Al calor de diciembre

Miércoles, 20. Diciembre 2017

Hace 16 años en el gobierno de la Alianza salía volando por los techos de la Casa Rosada empujado por un pueblo entero insurrecto en las calles

El ajuste salvaje no había empezado en ese mes, y la rebelión del pueblo tampoco, tras muchos años de recesión, la crisis económica del país fue generando cierres de fábricas y pauperización de la vida de miles y miles de argentinos. Junto con esto creció también la lucha en las calles y pueblos a lo largo del país. Santiago del Estero, Cutral Có, Tartagal y Mosconi fueron algunos de esos escenarios. La traición abierta de las burocracias sindicales, convertidas en empresarios y socios de las grandes patronales. Sin espacios ni expectativas en las diferentes formas de la democracia burguesa, en ese marco maduró y se extendió una forma particular de lucha, organizaciones nuevas y dirigentes nuevos, nuevas formas de dirección y de democracia.
Como en un espiral concéntrico el camino de las luchas fue avanzando y acelerándose, al ritmo del ajuste, la recesión y el hambre. Junto con las luchas la escalada represiva consiguiente. Aparecen los primeros cortes de ruta y sus fogoneros, cobran forma las organizaciones piqueteras que juntan a los desocupados y de allí surgirán los primeros caídos que hoy son bandera de tantas agrupaciones: Víctor Choque, Teresa Rodríguez, Aníbal Verón entre otros.
Es en este marco que llega el año 2001. Primero, la renuncia del vicepresidente, coletazo de aprobación de una ley laboral corrupta –conocida como la Banelco-, que le costó ocho paros generales y, obviamente tampoco generó los puestos de trabajo que prometía, sino que solo precarizó los pocos que quedaban. La baja del 13% en las jubilaciones y sueldos estatales, no hizo más que recalentar los ánimos, el blindaje financiero no blindó nada, el megacanje no fue más que un robo, la libertad del capital financiero derivó en una fuga de capitales pocas veces vista. En octubre, tanto malestar explotó en las urnas, hace su aparición el ‘voto bronca’ (voto blanco y anulado) que alcanza niveles pocas veces alcanzados.
En el mes de noviembre los gobernadores del PJ firman el déficit cero, es decir que las arcas de la Nación ya no pagarían la coparticipación a las provincias que no aplicaran el ajuste; vale aclarar que las provincias quebradas ya pagaban sueldos con bonos (patacones, lecop, huarpes, bocanflor, lecor, etc.) de difícil aceptación en los comercios.  Nada resultó. Por último, ya sin reserva en los bancos para afrontar los pagos de deuda el gobierno anuncia el corralito y retiene los depósitos ahorros y sueldos del país entero. Sin circulante en las calles se paraliza de inmediato la economía. Lo que se anunció por unos días, luego se estiraron los plazos y los estómagos vacíos en las barriadas que poco entienden de tecnicismos económicos, marcharon sobre los supermercados en busca de alimentos, la respuesta fueron palos gases y estado de sitio.
19 y 20
El 19, el anuncio en cadena nacional del estado de sitio, encendió la mecha, al instante era difícil encontrar una esquina en la ciudad que no tuviera una reunión de vecinos y una fogata, y varias asambleas barriales decidieron marchar hacia la plaza, donde comenzó una represión que se extendió toda la madrugada, y que se replicó al día siguiente. Las Madres de Plaza de Mayo al llegar son violentamente reprimidas. Desde el mediodía en adelante, horas y horas de combate callejero, disposición de amplias sectores de las masas a dar la vida, en las primeras filas de las barricadas, en las que no solo estábamos los de siempre, las columnas masivas no retrocedían ante la represión y las fuerzas represivas no lograban avanzar, las noticias de los muertos, los rumores de renuncias, el aire irrespirable de los gases, nada lograba frenar a un pueblo insurrecto dispuesto a entrar por sus propios medios en el escenario del poder.
Los intentos posteriores de las clases propietarias por recomponer el régimen de saqueo y explotación, los del reformismo por reacomodarse, y el de los revolucionarios por encaminar al pueblo a una nueva insurrección organizada, serán análisis para otra nota. Pero lo que cabe resaltar es que este pueblo recobró por esos días su capacidad de ser actor principal de las grandes transformaciones sociales y lo que vino después sin lugar a dudas estuvo marcado por los trabajadores ocupados y desocupados en otro estado de su conciencia, donde se desarrollaron agrupamientos  de nuevo tipo, se ganaron sindicatos y comisiones internas, gran auge de las fuerzas revolucionarias y de la izquierda y una burguesía que tardó en acomodarse tras ese golpe en el mentón.
Hoy a 16 años la memoria ardiente del fuego de diciembre esta mas viva cada vez, la paciencia del pueblo se agota y la calma se transforma, la perspectiva de esta crisis esta en manos de la capacidad de los revolucionarios de desarrollar la organización necesaria para que estas luchas se encaminen a una salida democrática popular nacida de la rebelión.
Carlos Quiroga

Publicado en: 
Miércoles, Diciembre 20, 2017 - 23:45

Notas relacionadas