¿Cómo intervenir ante el Covid-19 cuando impera el liberalismo?

Miércoles, 17. Junio 2020

Una mirada sobre los aportes epidemiológicos de TomoyaSaito, Director del Departamento de Gestión de Crisis de Salud del Instituto Nacional de Salud Pública de Japón

Entre tantas enseñanzas, el comportamiento social e individual frente a la pandemia por Covid-19 es uno de los capítulos más importantes. Los resultados en materia de control en aquellos países donde ha imperado el distanciamiento y la cuarentena y donde no, muestra una ventaja a favor de los primeros, quienes vienen ganando la pulseada en forma elocuente. Baste comparar los números de morbilidad, mortalidad y letalidad de China, Vietnam o Venezuela con los de Estados Unidos, Inglaterra o Brasil, y la discusión habrá acabado sin atenuantes. Sin embargo, no todo está dicho. El riesgo de nuevas oleadas de contagio y el surgimiento de grupos anti cuarentena pueden diluir las diferencias, especialmente en aquellos países con políticas sanitarias ambiguas, como Argentina, donde se advierten avances y retrocesos en las etapas de control de acuerdo a los intereses sociales en pugna.

Por dicho motivo resulta interesante saber cómo determinados países políticamente híbridos en materia sanitaria -es decir, con fuertes presencias de la salud pública y del mercado de la salud- han logrado descubrir ciertas claves para interrumpir tanto el incremento de casos y muertes como para asegurar una respuesta inmediata.

Un caso paradigmático al respecto es Japón, país capitalista central que al día 6 de junio, reporta 903 muertes por Covid-19, significando la tasa de mortalidad más baja dentro del grupo que integran el G7 (0,72 por 100,000 personas).

El gobierno nipón carece de autoridad legal para implementar medidas restrictivas tales como cierres al desplazamiento y toques de queda, motivos por los cuales, por ejemplo, las restricciones a los viajes son solicitadas en forma voluntaria.

Culturalmente los japoneses respetan las normas sociales no codificadas. Las medidas de distanciamiento físico existen bajo la Ley de Medidas Especiales pero el gobierno sólo puede alentar a las personas a quedarse en casa. Se puede solicitar el cierre de las instalaciones, pero los infractores no serán castigados.

De esta forma, tras el desaguisado del crucero de lujo DiamondPrincess, Japón avanzó hasta levantar el estado de emergencia sanitaria el 25/05/20, progreso que se hizo sin bloqueos ni toques de queda.

El primer paso para controlar la enfermedad emergente fue detectar el brote y responder tempranamente a través de investigaciones de campo para comprender la dinámica de la transmisión.

El sector salud del Japón cuenta con 469 centros de atención pública y más de 25.000 trabajadores quienes, tempranamente, fueron volcados a rastrear contactos incluso antes de que el virus se generalizara en el país. Sin aplicaciones digitales de rastreo (dada la renuencia de los pacientes a revelar información personal), la búsqueda de contactos fue de tipo “analógica y lenta”, lo que implicó llamar a los pacientes y pedirles cortésmente que nombrasen a las personas con las que se habían reunido durante la última quincena. Esta estrategia permitió establecer un enfoque eficaz centrado en los denominados clusters o agrupamiento de personas.

Lo que redescubrieron los japoneses fue algo conocido desde hace tiempo: la denominada percolación o geometría del contagio, es decir, la existencia de grupos de personas, la tendencia a la propagación de una enfermedad transmisible dentro de un grupo y, eventualmente, el salto del contagio de un grupo a otro una vez completado el contagio de los integrantes del primero. Como el fuego que se propaga de un conjunto de árboles a otro durante un incendio en el bosque.

Un paso de avance en la búsqueda fue dejar de correr detrás de la enfermedad al advertir que encontrar casos a través de testeos a personas que habían tenido contacto con infectados, como es usual en Argentina, no era particularmente efectivo, ya que si bien muchos enfermos no contagiaban a nadie, unos pocos terminaban infectando a muchos, formando de esta manera grupos o clusters de infectados a partir de una sola fuente. Por eso, además del seguimiento de los contactos, las autoridades sanitarias se centraron en el seguimiento retrospectivo de los vínculos entre los infectados encontrando, a partir de los mismos, casos inicialmente no detectados que rodeaban a esa fuente original de infección. De esta forma fueron identificando diferentes grupos de contagiados.

Como lógica consecuencia, el monitoreo de los grupos no vinculados entre sí condujo a la detección temprana del crecimiento exponencial en el número de infectados en cada grupo separado, lo que posibilitó al gobierno proporcionar una alerta temprana efectiva.

Seguidamente, a partir de la investigación cualitativa de los conglomerados, los japoneses reconocieron que las " tres C" (cerrados, colmados, cercanos) eran los principales factores de riesgo ambiental que caracterizaban a los mismos. Por dicho motivo, el gobierno introdujo a principios de marzo el eslogan "evite las tres C", lo que ayudó significativamente a retrasar el pico. La mayoría de las personas hicieron esfuerzos para quedarse en casa y los centros comerciales permanecieron cerrados en las principales ciudades durante el estado de emergencia. Esto se vio facilitado porque previamente saludos tales como darse la mano, abrazarse y besarse eran consideradas costumbres occidentales no bien vistas. Como contrapartida, muchos japoneses resultaron menos reacios a usar barbijos ya que es común emplearlos para protegerse contra la polución y las alergias al polen en primavera y a la gripe en invierno.

Sin embargo, hay que estar atentos. AndersTegnell, epidemiólogo jefe de Suecia, quien diseñó el “enfoque suave al virus”, de corte liberal, comentó que: “si tuviéramos que encontrar la misma enfermedad con el mismo conocimiento que tenemos hoy, creo que nuestra respuesta aterrizaría en algún lado entre lo que hizo Suecia y lo que ha hecho el resto del mundo” (obviamente a riesgo de repetir errores al eludir la importancia de las costumbres sociales). 

De una forma u otra, por tradición, adhesión voluntaria o imposición, el aislamiento sigue aportando evidencia a favor distanciamiento social mientras dure la emergencia.

Eduardo Maturano, Médico Especialista en Epidemiología e Infectología

Miércoles, Junio 17, 2020 - 00:15

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