Editorial | Del antiimperialismo a la lucha contra el hambre, los despidos y la represión

Miércoles, 12. Diciembre 2018

El G20, sin acuerdos reales

Pasado el G20, la realidad nacional se instaló con toda crudeza. El cuadro que asimiló a la CABA con una ciudad sitiada ese fin de semana, se desplomó apenas se retiró el último visitante y los protagonistas genuinos volvieron a ocupar el escenario. El paro docente bonaerense el lunes, los despedidos de Siam bloqueando el Puente Pueyrredón el martes, la jornada piquetera en todo el país con acampe el miércoles, el enfrentamiento a la represión de los obreros despedidos de Cresta Roja el jueves, y así en una seguidilla de reclamos por parte de quienes resultan los más perjudicados por la política actual. El intento de proyectar aquel microclima fastuoso de Costa Salguero para recuperar la iniciativa en la política interna, ya estaba muerto antes de nacer. Entre otras razones, porque allí estuvieron presentes los mayores referentes y también beneficiarios de la depredación y el ajuste sobre la clase trabajadora en todo el mundo. La declaración consensuada que el gobierno se atribuye como exitosa, tampoco da cuenta de la pugna interimperialista por el control de los mercados, lo cual se evidenció poco después en la reunión bilateral de Trump y Xi Jinping, quienes acordaron solo por 90 días una tregua en la guerra comercial desatada. La fragilidad de la misma quedó patente días después con la detención de la ejecutiva del grupo chino Huawei y la inmediata alteración que se produjo en los mercados. La empresa china es el mayor proveedor mundial de equipos de red que utilizan telefónicas e internet. Se despliegan así las fricciones y en ese marco internacional, el endeudamiento y las ataduras con el FMI contraídas por el gobierno argentino, hacen de nuestro país uno de los más vulnerables del planeta. En relación al cambio climático se retrocedió, de tal forma que los objetivos propuestos en el Acuerdo de París no solo que no se van cumplir, sino que, de mantenerse este ritmo, el aumento en la emanación de gases -2,7% más en lo que va del año- depara según científicos tan solo 10 años para evitar que la temperatura quede fuera de control.
La inestabilidad internacional tiene mayor gravitación en los países capitalistas dependientes, a partir fundamentalmente de la crisis económica y financiera abierta en 2008. La injerencia cada vez mayor de China en Latinoamérica y los correspondientes condicionamientos impuestos por Trump para impedirla, intensifican la misma.
El gobierno de Macri, alineado financiera e ideológicamente con EE.UU., pretende sacar provecho a su vez de los negocios e inversiones de China, que fue el único país con el que firmaron acuerdos comerciales en el marco de las reuniones bilaterales. La influencia china es cada vez mayor y su carácter de segundo socio comercial -el primero es Brasil- le permite anudar con grupos del poder local, más allá de las tendencias fascistizantes que se perfilan aquí y en el país vecino. La obsecuencia ante el imperialismo, en sus dos versiones, es lo que predomina. Una forma de reconocer la falta de identidad nacional y el carácter parasitario esencial de la gran burguesía gobernante. No son los brotes verdes esperados desde occidente, pero fue lo único concreto firmado, que lejos de oficiar como bálsamo solo aumentará la inestabilidad y las disputas entre facciones de la política local.
Disparen a matar

La oficialización de la Resolución 956/18 sobre el uso de armas de fuego parte de advertir en la inseguridad un tema de campaña atractivo a una franja de la sociedad. Pero fundamentalmente constituye un intento oficial, en este caso de la ministra Bullrich, para fortalecer el andamiaje represivo y achicar los espacios democráticos, con la mira puesta en el creciente disconformismo e insurgencia popular que generan las políticas de ajuste. El uso de pistolas taser con descargas eléctricas, y sobre todo la rienda suelta a los agentes federales para tirar antes de preguntar, no son justamente porque se piensa en combatir el delito. El gatillo fácil es una política de estado centrada en los jóvenes desde la vuelta de los gobiernos constitucionales en 1983. Su oficialización legal pretendida con una resolución viciada de inconstitucionalidad responde a una necesidad exacerbada del régimen político bajo el macrismo de recortar las libertades democráticas del pueblo. Macri atribuye el incremento de la inseguridad a “la mano blanda” y a la desprotección de los uniformados, pero no a la corrupción política, policial, jurídica y económica que incorporó además el narcotráfico a las reglas del mercado. Las razones de la descomposición social y degradación de los valores siempre llegan desde arriba, impuestas por las clases que dominan y ejercen el poder. Quienes visiten las cárceles las verán atestadas de jóvenes, el 99% gente pobre. Habrá algunos casos, pero en esencia la única puerta giratoria existente, donde entran por un lado y salen por la otra, es la de quienes ingresan las divisas a la timba financiera en que han transformado el país, y a las pocas semanas se llevan tres o cuatro veces más sin penalidad alguna. Tan solo en los últimos 10 meses se fugaron U$S 24.900 millones. La agudización de la crisis del capitalismo monopólico y el fracaso de la gestión macrista ha derivado en esta especie de encerrona ideológica que pretenden imponer con legislaciones represivas y xenófobas al solo efecto de contener o desviar la atención de la persistente rebeldía obrera y popular que se perfila.

