Declaración del PRML - 28/10/2019

1.- Las elecciones generales ratificaron el cachetazo electoral sufrido por el macrismo. Aunque con un margen más ajustado que en las PASO, el voto vuelve a tener un contenido de rechazo a la política de ajuste, saqueo y represión llevada adelante estos cuatro años. La fórmula del peronismo fue vista mayoritariamente como el instrumento para aquel objetivo, cosechando un 48,1% de los votos, frente a un 40,37% del macrismo.
Si bien compartimos con quienes eligieron al Frente de Todos el sentido antimacrista de su voto, no depositamos expectativas en el futuro gobierno. Siendo candidato, Alberto Fernández se declaró en todo momento partidario de honrar la deuda externa y de respetar la inversión extranjera. En esa línea de “racionalidad”, Sergio Massa fue el encargado de llevar tranquilidad a los yanquis, con su gira por suelo norteamericano. No es una posición auspiciosa para enfrentar la etapa que viene, marcada por el desastre económico que se aceleró en los últimos meses, con un Banco Central virtualmente sin reservas, un default de mediano plazo que amenaza extenderse al corto plazo, un endeudamiento leonino con el FMI y una deuda con la banca local que es una bomba de tiempo.
2.- El contexto internacional también pone condiciones. La guerra comercial entre EEUU y China se acelera, y con ella las contradicciones entre las potencias imperialistas. Este es el marco para que los yanquis aprieten las tuercas en su “patio trasero”: una América Latina que hace tiempo dejó atrás los años del boom de los comodities que empujó hacia adelante a sus economías.
Sin embargo, el país del norte viene sufriendo reveses. A la fracasada intentona por imponer a Guaidó como presidente en Venezuela, se le suman las dificultades que viene atravesando Bolsonaro en Brasil y la propia derrota electoral de Macri. Son momentos difíciles para encarar políticas de ajuste profundo: así quedó demostrado con los estallidos populares en Ecuador y en Chile. Dos países cuyos procesos llaman la atención no sólo por la profundidad de la movilización de masas, sino también por la férrea decisión de defender a los gobiernos cueste lo que cueste, lo que se tradujo en represiones de un calibre más propio de las dictaduras del siglo pasado que de las democracias aggiornadas de las últimas décadas. Además de la “guerra contra el pueblo” (tomando las palabras de Piñera) que asumen los grandes empresarios de cada país, se nota la mano de un imperialismo yanqui con menos margen de maniobra. En el mismo sentido va el intento de desconocimiento a la reelección de Evo Morales en Bolivia.
El cuadro describe una tendencia hacia enfrentamientos más duros, en un marco económico de dificultades. No es un escenario que se pueda sortear solamente con buena voluntad.
3.- Que en nuestro país el peronismo haya canalizado electoralmente la bronca de masas permitió contener la tensión y desinflar la posibilidad de un estallido social. Ahí están las razones que explican la recuperación del oficialismo entre las PASO y las generales, permitiéndole despedirse con un 40% de los votos y una importante representación parlamentaria. El gobierno, que hizo méritos para ser sepultado por la intervención popular rebelde y callejera, contó a su favor especialmente en este último tramo, con la labor desmovilizadora del frente opositor sobre los reclamos populares. La contención de la bronca popular demuestra nuevamente ser funcional al fortalecimiento de la derecha. Exactamente a contramano de una América Latina que está desatando la lucha abierta contra los gobiernos ajustadores y fondomonetaristas.
Esto no debe hacer perder de vista que el macrismo llegó con la lengua afuera después del quiebre de diciembre de 2017, y tras un 2019 en donde la lucha obrera y popular (en particular la del movimiento de desocupados) le marcó la cancha hasta el final.
No son datos menores. Fruto de la eternidad transcurrida entre las paso y las generales, en la que Macri y Alberto convivieron uno en retirada y el otro como presidente electo de hecho, el capital político de los Fernández tras ganar la elección tenderá a evaporarse rápido. El nuevo presidente va a tener muy poco margen para renegociaciones “a la uruguaya” o “a la portuguesa” -en ambos casos, posibles en base a ajustes brutales. El pacto social por el cual tanto operó entre los empresarios y la burocracia sindical, va a arrancar sobre la base de una pérdida del 30% del valor del salario durante este año. Ante la posibilidad de volver a la doble indemnización, las empresas aprovechan este tiempo para realizar los despidos. A su vez, difícilmente vaya a parar una inflación que para fin de año va a rondar el 60%. En este marco, el problema del hambre y las demandas más postergadas de los desocupados van a requerir más que la aprobación de una ley de emergencia.
Más allá de las primeras medidas de alivio que el nuevo gobierno vaya a tomar en estos meses, se trata de problemas de mucha profundidad, que no se resolverán sin tomar medidas de fondo que toquen los intereses de la gran banca y las multinacionales. De hecho, el único país de la región que atraviesa un cierto buen pasar económico, Bolivia, lo hizo sobre la base de aplicar nacionalizaciones parciales en las áreas hidrocarburífera, minera y en la banca.
Nada más lejano a la vocación del gobierno electo; hay que recordar si no cómo le salieron al cruce a Grabois cuando insinuó la posibilidad de una reforma agraria.
4.- Como dijimos en campaña, sostenemos que una salida favorable a las mayorías trabajadoras debe partir de aplicar un programa básico de no pago de la deuda externa, nacionalización de la banca, del comercio exterior y de los recursos estratégicos; acompañado de medidas urgentes tales como congelamiento de precios, marcha atrás en tarifas y aumentos de emergencia para salarios, jubilaciones y planes sociales.
Para orientar la lucha de los trabajadores y el pueblo en dirección a imponer este programa, el PRML fue parte de la avalancha antimacrista llamando al voto programático o en blanco, que se apoyó en más de 500.000 sufragios. La caída a casi la mitad de esta expresión -en un marco de mayor participación electoral- debe ser analizada en el marco de una polarización extrema de la elección presidencial, y no oculta que la tendencia al rechazo sigue presente.
Las próximas semanas van a ser importantes para marcar los términos de la etapa que comienza. Si las semanas entre las PASO y las generales fueron eternas, el mes y medio hasta diciembre es un plazo imposible para que Macri siga gobernando. Los anuncios de un “gabinete de transición” van en sentido a un cogobierno de hecho. Las legítimas expectativas de cambio que se expresaron en las elecciones deben traducirse en movilización por los reclamos más urgentes: no abandonar las calles para que la crisis no se siga descargando sobre el pueblo trabajador.
PRML - 28/10/2019