Un castigo constante al bolsillo
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Cúpulas gremiales en crisis | La hora del combativismo sindical
Desde la llegada del gobierno macrista sobre el salario, las condiciones laborales y sobre el mismo trabajo se intensificaron los efectos de un ajuste que descarga sobre las espaldas de los asalariados, jubilados y los más humildes los mayores costos.
Como respuesta, los trabajadores vienen protagonizando sin cesar pequeñas y grandes luchas y movilizaciones. Una significativa por demás es la de Cresta Roja, hoy ocupada por sus trabajadores tras las falsas promesas de Macri y la gobernadora Vidal, levantada como un ‘modelo de la nueva política’ que no fue, que capotó a poco de andar y que, para no olvidar, también nació de la mano de la represión de la Gendarmería a sus trabajadores.
Tampoco faltaron las movilizaciones como el 7 de marzo, el 22 de agosto e incluso el paro del 6 de abril que, convocadas por las cúpulas sindicales, no pudieron evitar las manifestaciones de una crisis que, tal vez inesperadamente, abrió la llegada de Macri a la presidencia. El día de “poné la fecha, la p…” dijimos: “el martes 7 le tocó el turno a la CGT. Una convocatoria, ampliamente acompañada, a la que la cúpula cegetista llegó sin un acuerdo para convocar al paro general, donde se centraban las expectativas mayoritarias. Imaginó que tenía margen para renovar su tregua con el gobierno y recibió un disparo en la línea de flotación. Se abrió una crisis interna y de autoridad frente a los trabajadores, tal vez irreversible para esta conducción. Su apuesta fue ganar tiempo hasta que maduraran los distintos proyectos electorales o que la recomposición del PJ se aclarara; subestimó la situación ya que siguen las suspensiones, despidos y cierres, el salario cae y encima los avances en la flexibilización laboral. Los trabajadores reclaman lucha no tregua y negociación, y menos acuerdos electorales”. Finalmente concluimos que: “… a la cúpula de la CGT no la salva ni una recauchutada convocatoria a paro. Atada a la billetera macrista y a los proyectos políticos de las grandes patronales, no hay un acuerdo de fondo para una confrontación con el gobierno de Macri, lo contrario abriría una probable división. De una u otra manera, aparece debilitada su aptitud de bloqueo a la lucha de los trabajadores, sin subestimar la inocultable capacidad de movilización que aún mantienen.” (no transar Nº116, 13/03/2017)
Ahora, con las marchas y contramarchas frente a la convocatoria del Confederal de la CGT que, supuestamente, debiera definir un paro como parte de un plan de lucha, su traslado al 3 de octubre, no hace otra cosa que exponer una división en curso o, al menos, un barajar y dar de nuevo.
Este cuadro abre una oportunidad mayor para el combativismo sindical de avanzar en la organización de los reclamos de los trabajadores, profundizar la recuperación de cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos, preparar las condiciones para un paro activo y marchar a la unidad del combativismo sindical y los que luchan.
Es un camino que deben recorrer los trabajadores y el activismo sindical, al margen de las especulaciones electorales y las pretensiones hegemónicas, que ya otras veces frustraron los intentos.
En la historia de lucha de la clase obrera sobran los modelos que promovieron la rebelión de los oprimidos.
Ricardo Jufré
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