Todo el año será diciembre

En tal sentido va también la insistencia en el discurso de un diciembre caliente para justificar requisas y movilización de tropas, a efectos de disuadir protestas y/o intentos de recuperación de alimentos allí donde están concentrados. Es una realidad que se extiende más allá del cierre de año y no depende del calendario. Recrudece la recesión y también los despidos anunciados por más del 30% de industrias encuestadas. El hambre instalada en los barrios no se resuelve con la distribución escasa de bolsones y la toma de tierras es una necesidad vital de miles de familias imposibilitadas de afrontar un alquiler. He aquí los ejes que, junto con el achicamiento general de los salarios, motorizan la rebeldía y por lo tanto la preocupación oficial para impedir o reprimir dichos intentos. Si en todo caso vale reivindicar la intervención popular en diciembre que tanto agitan los medios, lo hacemos pensando en aquel 2001 que tiró al gobierno constitucional del radicalismo, o en este último diciembre de 2017 cuando estalló la Plaza Congreso con derribo de las vallas contra la ley previsional que “legalizó” el saqueo a los jubilados. Enseñanzas aun frescas en la conciencia de nuestro pueblo que no dependen de la verborragia parlamentaria, y están allí, al alcance de la mano para que, al momento de tomar la decisión de poner fin al agobio del ajuste, los trabajadores puedan ejercer su derecho a la insurgencia.
Han repercutido fuertemente los índices del tercer trimestre dado a conocer por el Observatorio Social de la UCA que ubica entre 32 y 33% el porcentaje de pobreza. El cuadro es mucho peor en la infancia porque los datos de Unicef respaldados en cifras del primer semestre de este año del INDEC, establecen que el 48% de los niños y adolescentes hasta 17 años son pobres. Con disparidades, sobre todo en el Conurbano, donde trepa al 58,5%. Por si fuera poco, la Defensoría de Niños y Adolescentes creada por ley 26.061 en 2005, aun está pendiente de concretarse pese a los 13 años transcurridos. Allí es donde mueren las palabras y crece el hartazgo con la inmoralidad política que arrastra el régimen y sus instituciones, esto que Monzó llamó “rosca política” y reivindicó aplaudido por los distintos bloques en Diputados. Macri sostuvo oportunamente que si al finalizar la gestión “no bajó la pobreza, habré fracasado”. Tal vez no se dio cuenta el presidente o bien prefiere esperar al último semestre del año que arrojarían, según los indicadores, datos más alarmantes.
Sobre este mar de fondo discurre la política y afloran internas en el propio gobierno. Así ocurrió con el desagrado de Carrió con la vocación represora de la ministra de Seguridad. También la gobernadora Vidal se distanció de la Resolución 956/18 en el afán de zafar de la tendencia declinante y sin pausa que registra la imagen presidencial. Pero vaya sorpresa, Sergio Berni, funcionario de seguridad de Cristina, ponderó razonable al protocolo de la Bullrich.

