Análisis económico | ¿Cuánto nos cuesta la deuda?

Miércoles, 12. Junio 2019
Gráfico

Hay algo claro: los principales candidatos a ocupar la Casa Rosada harán lo imposible por pagar la deuda contraída por Macri. Sin embargo, hay algo más claro aún: el pago de ésta no será posible sin un brutal ajuste. ¿Será el pueblo quien lo sufra?

Técnicamente el país se encuentra en default. La deuda sobrepasa los recursos disponibles, los ingresos resultan menores que los pagos de capital e intereses, la inversión en bienes de capital es menor que la fuga de divisas, y así de seguido. No hay un peso. Las reservas reales en el Banco Central apenas alcanzan los 12 mil millones de dólares y estos se agotan rápidamente, a razón de 60 millones diarios, al sólo efecto de mantener planchado e dólar hasta octubre.

Hasta ahora, y es difícil que eso cambie en los próximos meses, el único sentido de este desastre ha sido permitir la especulación y financiar la fuga de capitales.

¿Se trata de una mala administración en la cual los errores han sobrepasado los aciertos o la política de Macri ha sido intencionalmente ésta? 

Hoy está claro que la lluvia de inversiones productivas tras el pago del remanente de la vieja deuda a los Fondos Buitres era, en el mejor de los casos, una expresión de deseo. En un escenario mundial de desglobalización y proteccionismo lo único que podía arribar a la Argentina eran colocaciones a corto plazo y préstamos atraídos por las altas tasas de interés y las garantías respaldadas con recursos naturales. Por eso, al tiempo que se producía un colosal endeudamiento se verificaba una fuga de divisas superior a los 90 mil millones de dólares y, junto a esto, ningún desarrollo productivo era puesto en marcha. Sólo especulación y perdones a los delitos financieros, como el famoso blanqueo de capitales extendido a amigos y parientes del gobierno.

Sin ninguna legitimidad ni necesidad entre 2016 y 2018 se tomó deuda por 187.000 millones de dólares convirtiendo a la Argentina en el país que más dinero pidió prestado en dicho período.

La deuda generada para alimentar la especulación y luego la fuga se convirtió en compromisos con el FMI quien, por su parte, impuso el control del Banco Central y condiciones leoninas de entrega y devolución, incluida la necesidad de un superávit fiscal a lograr con tarifazos, reformas laborales y previsionales, recortes salariales y miles de despidos.

El 85,8% de toda esa deuda, unos 161.000 millones de dólares, fue tomada por la administración nacional. El resto, por las provincias, algunos municipios y empresas privadas, haciendo que el ajuste alcanzase a todos los sectores de la economía con excepción de los bancos quienes, según el Banco Central, sólo en 2018 aumentaron su rentabilidad en un 121%, producto de las Lebac, las Leliq y la suba del dólar que benefició a la rentabilidad del sistema financiero. 

Así, hacia fines de 2018, según datos de la Secretaría de Finanzas, el stock de deuda pública alcanzaba los 332.192 millones de dólares (el 86,2% del PIB), mientras actualmente, su tamaño superará el 100% del PBI. Sin embargo, más alarmantes que su preeminencia en moneda extranjera y el monto alcanzado son los plazos de vencimiento de esta estafa: 20.376 millones de dólares en 2020, 31.608 millones en 2021, 49.923 millones en 2022 (el monto más alto para todo el período 2020-2045) y 46.594 millones en 2023. Como contrapartida, los desembolsos que se esperan del FMI serán de tan sólo 3.875 millones y 1.937 millones de dólares para los años 2020 y 2021, respectivamente.

¿Quién puede seriamente comprometerse a pagar semejante usura sin contemplar perpetuar el hambre y la miseria?

Hasta ahora Macri, Lavagna, Fernández y Urtubey han señalado su voluntad de acuerdo con el FMI sin abrir una hipótesis sobre la legalidad y legitimidad de la deuda y, mucho menos, sobre no pagar, meter presos a los responsables o hacer que el peso de los compromisos caiga sobre quienes se beneficiaron en estos años.

De esta forma estamos inmersos en un nuevo ciclo de endeudamiento donde a su turno un sector de la oligarquía contrae deuda y el que sigue la paga. Lo vimos durante la dictadura y la posdictadura, durante la convertibilidad y la posconvertibilidad: concentración de la riqueza en un sector minoritario de la sociedad y ampliación de la pobreza en el otro.

Necesariamente, esto nos lleva a una situación previsible: antes, durante o después de diciembre habrá estallido, lo cual es consistente con la situación social que ya vive el país.

De acuerdo a datos presentados por la OIT, Argentina es el tercer país del mundo con mayor cantidad de conflictos laborales -siendo superada solamente por Polonia y Alemania- y el primero en duración de tales conflictos, con los estatales a la cabeza, en su mayoría docentes.

Esto marca un rumbo y un sujeto. Sólo resta organizar a la vanguardia, empujar la línea de los Cordobazos y luchar por un poder revolucionario, obrero y popular.

Jorge Díaz

Publicado en: 
Miércoles, Junio 12, 2019 - 22:30

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