Córdoba I Primeras conclusiones de los comicios del 12 de mayo

Tal como se preveía, la reelección de Schiaretti se dio con números contundentes. Manteniendo una prudente distancia del gobierno nacional durante la campaña, y habiendo adelantado las elecciones para evitar contagios, el 54% de los votos le permite encarar el sexto mandato consecutivo de HPC (ex UPC), y el tercer mandato personal. Al mismo tiempo, aprovechando la debacle del radicalismo, se queda con la intendencia de la capital por primera vez desde 1983, a cargo de Martín Llaryora. Así, Schiaretti se afirma como referente nacional del peronismo no kirchnerista (Alternativa Federal), revalidando títulos en la segunda provincia, conquistando la segunda ciudad del país y, fruto de los más de 35 puntos de diferencia con el segundo, se garantiza más de dos tercios de la Unicameral (51 sobre 70). 

Derrotados, divididos y desalojados de la principal ciudad que gobiernan en el país, los radicales cordobeses en Cambiemos han tenido la peor elección en décadas. La fórmula Negri-Baldassi con un 17% y la de Mestre-Briner con el 10%, las dos listas en que se disolvió la alianza del gobierno nacional, aún sumadas, han retrocedido fuertemente en la representación legislativa actual. Quizás, el único premio consuelo para la Casa Rosada, es haberle ganado el segundo lugar a Mestre, representante de la línea radical más crítica con el gobierno de Macri. Las proporciones de esta derrota se agigantan si consideramos que hace cuatro años habían sumado el 72% de los votos. La octava derrota al hilo de Cambiemos en lo que va del año, suma condimentos depresivos a la Convención Nacional de la UCR de fines de este mes.

En el fondo de la tabla, el Encuentro Vecinal Córdoba (3,7%) suma un segundo legislador; el FIT (2,6%) retrocede de tres a una banca; y el MST (1,4%) debuta en la Unicameral. Sin embargo, antes que estas fuerzas, se ubica la suma del voto en blanco (5,8%) que en el caso de la capital superó el 8%. Al mismo tiempo, un 28% del padrón habilitado decidió no votar. Es una de las dos elecciones provinciales con menor participación desde 1983. Este régimen político que multiplica la pobreza, la desocupación y las penurias económicas de las mayorías populares, está muy lejos de constituir una democracia verdadera, y la participación electoral en caída, el voto en blanco y la volatilidad de las decisiones frente a las urnas, son signos de una crisis política que se sigue pronunciando. 

Tanto la división de las fuerzas del oficialismo nacional, como el abandono prematuro del kirchnerismo, son elementos que dificultan una “nacionalización” de los resultados cordobeses. Sin embargo, es posible ver una perspectiva en trazo grueso hacia octubre. Las declaraciones de Schiaretti apenas se abrieron las urnas, defendiendo el “equilibrio fiscal” (en base al ajuste) y el “cumplimiento de los compromisos con los acreedores”, son la enésima prueba de la vocación fondomonetarista del espacio nacional “opositor” que ahora encabeza. Si a Schiaretti se le sube la espuma a la cabeza, y cree que la foto de anoche es un respaldo popular al programa de 10 puntos que comparte con el macrismo, se va a chocar contra la pared. Si alguna evidencia dejan estos comicios es el amplio repudio -en sus diversas expresiones- hacia la gestión del gobierno de Cambiemos. 

La decisión del kirchnerismo local de retirar su lista, acompañada por gestos cómplices de sus principales referentes hacia el oficialismo provincial (uno de los mejores alumnos del ajuste macrista), deja poco lugar hacia octubre para ilusionarse con un recambio electoral que tenga contenido mínimamente nacional, ni popular. 

Mientras tanto, octubre sigue quedando lejos y hay muchas batallas por delante. El protagonismo callejero tiene que ser el vehículo para expresar el justo descontento con esta falsa democracia vaciada de debates programáticos. La alternativa verdaderamente democrática, obrera y popular está en encolumnar todo el descontento detrás de un programa de ruptura con el FMI y de nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos estratégicos, que salga al cruce de los planes de perpetuación del ajuste y la entrega. Tal como aprendimos hace 50 años con el Cordobazo, en la medida que prime la unidad en la lucha por este programa, las calles serán la vía de expresión más nítida de la voluntad popular, y de su imposición sobre banqueros, monopolios y políticos que les sirven.

PRML

Regional Córdoba

13/05/2019