Balance de las elecciones en CABA

Lunes, 25. Noviembre 2019

Con la derrota nacional de Cambiemos como telón de fondo -no por anunciada menos dolorosa- Rodríguez Larreta se alzó en primera vuelta con la reelección a la Jefatura de gobierno de la CABA.

El 55,9% obtenido le permitió superar con holgura la mitad de los votos positivos, dejando lejos a la lista del Frente de Todos con un 35%. Bastante más atrás quedaron Consenso Federal con el 5,37% y el FITU con 3,65%.

El triunfo se destaca por haber estado acompañado no sólo de la derrota de Macri a nivel nacional, sino sobre todo de la de Vidal en la Provincia. El PRO porteño trabajó por este resultado durante varios meses. El “poder real” de la Ciudad -las empresas constructoras, los dueños del negocio inmobiliario y las contratistas del Estado- se encargaron de blindar a su candidato, el menos atacado de los tres en el marco de la crisis nacional, facilitando la dura tarea -exitosa, a la vista de los resultados- de separar al Jefe porteño del desastre que atravesó al país, destacando en cambio una suerte de gestión “vecinalista”, con obras de alto impacto y dudosa prioridad -como la peatonalización de Corrientes- en una ciudad con un déficit habitacional escandaloso y con una desocupación del 10,7%, algo más alta que la nacional. 

Además de haber limado asperezas con sus otrora rivales -principalmente la UCR Capital-, el gobierno de la CABA supo amortiguar el impacto de las numerosas movilizaciones en su contra, que se acrecentaron desde el año pasado. En este aspecto, se destaca que no le haya hecho mella política la pelea sindical, siendo que su principal oposición, el kirchnerismo, dirige tres de los principales gremios -Subte, UTE y ATE: límites de dichas conducciones, pero también del perfil de una campaña que priorizó la cumbia y las performances por sobre la lucha popular. 

Al son de “si vos querés, Larreta también”, el Frente de Todos motorizó la candidatura de Lammens. Fue la campaña sumamente lavada, en la que no se hizo una mención concreta de los negocios y los negociados que motivan la presencia del PRO en el gobierno porteño. Nada de qué sorprenderse. Sí habría llamado la atención, que este empresario que quiere dar el salto desde la presidencia de un club de fútbol hacia la política local -película que los porteños ya conocen- hubiera chocado de lleno contra un gobierno que le viene financiando la aventura en San Lorenzo, a través de una deuda millonaria con el Banco Ciudad -que además sponsorea al club- y el Banco Provincia. Atacar a Larreta también hubiera sido un desplante feo ante las gestiones que hizo Cristian Ritondo para la vuelta a Boedo. 

La elección de Tombolini fue tan discreta como la de Lavagna a nivel nacional. En cuanto al FITU, su 3,65% superó por un punto y medio al rubro presidencial. No le alcanzó para meter a Myriam Bregman en la Legislatura, a pesar de la campaña del PTS por el corte de boleta. Esta línea de intervención buscó seducir al electorado kirchnerista con el perfil progresista de su candidata, separando la presencia en el ámbito legislativo del resto de la campaña política, aportándole 20.000 votos más que para Jefe de gobierno. En vistas del resultado, bien les cabe a los compañeros reflexionar sobre el alto contenido parlamentarista de esta táctica, a la luz de aquello de que “Roma no paga por traidores”. 

Nuestro partido llamó al voto programático, en blanco o nulo, que se expresaron en un 4,88%. Fueron dos puntos y medio más que en el rubro a presidente. Fueron poco menos de 100.000 votos, casi el 10% del millón obtenido por el ganador, que junto al segundo acapararon más del 90% de los votos positivos. 

Los últimos cuatro años fueron los más agresivos de la política privatista del PRO en la Ciudad. Si bien está por verse cómo será la relación con Nación, ahora que vuelven a ser de dos signos políticos distintos, lo que viene por delante no debería soprender: la profundización de un modelo privatista en salud y educación, una mayor ingerencia de las multinacionales disfrazadas de ONG en los asuntos públicos, la continuidad de la fiesta de la construcción, todo ello a costa de las condiciones laborales, salariales, habitacionales y de vida en general del pueblo. 

Pero sin dejar de reconocer la presencia de un núcleo duro conservador, hay que evitar caer en el desánimo fácil del corte “en la CABA son todos de derecha” o cosas por el estilo. Las elecciones no son un cheque en blanco para nadie. Las luchas en curso en la CABA se verán potenciadas por la pelea contra la profundización del ajuste en todo el país. Es necesario seguir fogoneando los conflictos, obtener las conquistas que sean posibles, sacar las conclusiones que correspondan de las derrotas, y avanzar en un proceso de organización por abajo que le pueda dar forma a una nueva dirección que se proponga derrotar al modelo de una ciudad elitista y para pocos que representa el PRO.


Facundo Palacios

Publicado en: 
Lunes, Noviembre 25, 2019 - 21:45

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