que la movilización de masas produzca un quiebre y se abra una nueva situación favorable a los de abajo.Andrés Zamponi

Jueves, Noviembre 18, 2021 - 12:00

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