Mienten: lo peor aun no llegó

Si el ingeniero ha decidido no hacer más pronósticos no será porque ante cada anuncio que realizó siempre se equivocó, sino porque sabe que todo lo que queda por delante tenderá a agravarse mucho más. La caída de la actividad industrial en octubre fue de 6,8% respecto a igual mes del año anterior, y en la construcción fue de 6,4%. En noviembre la venta de autos bajó 46%, la de motos 50% y en electrodomésticos 40%. De tal forma la caída del PBI al cierre de 2018 gira entre 2,5 y 3%. Cifras impactantes que alarman en los círculos industriales porque aun la recesión no encontró piso y porque no advierten que haya un plan de recuperación productiva ni de mediano ni de largo plazo. Ninguna inversión será posible mientras existan tasas de interés confiscatorias que promedian el 60% y persistan atadas a la definición del Banco Central en tanto y cuanto no disminuya la inflación. Es el plan acordado justamente con el FMI, que se opone a toda clase de financiamiento que signifique expansión del consumo interno con tasas bajas y menos aun basado en el atraso del dólar. La liquidación de las PyMES, de las economías regionales y una mayor extranjerización, con despidos y precarización laboral, es lo que viene.
El macrismo pisa a fondo en el último año de gestión esperanzado en que el control inflacionario, una fuerte cosecha y la explotación del turismo, serán las condiciones para buscar la reelección. Su estrategia electoral de polarizar con Cristina Kirchner e incentivar la división peronista, corre el riesgo de esfumarse detrás del malestar social predominante y la tendencia popular de rechazar en las calles los efectos de su política. La gobernabilidad no está asegurada y vuelve al candelero, acicateada entre otras, por la crudeza de la información sobre el hambre, la pobreza y los despidos.
La oposición colabora en la contención de la lucha e intenta encauzarla para que la bronca se dirima en las elecciones de octubre y no en el período que transcurre, ni en las calles ni en las fábricas. Mientras tanto aprueba en el parlamento el presupuesto del ajuste y el FMI -además de en el Congreso nacional, últimamente también en provincia de Buenos Aires y en CABA- y comienza a pergeñar un espacio común de referentes, burócratas sindicales, territoriales, políticos oportunistas y sectores de la iglesia, al cual pretenden sumar ahora a industriales de la UIA. A todos ellos los une la tregua otorgada al gobierno y la necesidad de aparecer con un proyecto más productivista. No importa que allí estén los mismos empresarios de la corrupción que apoyaron al macrismo, que echan obreros y bajan salarios siempre que sumen al armado electoral, junto a franjas del peronismo en pugna con el proyecto actual. Se trata de encontrar una fórmula renegociadora en la administración del estado con los factores del poder monopólico. Antes que se abra una instancia desde abajo que vuelva a impugnar la gobernabilidad en todos los planos como en 2001.

El hambre y los despidos
no saben de treguas

En cuanto más se profundizan los reclamos de los trabajadores, muchos dirigentes ponen paños fríos a la lucha. Por otro lado, los obreros de Siam primero y los de Interpack luego, tomaron la planta contra los despidos, cortan y se movilizan; a ellos, y a las peleas señaladas al principio, se suman los empleados de Aerolíneas contra las sanciones al personal y la masiva marcha de enfermeros, instrumentadores y radiólogos por su inclusión a la carrera profesional en salud, con asambleas en los hospitales de la CABA. También se incrementan cortes y marchas en las provincias en momentos que más golpea el hambre y la falta de trabajo. Ahora con la cifra del 45% de inflación se consuma el arrebato del 15% promedio del salario real, son millones los jubilados en la indigencia y el impuesto a las ganancias alcanza ya a dos millones de trabajadores. En este marco, impresiona la deserción de la CGT, de Moyano, del 21F, y también el tridente de los Cayetanos firmantes oportunamente del pacto social y hoy displicentes ante los augurios de un cierre de año sin pan ni bono por parte de la ministra Stanley. Cuanto más necesita el pueblo del paro o jornadas nacionales confluyentes en el reclamo activo por necesidades básicas, mayor es la distancia que pone su dirigencia en relación a la conflictividad existente. Lo cual expone el oportunismo y la fragilidad de tales proyectos en relación a las medidas de fondo que se requieren para salir de la crisis. Tal vez no se termina de aprender que los paños fríos trajeron a Bolsonaro en el país vecino, y aquí con ese perfil intenta Patricia Bullrich, avalada por el presidente, ampliar la franja electoral. Por el contrario, y un poco más allá, en París los trabajadores franceses, sin paños fríos, tienen acorralado al gobierno neoliberal de Macron.

Octubre queda lejos

Si algo queda claro, frente a tantas necesidades irresueltas, es que la crisis requiere salidas de fondo y duraderas, que no dependan de un lavado de cara para atraer votos o conservar privilegios. Se despliega la pelea contra los despidos, por aumentos de emergencia y bonos compensatorios a todos los trabajadores ocupados y desocupados, se avanza en la coordinación popular desde abajo y sin pactos burocráticos, como el plan de lucha abierto por el frente piquetero por trabajo y apertura de programas sociales, la lucha por alimentos y lotes para viviendas, todo en el camino de impulsar la lucha y de conmemorar aquellas jornadas históricas del 19 y 20 de diciembre con absoluta vigencia.
Paralelamente avanzar con las tareas partidarias para extender y organizar la fuerza propia. Hacia los plenarios regionales estudiantiles de la TUN 29 de Mayo en diciembre, el campamento de verano de la JR Che contra el gatillo fácil, los encuentros de trabajadores motorizados por la Corriente Sindical Jorge Weisz, y la reorganización en el frente territorial de la Mesa de Conurbano en marcha a un plenario nacional de delegados. Siempre acumulando fuerzas al servicio todo de la revolución y de la unidad antiimperialista.

Andrés Zamponi

Publicado en: 
Miércoles, Diciembre 12, 2018 - 21:30

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