Aranceles a la importación de acero y aluminio | EE.UU. le declara la guerra a China

Miércoles, 14. Marzo 2018

El presidente Donald Trump decretó finalmente aranceles a las importaciones de acero y aluminio. Medida anunciada repetidamente desde el lanzamiento de su campaña presidencial, siendo la misma coherente con el retiro fáctico de EE.UU. de la Organización Mundial de Comercio donde recientemente anunció su intención de avanzar en acuerdos bilaterales de comercio antes que multilaterales, y con el progresivo cierre de la economía norteamericana en un contexto caracterizado como “desglobalizador”. Todo ello provocado por el estancamiento de la industria local y por la creciente dependencia norteamericana de las manufacturas y las inversiones extranjeras, particularmente de China, su principal adversario.

Trump aseguró que el acero y sus derivados se gravarán con un 25%, mientras que para el aluminio se aplicará un 10% ya que, según él, las industrias del acero y el aluminio (y muchas otras) han sido diezmadas por décadas por el comercio injusto y por malas políticas con el resto de los países.
El anuncio ha tenido un efecto dual: mientras el valor de las compañías productoras de acero como US Steel Corp y Arcelor Mittal aumentó en forma significativa, las nuevas tarifas aduaneras provocaron una caída del índice Dow Jones del 1,7%, por el efecto adverso en el resto de la industria.
Decenas de compañías desde el sector automovilístico hasta la construcción, han alertado sobre la pérdida de cientos de miles de empleos y el incremento de los costos para las manufacturas dependientes del acero. Junto a ello, distintos economistas han destacado el riesgo cierto que finalmente se desate una guerra comercial de todos contra todos, en un intento desesperado de proteger cada uno su propia economía. En tal sentido, hasta los propios aliados de Trump en el partido republicano advirtieron que China podría responder a los aranceles estadounidenses con la imposición de los suyos propios, lo que daría pie al escenario más temido por los inversores. Sin embargo, según Trump, las exportaciones baratas de China están dañando la viabilidad de la industria estadounidense, el mayor importador mundial de acero.
China no es el único país que exporta acero a los EE.UU.. Por volumen, el gigante asiático ocupa el puesto 11 en la lista, por detrás de algunos aliados norteamericanos de primera línea como Canadá, Japón y Corea del Sur, países que ya han planteado sus reparos. Por caso la ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freedland, quien dijo que cualquier arancel “sería absolutamente inaceptable”, o el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, quien afirmó que la UE “reaccionaría firme y proporcionadamente para defender sus intereses”.
Pero ocurre que, si bien el Departamento Federal de Energía acaba de afirmar que la industria siderúrgica se está recuperando tras el desplome que siguió a la crisis financiera de 2008, el sector ha perdido 51.400 puestos de trabajo entre 2000 y 2016, pasando de 135.000 obreros a 83.600 y de 112 millones de toneladas de acero anuales a 86,5 millones en igual período. Por eso, el diagnóstico de Trump se basa en un informe del Departamento de Comercio y de la Oficina de Industria y Seguridad de los EE.UU. publicado en enero de 2018, dando cuenta de los efectos de las importaciones de acero para la seguridad de los EE.UU., destacando que la industria del acero es clave por los fuertes encadenamientos productivos que genera, particularmente con la construcción, la metalmecánica, la industria automotriz y la industria militar.
La conclusión principal del informe es que las importaciones de acero están debilitando la economía nacional y amenazan con dañar la seguridad de los EE.UU., destacando:
1. Que la economía estadounidense ha elevado su consumo interno de acero en industrias críticas de 33,7 millones de toneladas en 2001 a 54 millones en 2017.
2. Que entre 2001 y 2017 la demanda global de acero se elevó de 105,5 a 107,3 millones de toneladas, pero la producción nacional se redujo de 84,6 a 81,9 millones de toneladas, es decir, sufrió una caída de 3,2%.
3. Que frente a la caída de la producción la capacidad productiva se ha mantenido relativamente constante, ubicándose en 2017 en 113,3 millones de toneladas, implicando que la industria del acero opera aproximadamente al 72,3% de su máxima capacidad (casi dos puntos porcentuales menos con respecto al periodo 2001-2016).
4. Que de la producción nacional de acero en 2017, aproximadamente 10,1 millones de toneladas se destinaron a exportaciones, por lo que la demanda nacional faltante, aproximadamente 36 millones de toneladas, se cubrió con importaciones, profundizando la dependencia importadora al pasar de 30,1 a 33,8% entre 2001 y 2017.
5. Que 2016 EE.UU. figuró como el segundo mayor importador de acero mundial con una participación relativa de 7,7%, por debajo de Alemania (con el 8,3%) y por encima de China (con el 6,1%). Haciendo que la relación importaciones / exportaciones de acero fuese de 4 a 1 por el menor precio relativo del acero importado respecto del producido en los EE.UU..
6. Que la acentuación de la dependencia importadora ha tenido un impacto adverso en la industria estadounidense reflejado en numerosos cierres de fábricas, una disminución sustancial del empleo (de 218 mil a 142 mil puestos de trabajo entre 1997 y 2017, con una caída acumulada de 35%), pérdida de ventas domésticas y de participación en el mercado, etc., todo lo cual ha provocado que la industria nacional del acero opere en promedio con ingresos netos negativos desde 2009.
En lo inmediato la medida afectará a los principales exportadores de acero hacia el mercado norteamericano como Canadá (con una participación relativa de 19,4%), Brasil (con el 9,9%), Corea del Sur (con el 8%), México (con el 6,7%), Rusia (con el 6,1%) y China (con el 3%). No obstante, dichas economías se enfrentan a diferentes tasas arancelarias en los EE.UU., por lo que Brasil, Rusia, Noruega y China serán las más afectadas con cerca del 70% del arancel cobrado. Es decir, estos países serán los principales perdedores del incremento arancelario y, a nivel micro, serán las empresas chinas las más afectadas.
Sin embargo, habrá que ver hasta dónde EE.UU. estará en condiciones de soportar las represalias y la diferencia de precios en el mercado externo. Según datos de la World Steel Association en enero de 2018 trece países produjeron más de 123 millones de toneladas de acero (88,3% de la producción mundial), de los cuales China fue responsable del 48% con 67 millones de toneladas, Japón e India ocuparon el segundo y tercer lugar, respectivamente, y EE.UU. fue el cuarto productor mundial con una participación de 4,9% (similar a Rusia, ubicada en la sexta posición con el 4,1%). De esta forma, desde una perspectiva de mediano plazo, entre 2007 y 2016 China elevó su participación relativa en la producción mundial de acero pasando del 36 al 49,65%, mientras que EE.UU. la redujo pasando del 7,28 al 4,82%, siendo difícil (cuando no imposible) cambiar la tendencia en materia de dominio del mercado a nivel global. Esto, sin contar que a la alta concentración por países se suma la propia a nivel de empresas, destacando tal sentido que entre las 10 primeras empresas siderúrgicas mundiales 6 son de origen chino.
Así es como, todo parece indicar que la guerra del acero está declarada y que quien pierda verá, por la trascendencia del producto en el conjunto de la industria, caer toda su economía como un castillo de naipes.
Jorge Díaz

Publicado en: 
Miércoles, Marzo 14, 2018 - 08:45

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