Detrás de la aparente fortaleza, una gran debilidad

Miércoles, 20. Diciembre 2017

Cuando todo parecía resuelto, entre el gobierno y la oposición parlamentaria, apareció el tercero en discordia, y tiñó al 14 de diciembre de una impronta combativa y popular, que se repite como línea histórica en la lucha de los trabajadores cada vez que confluyen determinadas variables, a saber: la injusticia e indignación causada por la medida a sancionar, un malestar general creciente contra el plan de gobierno en curso, y el protagonismo en la acción como método más eficaz antes que esperar soluciones de un parlamento amañado con pactos anti-obreros y anti-populares. Hubo otros elementos ligados a la torpeza de un oficialismo montado en la soberbia del triunfo electoral en el mes de octubre, como también el aprovechamiento eficaz que hizo la oposición dentro del parlamento al percibir que afuera, en los alrededores de la Plaza Congreso, la protesta se había transformado en un verdadero campo de batalla. La preocupación en los centros del poder, a partir de lo sucedido, estará puesta ahora en la interpretación de la perspectiva que se abre. Hasta dónde la revuelta popular marca una tendencia o bien simplemente asumirlo como un traspié oficial a enmendar dentro de la misma institucionalidad. Una forma de decir que más allá de las leyes, pensando en el paquete que aún resta aprobar, lo que se puso a la vista es la crisis política que atraviesa el gobierno de Cambiemos a tan solo dos meses de haber sido ratificado en las urnas. Si la institucionalidad no expresa o incluye la satisfacción de las necesidades básicas que sufre una gran parte de la población, todas las leyes que se aprueben de aquí en adelante conforme a lo regresivo del plan de ajuste, no alcanzarán para tapar los límites que encierra ni la reacción contra el mismo. Por lo cual  la combinación de la crisis política detonada el 14 con la económica que se agudiza diariamente, instaló antes de lo esperado, un cuadro similar al existente previo al estallido de 2001. El problema ya no se arregla con la obtención del quórum, siempre factible ante tantos mercenarios dispuestos a levantar la mano. La aparición, como nunca, del tercer contendiente en discordia por fuera de la polarización que le resultó tan funcional al gobierno, expresa que la verdadera grieta entre el hoy y lo que viene, dejó de ser solo una línea de acumulación parlamentaria pensando en la renovación de 2019, porque encontró en la acción de calle un nuevo escenario y también nuevos protagonistas. Tan es así, que hasta las exitistas proyecciones de continuidad para un segundo mandato que afloraron el 22 de octubre, después del cachetazo popular, ya no se viven como una certeza.
Razones del estallido

1) Sentar a los jubilados, como pato de la boda, en la fiesta de tantos funcionarios y CEOs enriquecidos. Fue determinante para recoger la solidaridad que se volcó en las calles, y en muchos más, que no pudieron estar pero advirtieron la infamia de la medida. Extraer del sector más débil de la cadena, aquellos $110.000 millones iniciales, que necesitaban para no afectar a bancos, fondos de inversión o empresarios. Solo con saber, que el 72% de los jubilados cobra la mínima de $7.246 cuando la canasta básica en la Ciudad es de $ 15.700 o que, en lugar del 12% que le correspondería el próximo aumento, con la nueva fórmula bajaría al 5%, se puede llegar a entender la canallada de quiénes y de qué es lo que se votaría. El gobierno montó sobre la estafa a los jubilados las bases del Pacto Fiscal firmado con los gobernadores y por lo cual estos debían garantizar  quórum y  gobernabilidad. Sobre dicho supuesto, los ingresos de coparticipación a las provincias no serían mayormente alterados y a su vez se le reconocería los “fondos de reparación” a la provincia de Buenos Aires, por lo cual su gobernadora Vidal dispondría $40.000 millones el 2018 y $ 65000 millones en 2019. La desesperación presidencial, dispuesto a pagar un mayor costo político cuando amenazó con el DNU, fue justamente porque el fracaso de la ley previsional colapsaría todo el plan de los monopolios, puesto que él mismo había reiterado oportunamente que no había plan B u otra alternativa.
2) El agravamiento persistente de las condiciones de vida y aumento del malestar popular. El impacto de los tarifazos de luz, gas, naftas, peajes, prepagas, y sobre todo los precios de la canasta, pronostican que al cierre de diciembre el índice inflacionario será de 3 puntos. Es decir, alcanzaría 24% en los 12 meses cuando la mayoría de los ingresos salariales cierran por debajo del mismo, crece la pobreza, despidos, marginación y represión. Nunca tan claro aquello que las elecciones pasan pero el hambre y las necesidades quedan. Más indignación aun cuando se legalizan por decreto gastos extrapresupuestarios entre los cuales $84.000 millones son por intereses y comisiones de la deuda, poco menos que el robo que se comete con la ley previsional. Por otro lado se desvanecen las expectativas en la generación de empleo, visto el carácter parasitario de las inversiones extranjeras registradas. De los U$S 10.100 millones ingresados en estos 10 meses del año, U$S 8.200 millones fueron capitales financieros o golondrinas, y tan solo U$S 1.900 millones de carácter productivo.
3) El tercer elemento fue reflejo del empalme con las cientos de movilizaciones y reclamos sectoriales que se despliegan como tendencia desde hace varios años, que no responden a un plan general pero se alimentan en la acción directa. Las soluciones no aparecen, las elecciones defraudan pese a las expectativas iniciales, empoderan a pocos para frustración de muchos y certifican, por otro lado, con este verdadero mar de fondo, que las brasas de 2001 siguen encendidas. En dicho marco se vienen produciendo, desde noviembre, las intensas movilizaciones de las organizaciones sociales, de estatales, de obreros contra cierres y despidos, contra la represión sobre los mapuches, etc. Para llegar a las concentraciones obreras del 29/11 y 06/12, que desbordaron el freno y complicidad puesto por la cúpula de la CGT, desenvocando luego de una semana cargada de tensiones políticas, en la rebelión del jueves 14.
Pretender descargar los hechos en “el accionar violento de un grupo de activistas”, es artero, falso, oculta la provocación de las fuerzas represivas y sobre todo desconoce el salto cualitativo hacia la apertura de un cauce distinto que despliega la bronca por fuera del parlamento. Quedó claro que, con luchas, a la política y el plan de Macri se la puede derrotar.

