“Que se vayan todos” en Paraguay

Viernes, 19. Marzo 2021
“Que se vayan todos” en Paraguay

El 5 de marzo estalló una situación que lleva largo tiempo madurando. Una multitudinaria movilización de carácter fundamentalmente espontáneo ocupó el centro de Asunción para expresar el hartazgo con la pésima situación sanitaria en el país, las condiciones de vida de la gran mayoría del pueblo y la corrupción desbocada del gobierno que encabeza Mario Abdo Benítez. 

Detrás de los motivos más inmediatos para salir masivamente a la calle, hay también razones de largo arrastre. La miseria a la que se encuentra sometido el pueblo, y que se agudiza con la pandemia, es de larga data. Los 70 años consecutivos del Partido Colorado (Alianza Nacional Republicana), incluyendo la interminable dictadura de Stroessner, son una obvia referencia para entender la situación de atraso, dependencia y despojo en que han hundido a la patria de Francia y Solano López. 

“Estoy para el Marzo 2021”. Con esa consigna se lanzaron a la calle miles de paraguayos, aludiendo al “Marzo Paraguayo” de 1999, que por medio de la combatividad popular en las calles logró echar al gobierno de Raúl Cubas Grau. Ya en las semanas previas el personal de la salud venía movilizándose denunciando el colapso sanitario que se veía venir, con falta de insumos básicos, medicamentos, camas y profesionales. Al día de hoy Paraguay ha recibido 4000 vacunas para una población superior a los 7 millones de personas. Esto se da a un año de la aprobación de la Ley de Emergencia que redobló el ajuste sobre el pueblo y habilitó al gobierno a endeudarse en unos 2000 millones de dólares, todo para prepararse para enfrentar la pandemia. De esa plata no hay rastros en las salas superpobladas de los hospitales. La rebeldía popular contra la corrupción se transformó en un asunto de vida o muerte.

Desde diciembre, con el crecimiento acelerado de los casos de Covid en el interior, el amplio sector campesino que venía protestando contra los desalojos frecuentes del gobierno, sumó el reclamo por el desamparo ante el avance de la pandemia; reclamos crecientes de pequeños comerciantes en la ruina por el derrumbe de la actividad económica; docentes movilizados contra la vuelta a clases sin ninguna protección y amenazados con descuentos ante cualquier medida de fuerza. Con este escenario social, un festival de corrupción en las alturas, y  la pandemia que arrecia, el estallido popular era una cuestión de tiempo.  La confluencia de estos sectores en las calles se da al ritmo del “que se vayan todos”, evidenciando desde el inicio que este alzamiento popular va por la cabeza del gobierno, pero también por una oposición parlamentaria que convive en complicidad con un régimen antipopular desde sus entrañas. 

Los combates masivos en las calles tuvieron dos efectos inmediatos. Una represión feroz que dejó al menos dos muertos y decenas de heridos, y la eyección de cuatro ministros del gabinete presidencial.  Los despidos procuraron descomprimir la situación, apuntando al ministro de Salud y a los otros tres con peor imagen según las encuestas. Las protestas continuaron al punto de desbordar a las fuerzas represivas, forzando a éstas a flamear pañuelos blancos ante el pueblo rebelde. “La paz es el único camino” sostiene, sin ponerse colorada la Policía Nacional. Una institución que no le teme al ridículo con tal de contener y debilitar la justa ira popular. Las manifestaciones que se reproducen día tras día, no tardarán en aprender que la única rendición creíble de estas fuerzas asesinas es con la entrega de las armas al pueblo insurrecto.

Mientras tanto, el gobierno de “Marito” Benítez prepara el terreno para una salida a las calles de los militares, en la medida que las protestas no cesen. La declaración de una alerta roja ante el aumento de los contagios y la implementación de un aislamiento social obligatorio ante la nula capacidad de atención sanitaria, serían los pasos a seguir. En un alarde de oportunismo y temor al pueblo sublevado, el Partido Liberal y el Frente Guasú, principales partidos opositores, han pedido la renuncia del presidente y vice, la asunción del presidente del Parlamento, la efectivización de un juicio político y la convocatoria a elecciones anticipadas. Nada bueno vendrá para el pueblo respetando ese laberinto institucional. Si de alguna manera se ha empezado a hacer escuchar la voz del soberano en Paraguay no ha sido por seguir la receta de estos ilusionistas sino por ocupar el escenario principal de la política: las calles y rutas del país. 

Sobre la base de esta expresión popular acertada y valiente es prioridad reforzar las movilizaciones con la convocatoria urgente a multiplicar las asambleas populares, cabildos abiertos y toda forma de organización y deliberación popular que aporte en dirección a efectivizar el “que se vayan todos”. Solo por ese camino es posible alumbrar un poder popular que tenga como prioridad la salud y el bienestar de las grandes mayorías, que retome las banderas de un Paraguay libre y soberano, como supo hacerlo hace un siglo y medio atrás. 

Leo Funes

Viernes, Marzo 19, 2021 - 16:00

Notas relacionadas

  • Reproducimos el comunicado que nos hicieron llegar los compañeros de la Comisión de abogados y familiares de los prisioneros políticos del Perú, que se encuentran realizando una campaña... Ver más

  • chalecos amarillos

    Cuatro semanas seguidas de movilizaciones cada vez más masivas, cortes de rutas, piquetes en las puertas de fábricas y refinerías de petróleo, y enfrentamientos abiertos con las fuerzas... Ver más

  • Detener la masacre  del estado fascista israelí

    El territorio de Palestina lleva 66 años de ocupación por parte de lo que conocemos como ‘Israel’. No sólo de ocupación sino de expulsión sistemática de la población originaria hacia afuera de las... Ver más