A 200 años de su nacimiento - El marxismo-leninismo y la emancipación del proletariado

Sábado, 19. Mayo 2018

Una de las cuestiones más complejas y fundamentales del análisis marxista se encuentra en la alienación de la clase obrera y su solución mediante el derrocamiento del régimen capitalista. La cuestión desarrollada preliminarmente por Marx en el Trabajo Enajenado contenido en sus Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844 o Manuscritos de París, tiene como precedente la Fenomenología del Espíritu escrita por Hegel en 1807, donde éste aborda el problema de la alienación en los términos de una suerte de peripecias del pensamiento que, de inconciente o enajenado, logra con su despliegue comprender su propia identidad y hacerse autoconciente.
En el caso de Marx lo que aparece en discusión es la identidad o conciencia del trabajador bajo el régimen capitalista y la certeza que la clase trabajadora no es inicialmente ningún sujeto o motor de cambio, sino, por el contrario, mero objeto o cosa integrada a la producción y reproducción capitalista. Por eso, en Marx, las fuerzas productivas y las relaciones de producción se presentan como relaciones entre cosas carentes de conciencia y no como relaciones entre sujetos, aún entre obreros y patrones. De hecho, pese a la situación objetiva de constituir una clase antagónica al capital, el proletariado habrá de reconocerse a sí como algo inseparable del capital por depender de éste tanto para su existencia como para su reproducción.
Frente a esta aporía o paradoja, el interés de Marx residirá en descubrir cómo la clase obrera (clase en sí u objeto) lograría conquistar su desalienación, es decir liberarse, constituyéndose en una clase revolucionaria contra la opresión capitalista (clase para sí o sujeto). Algo de difícil solución.
Obviamente, el problema estribaba en que lógicamente de la misma forma en que la alienación ocurría en el proceso del trabajo, la desalienación debía surgir de dicho proceso, o sea, de la autoemancipación de la clase trabajadora. Algo que fácticamente sucedía en la esfera económica pero no en la esfera política de la sociedad, motivo por el cual se hacía evidente una relación dialéctica o contradictoria entre el trabajo alienante y la praxis liberadora de la clase.
Fiel a su impronta hegeliana Marx abordó estos contrarios desde aquello que resultaba común, advirtiendo que ambos (trabajo y praxis) presentaban idéntico desarrollo, es decir, el trabajo se caracterizaba por el diseño abstracto (en la cabeza del trabajador) y la transformación práctica de la realidad (mediante el uso de herramientas), mientras que la praxis hacía lo propio pero en términos políticos. En términos de teoría revolucionaria y de práctica revolucionaria. Ahora, el punto era cómo efectuar este recorrido.
En su Dialéctica de lo Concreto, Karel Kosik aborda esta cuestión destacando las reminiscencias de Hegel y Marx a una metáfora “de época”: la Odisea, el poema épico de Homero, según la cual quien quisiera conocerse a si mismo debería recorrer el mundo. De esta forma, mientras el pensamiento de Hegel plasmado en la Fenomenología habrá de referirse a la Odisea de la idea enajenada hasta que la misma logra hacerse autoconciente, Marx hará lo propio, pero a partir de algo tangible: la Odisea de la mercancía (la fuerza de trabajo asalariada) desde su alienación hasta que la misma logra liberarse. Según Kosik, en El Capital, Marx dará cuenta de la Odisea o peripecias de la clase trabajadora como poseedora de su fuerza de trabajo, y de cómo ésta llega a conocerse a sí misma a partir de su derrotero por la sociedad capitalista.
Simultáneamente, Marx emprenderá una nueva empresa: la construcción de la vanguardia, es decir, el destacamento capaz de elaborar teoría revolucionaria e incorporarla a la clase desde afuera del proceso económico a partir del programa del partido o programa de la revolución. Hecho formalizado hacia 1848-49 con la publicación del Manifiesto del Partido Comunista.
A partir de aquí, Marx y Engels realizarán múltiples intentos de dar impulso a este partido a partir de la Liga de los Justos (Liga de los Comunistas), el Cartismo, el Tradeunionismo, las Ligas Internacionales de los Trabajadores (Primera y Segunda Internacional), etc., en ensayos de unidad y lucha tanto con el movimiento anarquista como con el reformismo socialdemócrata, sin lograr participar de una revolución triunfante, aún de la Insurrección de los Comuneros de París de 1871, en este último caso por los propios límites políticos e ideológicos de los distintos partidos obreros de ese momento.
Sin embargo, tras la muerte de Marx y Engels, no habrá de ser otro que Lenin quien advierta esta dificultad y buscase resolverla, particularmente a partir de la claridad conceptual plasmada en el Qué Hacer y de sus consecuencias a nivel mundial, particularmente tras el triunfo de la Revolución Bolchevique, cuando la idea del partido de vanguardia y de su rol respecto de la emancipación de la clase obrera vinieron a coherentizar los esfuerzos teóricos y prácticos de Marx y Engels.

J. D.

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Sábado, Mayo 19, 2018 - 00:00

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