Un bono, para alinear la tropa
El nuevo intento para su aprobación, el lunes 18, ofreciendo un bono compensatorio, en marzo, de $750 por única vez a los haberes menores a $10.000, además de repetir la provocación, no aportó nada nuevo. Sumó en conjunto $4.000 millones frente a los $96.000 millones que pierden los jubilados con la nueva ley. Ocultó sí, los pase de factura internos con Carrió y fundamentalmente con el Bloque Federal que se referencian en los gobernadores del PJ, para que esta vez no haya dudas en el quórum que no garantizaron en el primer intento. Pacto espurio por supuesto que confirma la gran debilidad que arrastra en la medida que su fracaso compromete todos los acuerdos con la banca internacional. Su aprobación tampoco logrará enmendar la derrota política que sufrió ante el movimiento de masas, ese jueves 14. De allí que nuestra convocatoria a movilizar y bloquear el Congreso, junto al resto de organizaciones políticas, sindicales y sociales para rechazar el paquete e ir por una nueva derrota de los ajustadores, requería de una repuesta más contundente y organizada que la anterior.
Fogatas en diciembre
Diciembre siempre fue un mes sensible y en esta oportunidad, más allá de los bolsones de pobreza que arrastra, distintos hechos políticos y represivos combinados con la presencia del mundo capitalista durante la reunión de la OMC, se entrecruzaron con las necesidades vitales del macrismo para que se apruebe cuanto antes la ley de confiscación previsional. Así se abrió una nueva instancia con la jornada que vino a oxigenar la lucha popular como detallamos y a desenmascarar mucho más el acompañamiento de la represión como parte sustancial del ajuste. Anteriormente, el accionar en el sur patagónico con la muerte provocada de Santiago Maldonado y luego el asesinato de Rafael Nahuel tanto como la represión posterior de los estatales en Neuquén, fueron dando contorno al cuadro que expuso la gendarmería bajo las órdenes de Patricia Bullrich, ese jueves. Los invitados de la OMC blindados en Puerto Madero, fueron testigos presenciales de los días de furia en las calles porteñas y, si vinieron con dudas respecto a la inserción en la OCDE solicitada por el presidente argentino, después del enfrentamiento frente al “palacio de la democracia”, se fueron con muchas más.
Nueva y mejor batalla
Bajo tales consideraciones se presentó el 18. El dispositivo represivo más amplio y preparado para disuadir o aplastar la concentración. La policía federal bajo control de CABA remplazó a gendarmería, aunque a media tarde debieron reforzar con 30 móviles más. Pero igual no pudieron. La plaza desbordaba y cuando llegó la primer provocación de los uniformados, las vallas resultaron insuficientes y quedó planteada la batalla, otra vez, durante 5 intensas horas. Sobresalía el accionar conjunto de cientos de trabajadores y jóvenes dispuestos que, ante los gases y disparos con balas de goma o fluorecentes, se defendían y contratacaban con los recursos habituales de una autodefensa de masas. Tan heroica la batalla afuera como tan infame la cocinada dentro del parlamento. Otorgar a “un grupo de violentos” o “un plan orquestado” como dijo el presidente, no logra explicar la plaza llena, aquí y en el interior del país, ni la continuidad de la protesta con más de 60 cacerolazos, poco después. De igual forma las encuestas previas otorgaban el 65% de las opiniones consultadas en contra de la ley. No se trataba solo de ajustar en los aumentos, también elevar los topes de la edad a 70 años. Ampararse en los resultados de octubre para justificar la represión de quienes resistieron en la plaza ayuda en todo caso a desenmascarar la farsa del régimen político, tanto de quienes vendieron su voto y garantizaron el quórum como de quienes ocultaron que las primeras víctimas serían los jubilados.
Aprobaron, pero ya nada sera igual
De madrugada lograron aprobar la ley, pero el costo político ya no se lo pueden quitar. Ni Macri ni los gobernadores del PJ, y menos la CGT que condenó, en lugar de defender, a los propios trabajadores que fueron reprimidos en la plaza. Por momentos la foto mostró al mundo escenas parecidas a los acontecimientos vividos hace 16 años cuando la indignación popular estalló un 20 de diciembre, y sus protagonistas fueron también obreros, estudiantes, jóvenes desocupados y jubilados. Las condiciones no son iguales, pero ambas jornadas reafirman la confianza en la lucha del pueblo como soporte principal para avanzar en aquel sentido, y suponen también una gran contribución al desafío que enfrentan los trabajadores de países vecinos para derrotar el ajuste que los monopolios impulsan en toda la región.
Andrés Zamponi

Publicado en: 
Miércoles, Diciembre 20, 2017 - 23:15

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